Martes, 26 de noviembre de  2024



Català  


Tugues, pulp
David Castillo7/6/2015



(Foto:at)
 

Después de haber incorporado en su catálogo la reedición del poemario Sang de violí a la teulada, así como un par de libros más, la editorial Emboscall publica un nuevo volumen de relatos de Albert Tugues, Los cuentos de la casa barroca. Se trata de una aproximación bonhomiosa –cómo siempre lo es este autor– pero nunca cándida al mundo de la violencia cotidiana a través del filtro de una literatura un punto gótica, un punto barroca. Él lo ha querido definir como pulp fiction, recordando el título de la célebre película de Quentin Tarantino, pero también los relatos baratos y las historietas, que han entrado en desuso bajo el dominio de la televisión y de los libros de tapa dura con pretensión de best sellers. A los que seguimos su blog Pensión Ulises, el imaginario que presenta Tugues nos resulta familiar.

Por el tipo de personajes que presenta, urbanitas desahuciados del triunfo y anclados en laberintos cotidianos, nos sentimos cerca de los relatos de locura cotidiana de Charles Bukowski, a menudo con el sexo como punto de unión, pero sin entrar en detalle, como si las situaciones grotescas buscaran el desenlace en ellas mismas.

El ejercicio de Tugues resulta estimulante porque está lleno de buena literatura –hemos mencionado Bukowski, pero también habría que citar Cortázar, las historias extraordinarias de Poe o una mezcla entre los films de Kubrick con los de Jess Franco–, sin mostrarse petulante ni ambiciosa, sino tal cual, tal como surge. Entramos en los intersticios de los momentos perdidos del día: la hora de almorzar, personajes devorados por las dudas, gente que se encuentra en un bar impersonal, un amante de mujeres casadas aburridas, la visión de una imagen borrosa bajo el agua de la ducha, una sesión furtiva de sexo entre unos amantes sin devoción..

La presencia de la casa barroca inunda algunos de los cuentos, unifica el volumen. Sin llegar, pero, a ser un tipo de la popular página 13 Rue del Percebe de los tebeos de Bruguera por las diferentes localizaciones, desde uno de los pisos a los locales bajos y los edificios vecinos. Me gusta porque Tugues los escribe nítidos y deliciosamente atractivos. Son barrocos, pero no en la forma; son poéticos en la sugerencia, no en la estructura, y, como en la literatura pulp o en Bukowski, los devoras e irías a comprar más inmediatamente. Los cuentos de Tugues sirven, también, para llevarlos a la playa sin tener la sensación de perder el tiempo.



   
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