Dijous, 31 d'octubre de 2024



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Joaquín Fabrellas, ''La continuación lírica de Ferrer Lerín: ''Grafo pez''
acec11/12/2020



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Significa esta obra la búsqueda incesante de Lerín, que no se conforma con haber clausurado su segundo ciclo poético, según la crítica, con aquel tríptico compuesto por Fámulo, Hiela sangre y Libro de la confusión, lugar donde finiquitaba las preocupaciones existenciales y donde nos mostraba parte de su amplio catálogo de manufacturación del poema.


Como rasgo primero, la obra ya nos lanza un acertijo, Grafo pez, en el título, que alude a la teoría de grafos, una parte de la matemática que estudia los vértices y los nodos, y cuya representación es este pez no ictiográfico, que se incluye entre las páginas del libro. Es esta una manera exolírica de trabajar en poesía, recogiendo material hallado en el largo devaneo cultural inagotable de la lírica leriniana. 


En su ininterrumpida obra, en su reticular y recursiva manera de escribir, mediante la teoría lírica de los reflejos especulares: obras, que, a su vez, dan otras obras posteriores, teniendo en cuenta que el tiempo, siempre ha sido algo lábil en las líneas heterodoxas del barcelonés, ya que se estructuran sus textos como vasos comunicantes en busca de aquella página magistral de la que hablaba en “Bibliofilia 5”, página maestra, sí, que se pueda intercalar en cualquiera de sus textos, como una pieza autónoma, y , a la vez, novedosa, que no haya sido escrita nunca, y que, al mismo tiempo, recuerde  su particular tradición personal y única. Tal es la dificultad de la lírica leriniana, problema irresoluble, dilema que acata las reglas anticanónicas fijadas por su autor a lo largo de todos estos años.


Aparece entonces Grafo Pez, Libros de la Resistencia, (2020) breve  libro que va a estar compuesto por 19 textos, los cuales, se dividen en dos partes: en primer  lugar, los diez primeros poemas: “La palabra”, “Tránsito”, ”Hippogypoi”, ”Grafo Pez”, “Hermana menor”, “Glotón de mí”, ”Hombre de futuro”, “Plastic World”, más otros dos que se suman a esta primera parte y que el poeta introdujo más tardíamente en la configuración general del libro: “Aves Nobles” y “Jóguar”, que se verán más adelante, y que componen la novedad más reciente con respecto a otros poemas del volumen, algunos de los cuales habían ido apareciendo en publicaciones anteriores, como por ejemplo aquellos recogidos bajo el título de Ciudad Corvina,  Banda Legendaria, (2018),Valencia, en donde dio algunos de los poemas que ahora agrupa en Grafo Pez: “Definición de poema”, “Ciudad Corvina I, II y III”, así como “Aparición / Desaparición de un capitán Mascaraque”, “Caligrafía”, “Triángulo Gmail”, “Andie”, “Mujer molusco y sin fondo”, a los que ahora, en Grafo pez, suma “La hija de Cora”, y “Término”, junto con “Nombre inane” y “Postcuervo”.


La obra de Ferrer Lerín bendice la confusión, la amalgama, o miscelánea, cuyo principio regidor está determinado por su voz lírica. Desde su primera obra, hasta esta última, donde puede comprobarse ese proceder por acumulación, horror vacui temático que aparece de forma orgánica en los diferentes libros del barcelonés, que concede más importancia, como artista total, a la inclusión en sus volúmenes de sus mismas obsesiones en las que va profundizando paulatinamente, antes que definir cada libro como unidad cerrada y conclusa.


De nuevo, vuelven a rastrearse las obsesiones del autor: el cine, la belleza femenina, porque Ferrer Lerín ha hecho de la descripción morfológica de distintas especies, humanas y animales, uno de los rasgos identificativos de su lírica; así como la profunda preocupación por la naturaleza asistemática de su poesía, conocedor de que su obra se encuentra siempre transitando los límites indefinibles de su producción.


 Continúa, por tanto, en esta entrega, con su sistema paleográfico de escritura, basada en textos antiguos, así como los que proceden de recuerdos propios o el hallazgo lingüístico en la historia de la literatura.


Las nuevas plataformas digitales, en las que difunde incasablemente su obra y donde tiene reservado un lugar predilecto. Su antigua preferencia por las actrices, por la belleza que bendice como el practicante de una religión erótica.


Se observa también, en esta nueva entrega, su conocido interés por el cine que puede verse en “Hombre del futuro”, donde habla de la figura de Maximilian Goldmann, Max Reinhartd, creador del expresionismo cinematográfico y uno de los directores teatrales que se inclinaron más por el nuevo arte que por el teatro, sentando las bases de lo que sería el cine moderno.


En “Hermana menor”, se nos refiere la historia onírica donde los procesos naturales toman un papel relevante; el sueño como un proceso fisiológico que depura mediante la experiencia estética del poema: «Los restos de los banquetes, suelo apenas manchado / de agua hervida / y luego enfriada con nieve, miel decocta[…]».


