Martes, 26 de noviembre de  2024



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Joan-Ignasi Ortuño celebra los 1.000 días de su 'Diario de un náufrago'
ACEC26/3/2014



(Foto:)
 

Reflexiones frescas y contundentes. Crónicas de vida cotidiana, y recuerdos. Emociones y mucho sentido del humor. Todo esto es lo que Joan-Ignasi Ortuño día a día, lleva compartiendo en Facebook a través de su particular Diario de un náufrago. Para ser exactos, el próximo viernes 28 de marzo se cumplirán 1.000 días, y en ACEC habrá un encuentro con el autor y sus lectores para celebrarlo.


Ortuño, periodista inquieto, cuenta que se sumó a Facebook por estar pero pronto se percató que era un buen canal para compartir pensamientos y conectar afinidades. Lo que empezó por diversión se ha convertido en un compromiso diario.  “Me he dado cuenta que hay muchos náufragos con los quién compartir afinidades. Al principio usaba metáforas sobre el naufragio, y empecé sin grandes ambiciones pero estos comentarios se han convertido en una de las tascas a las que más horas dedico”, comenta este poeta visual y gran amante de las artes escénicas.


“Me ha sorprendido mi actitud, escribo sin demasiado afán erudito, pero tengo muchas ganas de comunicar. Soy periodista y lo que me gustaría es contagiar la los lectores son precisamente las ganas de comunicarse. Como personas humanas tenemos que luchar para que la comunicación sea efectiva y real”, detalla el periodista.


Para celebrar los 1.000 días del ciber cuaderno nada mejor que releer algunos de las últimos posts de Ortuño, y dejarnos llevar por sus reflexiones. Aquí va uno de ellos:


“DIARIO DE UN NÁUFRAGO/III (904). Me entero ahora de que hace tres días se celebró el Día Internacional de la Felicidad, instituido por la Asamblea General de la ONU (a ver para cuando uno de los Náufragos y de los Naufragios, ¿eh, señores asamblearios?) y yo con estos pelos. No es que la felicidad me sea ajena o propia, pero es un tema ante el cual, no pudiéndome quejar, sé que la organización (y si es colectiva, mejor) es básica. Es sabido que las desgracias, además de no venir solas, llegan sin avisar. En cambio, la dicha, por muy duradera que sea (baste recordar, como ejemplo tonto, que a los 'felices años 20' les sucedió el 'crack' del 29), exige esfuerzo y sacrificio. Lo que se conoce como "mi gozo en un pozo" o "éramos pocos y parió la burra". Porque era la burra, ¿no?”



   
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