David Cameo y Pablo Tusset, heterónimos de un escritor en guerra, se retiran de la novela. Lejos de hacerlo en silencio, el autor de Lo mejor que le puede pasar a un cruasán proclama su disidencia esta vez muy en serio, y lo hace a través de un personaje que aprendemos a querer en unas pocas páginas: Manolo García Salabert, un viejo autor de comedias detectivescas que dice basta a la dictadura de su considerada "corrección política". ¿Fueron los smartphones los que nos expulsaron del paraíso de las libertades individuales?, ¿podemos todavía distinguir algo desde nuestra propia ventana, o estamos ya condenados a mirar en Google a ver si llueve?