Martes, 26 de noviembre de  2024



Català  


Los adioses de la cultura.
acec11/5/2020



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Falleció Luis Eduardo Aute de coronavirus? Oficialmente murió el 4 de abril de infarto cerebral, pero tras presentar “fiebre y síntomas compatibles con los del coronavirus”, según manifestaron personas de su entorno. 



Antes de Navidad pude ver en el cine Boliche el documental de Gaizka Urresti “Aute retrato”, que recoge su evolución como letrista, músico, escritor, dibujante, pintor, cineasta… Lo que más me llamó la atención es que algunas de sus canciones más conocidas (De paso, Las cuatro y diez…) respondían a procesos de elaboración muy complicados y sofisticados. No era un creador que buscase la comunicación directa sino que ésta le llegaba, por así decirlo, de propina y casi contra su propia voluntad.



No hay más que ver el carácter surrealista de las letras que le lanzaron, como aquel Aleluya que cantaba Massiel: “Un reloj con treinta horas,/El cartel de no funciona,/Una piedra en el vacío,/Otra piedra en el sentido,/Una lluvia en el alma,/Un incendio en las entrañas”. Sin esquivar rimas arriesgadas: “Una madre que amamanta,/Tengo seca la garganta”. Y este texto fue un hit popular de los años sesenta. Sin duda nada que ver con las canciones de Los Diablos.



El documental de Urresti muestra que en las épocas de más éxito era cuando Aute daba los grandes cambios de timón para embarcarse en sus proyectos más difíciles y hasta crípticos, como el casi maldito álbum Sarcófago de 1977 que siguió a su gran momento de la primera Transición, cuando “Al alba” se convirtió en un himno de la nueva democracia.


Por la COVID 19 falleció, a los 64 años, el periodista José María Calleja, el integrante más joven de esta triste lista. Le conocí en Santander, el año 2011, en un seminario sobre “narrativa y periodismo” que dirigía Basilio Baltasar.  Calleja fue uno de los informadores que en el País Vasco se arriesgaron a mostrar una oposición frontal a ETA, su terrorismo y su influencia social, lo que le obligó a moverse con protección durante varios años. Ensayista y articulista ágil, premio Espasa de Ensayo, tertuliano televisivo, pocos días antes de que se declarara el estado de alarma recibí su último libro, Lo bueno de España, que publica Planeta.



Con el oportuno subtítulo “Una crónica histórica ante el ataque nacionalista que reivindica el valor de España”, Calleja se propuso recuperar, según el dossier que le acompaña, un conjunto de “los hechos históricos, las iniciativas y los personajes que nos permiten sentir un orgullo razonable. No se trata de ofrecer una visión nacionalista, patriotera o épica de España, sino de mostrar su lado progresista y moderno. Desde la Constitución de 1812, pasando por la generación del 27 y las maestras de la República, hasta las leyes de Igualdad, la ley de matrimonio homosexual o el éxito ejemplar de la Transición política, entre otros temas”. El libro se quedó en la redacción de La Vanguardia y lo leeré en cuanto pueda, admirado José María.




El escritor chileno Luis Sepúlveda,que murió el día 16 de abril a los 70 años, estuvo entre los primeros ingresados por la pandemia. Su historia editorial resulta significativa. Exiliado de la dictadura pinochetista, cuando vivía en Hamburgo obtuvo en 1988 el premio asturiano Tigre Juan de novela corta con Un viejo que leia novelas de amor , publicada sin que recibiera excesiva atención. Traducida al francés, constituyó un éxito que relanzó su trabajo aquí, y de la mano de editorial Tusquets, se convirtió en un superventas internacional permanente. Me lo había cruzado en la Feria del Libro de Frankfurt en 1996. Promocionaba, en varios idiomas, el libro de viajes por la Patagonia, Paralelo 42, realizado con el fotógrafo Daniel Mordzinsky, y estaba acabando de atar apoyo editorial para enrolarse con su amigo en una caravana que cruzaba Mongolia camino de Samarcanda, con vistas a otro libro de viajes.


Carlos Seco Serrano, el historiador de referencia sobre los reinados de Alfonso XII y Alfonso XIII, vinculado a Barcelona por sus años como catedrático en la Universidad Central, ha sido uno de los seniors –96 años- que han caído víctima de la enfermedad.



Por coronavirus nos dejó Lucia Bosé, la gran protagonista de La muerte de un ciclista de Bardem, a la que me presentó en cierta ocasión Luis Racionero, buen amigo suyo, también desaparecido –víctima de un cáncer- al iniciarse estos meses aciagos.



Y Josep Maria Benet i Jornet, pilar de la renovación dramatúrgica en lengua catalana, el autor, entre tantas obras, de Una vella, coneguda olor y La desaparició de Wendy (el mito de Peter Pan resultó clave para los de su generación, como solía explicar su amigo del alma Terenci Moix).



El periodista Antonio Alvarez Solís, siempre radical, que trabajó en La Vanguardia antes de ser uno de los fundadores de la revista Intervíu. La historiadora literaria Iris M. Zavala. Y el critico de arte Germano Celant, combativo teórico del “Arte povera”, nos han dejado por culpa de la pandemia.



Estos han sido dos meses raros en que se nos han ido también, por distintas causas en principio no necesariamente vinculadas a la COVID, figuras del cine como Honor Blackman –la Pussy Galore de Goldfinger-, Brian Dehenny –un inmenso secundario con talento de protagonista, que a veces también lo fue- y Kirk Douglas; el novelista Antonio Ferres, el músico cofundador de Kraftwerk, Florian Schneider …



Nonagenario, el editor Pablo Zendrera Tomás, perteneciente a la segunda generación de la editorial Juventud, creada en 1923 por su padre José Zendrera, falleció victima “de una insuficiencia respiratoria”. En 1995 Pablo y sus hijos se habían escindido del resto de su familia dejando Juventud para poner en marcha otros proyectos editoriales.


El critico de arte y ensayista Arnau Puig, último superviviente del grupo Dau al Set. A los 94 años murió el ensayista Arnau Puig, ultimo superviviente del grupo Dau al Set, que tuve como profesor de filosofía en la UAB en los años setenta. Y a quien la editorial Comanegra, en los últimos años de su vida, había recuperado como autor, publicándole cinco ensayos sobre temas diversos –Brossa, escamotejador i burleta o el catálogo Pensar la imatge-. Poco tiempo antes de su muerte formalizó la donación de su importante archivo a la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, buena noticia en un contexto cultural de duelo y melancolía.

Sergio Vila Sanjuán
La Vanguardia



   
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