Por otra parte, se muestran las definiciones morfológicas llevadas a cabo en los poemas “Hippogypoi, sin anomalias” o “Grafo Pez” donde describe la forma de un pez inexistente, conocida ya la pasión por ciertas especies necrófagas, así como por la herpetología, y cuyo afán descriptivo, lo lleva también a enunciar las características generales de esta especie, pero que, en el fondo, no es más que un trampantojo lírico, ya que este “Grafo Pez” no tiene que ver con la morfología de ningún animal, sino con  teorías matemáticas, y cuya representación visual es un pez.  Se basa en un material completamente ajeno a lo poético, para crear un resultado novedoso y que sorprende por la brutal desconexión con lo lírico.


Nos adelanta una descripción detallada de la teoría de grafos,(vértices y aristas), que es usada, entre otras cosas, para la computación, las redes sociales y el almacenamiento de datos en la nueva sociedad macluhaniana, donde el hombre ha sido desplazado del centro habitual de atención, convirtiéndose en un proletario cibernético, una mezcla inane de datos informáticos y complejas leyes de seguridad que no lo defienden en absoluto, sino que lo atrapan más en una cadena infinita de repercusiones legales, sociales y sentimentales, y cuya subjetividad, le está siendo arrebatada en una sociedad globalizada.


Y es que este interés por lo cibernético se puede explicar desde el punto de vista de la confusión actual donde la rapidez se impone al reposo, de ahí, su interés por las publicaciones en Internet de sus casos, que conforma el auténtico laberinto post-gutembergiano, la biblioteca infinita a la que aludió Borges en muchos de sus relatos, o la realidad sustituta del sueño de Kafka, lugares por los que nuestro poeta transita de forma reiterada.


La apoyatura en ciertas anécdotas históricas, como la desaparición del niño Etan Kalil Patz en Nueva York, en “La Palabra”, poema que abre el libro y juega también a buscar el origen primitivo de la palabra, pequeñas historias de la historia que él erige en monumentos, en hitos para apuntalar el edificio borroso de su memoria, procedente de la memoria colectiva.


El Simorg en “Hippogypoi”, ave fantástica de la mitología persa, que se ajusta a los gustos lerinianos por las aves y por los bestiarios fantásticos, donde nos procura una definición de sí mismo, una imagen de un hombre confuso: «siempre lector de obras primigenias / atleta de las imágenes / aunque en botánica soy tan exiguo[…]».


“Glotón de mí” está basada en la lectura, como frecuentemente hace, de la Biblia, en especial del Antiguo Testamento, donde hace la redefinición de la creación del mundo natural y su natural traspaso a las ciudades, primer movimiento civilizador tras el paso del árbol a la caverna, verdadera revolución mundial, que conllevó la aparición de la soberbia y la primera confusión de voces, sonidos e idiomas.


«No destruyó la torre, que no le repugnaba, es que /confundió el idioma,  /confundir las lenguas, confundir a las gentes».


En “Plastic World, apud Sagrada Biblia”, retoma de nuevo su interés por ese libro, que contiene, para nuestro poeta, el germen de todo lo escrito, el texto inagotable de la posmodernidad. Nos muestra aquí, de nuevo, la comparación de un mundo objetualizado y consumista, frente a un mundo simplificado y natural, el recogido por la Biblia, pero cuya confusión y cripticismo hemos heredado irresolublemente.


«Se halló la sangre de todos los degollados / La sangre que ocupaba el mar / Que ocupaba los vientres de los peces /Y los vientres de la aves / Pero las tinieblas pasan».


Los últimos poemas introducidos en la nómina oficial de poemas de Grafo Pez son “Aves nobles”, sobre el tema conocido de la ornitología del autor y que compone una de las fuentes más productivas de toda su carrera, así como “Jóguar”, poema que mezcla, por acumulación, una fotografía que sirve como el detonante de todo este texto, todo ello mezclado con la lectura de Juan Bautista Avalle Arce Temas hispánicos medievales, de ahí el componente historicista del texto, que mediante la “paleografía”, vuelve a actualizar significados de sintagmas de crónicas antiguas, así como vienen haciendo en otros libros de su producción; donde también planea la inquietud existencial y la preocupación sobre la figura del padre.


«[…] dio muerte de herejes acusados de relapso / herejes con la tez dispuesta […] Entre mucha polvareda un revuelo de cornejas / cornejas rojas que nunca fueron vistas[…]».


O en «Aves nobles», donde partiendo de la cita historicista, sobre el conocido verso de Garcilaso, que, a su vez, tomó de las Metamorfosis de Ovidio, quizá esa continua transformación es de la que se compone gran parte de la obra leriniana, la interminable metamorfosis de su hipertextualidad, una intertextualidad colindante con los clásicos. Proceso del cual parte, para combinarlo con una oración que coincide con los versos tres y cuatro donde asoma el semiautomatismo de cuño leriniano.


