Martes, 26 de noviembre de  2024



Català  


''El hijo del chófer'', Tusquets Editores. Jordi Amat se cuela en la tortuosa mente de uno de los periodistas catalanes más controvertidos
acec17/11/2020



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El 19 de diciembre del 2016, el periodista y abogado Alfons Quintà cargó su escopeta de caza y descerrajó un tiro sobre Victòria Bertran. Luego se suicidó. La noticia saltó enseguida a los medios de comunicación y no hubo ni un solo artículo que no destacara que, algunos meses antes, aquel hombre había escrito una columna de opinión en el Diari de Girona titulada La sort de morir agafant la mà estimada.


Aquello incitaba a confusión: parecía que se trataba de un suicidio pactado por dos personas que se amaban. Pero no, aquel acto no escondía ni una pizca de amor. Solo odio y locura. Quintà era un asesino; su pareja estaba durmiendo. Los periodistas catalanes, sobre todo los más veteranos, lamentaron el suceso. Pero no se sorprendieron. Todos sabían que Quintà era un desequilibrado, un ser lleno de rencor, un auténtico tirano. También un acosador y un maltratador.


Pero al mismo tiempo había sido un enorme profesional que conocía a la perfección los vericuetos de la política, la cultura y la economía catalanas. Así pues, su vida y su muerte –crimen incluido– sirven para resumir las disfunciones de nuestra sociedad durante los últimos cincuenta años. Jordi Amat (Barcelona, 1978) no conocía a Alfons Quintà. Tal vez había leído algunos de sus artículos sin prestar atención a la firma, quizá alguien había mencionado su nombre en alguna conversación, puede que incluso coincidiera con él en algún acto. Pero nunca se había fijado en aquel hombre obeso y malcarado a quien todos evitaban.


Sin embargo, mientras realizaba la investigación para su libro Com una patria. Vida de Josep Benet (2017), tropezó con varias referencias a su persona y, movido por la curiosidad, empezó a hacer preguntas. Y lo que sucedió a continuación es la demostración de que no necesitamos viajar al extranjero ni retroceder al pasado para encontrar grandes historias. Nuestro vecino puede ser carne de un libro maravilloso. Su vida puede ser la versión española de El ­adversario.


No hay en este artículo espacio para repasar todo el currículum de Alfons Quintà, así que bastará con decir que su padre fue el chófer –y la mano derecha– de Josep Pla y que, en consecuencia, pasó la infancia rodeado de los personajes más ilustres de la Catalunya del último tercio del siglo XX. Después, ejerció como periodista en cabeceras tan míticas como Tele/eXpress El Correo Catalán, dirigió el primer programa totalmente en catalán de Radio Barcelona (Dietari), fue el primer delegado en Catalunya de El País, montó nada más y nada menos que TV3, se convirtió en el azote de Convergència en El Mundo y, a partir de ahí, inició un ­descenso a los infiernos en el fallido El Observador, en las tertulias de Inte­reconomía y, al final, en las páginas ­menos leídas del Diari de Girona.


Así pues, un hombre con una de las carreras más impresionantes del periodismo catalán. Y, detrás de todo eso, el odio. Un odio visceral y enfermizo a su padre, a Jordi Pujol, a Lluís Prenafeta y, en definitiva, a cualquier persona que representase la figura paternal. Traicionó a Pla, a Tarradellas y a todos los que le tendieron una mano. Maltrató, vejó y acosó a sus subalternos hasta el punto de obligar a un redactor a afeitarse el bigote por puro capricho o de conseguir que una secretaria se orinara encima mientras la abroncaba. Acosó a las periodistas hasta conseguir que ellas sintieran repulsión al notar su aliento a sus espaldas y maltrató a sus parejas hasta el extremo de perseguir a una pistola en mano.


Así era Alfons Quintà y así lo retrata Jordi Amat en la que podríamos considerar la mejor novela/crónica de la literatura castellana y catalana de lo que llevamos de año. Una no ficción literaria a la altura de Eric Vuillard y Emmanuel Carrère. Desde la primera página, se percibe que el autor tenía perfectamente claro lo que quería hacer con ­esta historia y, como suele ocurrir cuando alguien tiene un plan en mente, el resultado es magnífico.


Es más, no nos arriesgamos demasiado si aseguramos que, con El hijo del chófer, Amat se aleja de esa etiqueta de historiador de la cultura catalana que siempre le acompaña y se sitúa por fin en la estela de los grandes narradores contemporáneos. En definitiva, un libro más que estupendo.


Álvaro Colomer -  La Vanguardia

El hijo del chófer/ El fill del xofer - Jordi Amat

Tusquets /Edicions 62. Traducción al catalán de Ricard Vela


   
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