Martes, 26 de noviembre de  2024



Català  


Dones sense ciutat. Crónica
M. Iriarte31/12/2017



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Los días 19 y 20 de diciembre se celebró la primera edición de las jornadas Dones sense ciutat, organizadas por ACEC y coordinadas por Marga Iriarte, Eugenia Tusquets y M.Cinta Montagut.

Inauguró las Jornadas M. Àngels Cabré,  escritora, crítica literaria, directora  de l’Observatori cultural de génere. En su magnífica y bien documentada exposición, analizó el recorrido literario de la figura femenina en la obra  Industrias y andanzas de Alfanhuí de Sánchez Ferlosio; Ana Karenina, de Tolstoi y Madame Bovary de Flaubert, donde se proyecta un modelo de mujer que responde al estereotipo romántico, cuyo  objetivo se limita a la búsqueda de la aprobación y el rescate  masculino.  Destacó la aportación de  obras escritas por mujeres, en especial de Charlotte Brontë y su  novela Jane Eyre, que marca un cambio de paradigma en la percepción del papel destinado a las mujeres. Recordó las figuras imprescindibles de Caterina Albert (Víctor Català), Mª Aurèlia Campmany y  Montserrat Roig, escritoras que contribuyeron con su obra a sacar a la mujer del desván misógino.      

 M.Cinta Montagut  trazó  un exhaustivo y brillante homenaje a las mujeres poetas, detalló la evolución histórica y poética,  en la  forma y el fondo,  de la poesía escrita por mujeres. Desde el siglo XV-XVI hasta nuestros días. La construcción del  yo  a través de la palabra. La transición subversiva  del contenido poético, el desplazamiento hacia sí misma, alejándola del objeto externo, masculino casi siempre, hacia la exploración consciente de la condición femenina.  M Cinta Montagut finalizó recordando la herencia capital que nos han dejado las poetas Gloria Fuertes, Gabriela Mistral, Ana Ajmátova, Marina Tsevetaieva, Ingeborg Bachman. Mujeres que escribieron alentadas por una  insobornable dignidad y libertad.   

En la  segunda jornada, Eugenia Tusquets  desarrolló su apasionante exposición destacando la amplia presencia de las mujeres en la pintura,  desde el inicio del Renacimiento y en concreto, Italia y Holanda, época en la que se produce un insólito fenómeno por la gran cantidad de mujeres pintoras, algunas apreciadas y reconocidas en vida y otras, apartadas o suplantada su autoría por pintores,  hombres casi siempre de su entorno familiar y de nombre más cotizado. El examen de la obra pictórica de Lavinia Fontana, Feder Galitzia, Judith Leyster o Sofonisba Anguissola, entre otras,  fue acompañado de un amplio  montaje visual realizado por Eugenia Tusquets. Episodios, algunos hilarantes, explicados con detalle y   erudición, evidencian  el silencio, la  usurpación que sufrieron muchas de estas pintoras en un mundo de canon masculino.

Anna Bofill en su intervención desveló  el misterio de la creación musical y arquitectónica. Inteligencia y sensibilidad unidas, es la isometría de dos espacios íntimos, el  impulso generador de una obra musical extraordinaria de la mano de la arquitectura y el urbanismo humanizador. La conciencia transformadora y progresista es  el territorio utópico, la interrogación que   reordena tiempo y espacio, la  marca de su identidad de mujer, artista y arquitecta.

De su experiencia y recorrido autobiográfico, Anna Bofill se detuvo en su poderosa herencia cultural y familiar, en los proyectos profesionales dirigidos a humanizar el espacio habitable.  Música, matemáticas, arquitectura,  azar y aleatoriedad se mezclan en su vida y obra. El resultado  es la emoción estética convertida en espacio sonoro, en arquitectura, en obra dinámica en continuo avance e investigación. La espléndida exposición de Anna Bofill invita a profundizar en aspectos desconocidos por la mayoría de los asistentes y vinculados al debate feminista: los criterios de género en la arquitectura del siglo XXI.

Marina Durany  inició su intervención interpretando una pieza musical de Kaija Saarihao  (compositora finlandesa) punteada con un recitado personal. Música y palabra  crearon una atmósfera de recogimiento y atención sonora que anticipaba la fuerza conmovedora de su relato personal. Quienes tenemos la suerte de  conocer a Marina Durany,  sabemos que es un  espíritu libre,  su  confesión fue un regalo inesperado para los asistentes. Compartió con nosotros el recuerdo de su  formación musical, exigente y apasionada; la infancia atormentada, sus miedos y desconfianza. De ese magma surge la mujer que es hoy músico y pintora, la artista luminosa que se despliega también en la maternidad, pero sin limitarla ni  imponerle renuncias. Su perspectiva de la maternidad propone otro debate, alejado de la aceptación de que sea un hecho biológico el momento culminante de la existencia de la mujer. Finalizó su inolvidable intervención con la interpretación de “Dolce Tormento”, de la compositora catalana Carlota Baldrís.  
                                                                         
   


   
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