«A Dafne ya los brazos le crecían / convertidos en laurel, / presuntos marsupiales, / en el estío polvoriento.[…]»


Y también una de las claves existenciales de nuestro poeta, la cercanía a la muerte, la obsesión del poema que se repite en un verdadero poeta, así:

«A mi capitán Jarris, el verdadero poeta, / un verdadero poeta debe repetirse siempre, / le daba miedo morir, / ser un paciente indefenso, volverse repulsivo[…]»


Ferrer Lerín juega a sustituir en la segunda parte, “Ciudad Corvina” la realidad por una realidad virtual y nos muestra ejemplos de comunicaciones reales anónimas donde juega a sorprendernos en el inmenso ejercicio de la desaparición de la autoría en el texto; queda patente también en las siguientes líneas donde la escritura es sustituida por una caligrafía esmerada que a su vez trata de remedar una letra de imprenta de un libro editado ya, como la versión de un palimpsesto que por azar se encontrara desterrando la importancia del autor actual para convertirlo en un amanuense de sí mismo.


Así dice: «Recibo correo de un calígrafo[…] se ofrece a caligrafiar mis prosas y versos[…] Responde preguntando qué poema prefiero. Contesto que el que él quiera. Responde con una foto.» La obra escrita por todos, la respuesta en forma de imagen, la transformación de los múltiples discursos convertida en una foto en un tipo de letra que no cambia el mensaje que ya no pertenece a nadie. Sobre el tema de la continua escritura de la obra, de la literatura incesante, que llega a ser una y la misma


En “Mujer molusco y sin fondo” nos muestra otra de las obsesiones de Ferrer Lerín, el mundo de los sueños y su plasmación por escrito, mezclado además con el nuevo lenguaje inserto dentro de las nuevos medios de comunicación que crea una nueva manera de conexión entre los internautas, un nuevo lenguaje en una nueva época:


«He soñado contigo. Estabas abierta en canal, pero no colgabas de un garfio. Tenía frío y pensé que el interior de tu cuerpo, empapado en sangre, supondría un buen consuelo, pero no fue así, el calor te había abandonado.»


En “La hija de Cora”, nos presenta un texto de tipo realista, en la matriz subversiva del estilo leriniano, texto que supone una novedad en cuanto al material al que acompaña, puesto que no había sido publicado tampoco con anterioridad, y que detalla el proceso  degenerativo del cáncer, quizá un reflejo temático de aquel temor de “hombre sensato” que teme a la muerte del Libro de la confusión.


«[…] y me besa en la mejilla. Alguien dice "es la hija de Cora" y luego en la calle de la acequia, la de los ricos, la veo pasar con unas amigas, quizá polacas o quizá gitanas».


Hay toda una gradación temática e intelectual del proceso lírico de Lerín que nos ofrece y que nos explica en el principio de la obra y que nos da una visión de su proceder lírico, una obra basada en la palabra, en ”La palabra”, o, por ser más específicos, en el léxico, que es la principal preocupación del poeta, la exactitud calibrada que hace tan característica su poesía no simbólica, de raíz orgánica. Hasta la última pieza de la primera parte “Definición de poema” donde nos da una visión global  de la suma de interacciones de vocablos hasta cristalizar en el texto poemático.


«[…]La Palabra se fue perdiendo / encogía /al final solo quedó un resto / nada de importancia / una sombra / que nadie ya quería / quedó solo esa cosa laxa / esa cosa de materia fea / que ustedes pronto adivinan. ///


Hasta “Definición de poema”, donde parece que esa palabra queda encarnada: «Un poema es el espacio en el que el aire queda atrapado / en el que se conserva el habla de las aves / y donde habita el gran rey de los desiertos,[…] Un poema incomoda con la duda / a quien alimenta a las tórtolas turcas /a quien seduce incólume al emisario, […]hombres displicentes diestros como nosotros / en el ejercicio de la muerte sobre estólidas masas[…]»


Ese es el trayecto, de la palabra al texto, recorrido ascendente, interminable, la música única como cómplice en contra del olvido en camino análogo al de su producción lírica, de la etimología significativa al texto producido por acumulación de espacios colindantes que cohabitan en alegre disyuntiva en la diacronía textual de Lerín.


 Grafo Pez, es otra incursión en la profundidad hermética leriniana, un proceso estilístico que nos devuelve la arriesgada labor de un poeta que sabe que su producción vino para mostrarnos una realidad diferente, ya que todo el proceso lírico de nuestro autor, significa un antes y un después en la poesía española y, cuyo discurso,  ha sido construido sobre las exequias de la corriente hegemónica castellana, su obra  inaugura los caminos de la otra modernidad.


De lo imperecedero.


Tal vez la inmortalidad.


 
Joaquín Fabrellas

 

 

Francisco Ferrer Lerín, Grafo pez, Madrid, Libros de la Resistencia, 2020.





   
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