Martes, 26 de noviembre de  2024



Català  


Las memorias noveladas de Lluís Cabrera
acec16/4/2021



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Catalunya no se comprende sin la voz de sus heterodoxos. Y eso es lo que ha sido toda la vida Luis Cabrera (Jaén, 1954), fundador del Taller de Músics –uno de los fenómenos pedagógicos más importantes de los últimos cuarenta años–, y autor de libros como Els altres andalusos (2005) o Catalunya serà impura o no serà (2010). Amante del flamenco y del jazz, y convencido de que la cultura puede ser una herramienta de emancipación individual y colectiva, publica ahora La vida no regalada, donde novela algunos episodios de su biografía para hablar de identidad, emigración, música y compromiso político.


Cabrera se transforma en un alter ego llamado Luis Almendro. En el lecho de muerte de su padre, reconstruye una memoria familiar que es, al mismo tiempo, la memoria de toda una generación. El protagonista rememora su infancia en el pueblo de Zimbra, en la frontera entre Jaén y Granada, “territorio mágico” que abandona junto a su familia cuando el niño tiene nueve años –encajonados durante dieciocho horas en un camión cargado de camas– para instalarse en el barrio barcelonés de Verdún. Allí, en Nou Barris, descubre el catalán, idioma por el que siente una extraña fascinación. Y allí descubre, también, la cara más amable de la ciudad (la higiene personal ya no tiene que hacerse en barreños), pero también su rostro más inhóspito (el padre, acostumbrado a los trabajos del campo, pasa a ser un trabajador industrial sin calificación profesional).


Las estampas que nos va mostrando la novela (la recogida de la aceituna en invierno, y la siega del trigo en verano) nos permite entrar, al mismo tiempo, en territorios fantásticos, los que construye un niño que se refugia en la imaginación. Aparecen, entonces, personajes quiméricos como Simeón y Tomasa que, respectivamente, habitan la cueva y el cementerio del pueblo al que Lorenzo volverá los veranos. Pero la vida en la ciudad se acelera. En el colegio nacional es testigo de cómo los profesores más interesantes son constantemente marginados. Y, mientras atiende a la llamada del deseo, pronto comienza la lucha social. En cuatro años ha pasado de jugar en las eras del campo andaluz a crecer en un barrio obrero rodeado de fábricas contaminantes. Es la hora de pasar a la acción directa.


El movimiento vecinal es la puerta de entrada a las organizaciones políticas clandestinas, como Bandera Roja. Luis Almendro entrará en la cárcel por su activismo, y será en prisión donde tome consciencia de que la libertad ha de combatir cualquier tipo de dogmatismo. Y la cultura juega un papel fundamental en ese sentido, porque puede funcionar como desencadenante de una identidad que acoja la complejidad sin necesidad de convertirla en un eslogan. Conoce a su maestro, Enrique Morente, funda una peña flamenca con su nombre y comienza a trabajar con músicos –entonces, prácticamente desconocidos– que serán claves en su vida, como Mayte Martín o Miguel Poveda.


Escribir unas memorias, aunque se haga a través de los mecanismos que nos proporciona la ficción, es también un acto político. “No esperes la voz ajena”, nos dice el narrador. El regalo –el de una vida a contracorriente– es escucharse a uno mismo. Antes de que el silencio sea irreversible.










La ACEC le concedió a Luis Cabrera, en el año 2014, el Premio José Luis Gimenéz Frontín




   
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