Martes, 26 de noviembre de  2024



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Siri Hustvedt, ganadora del Premio Princesa de Asturias de las Letras publica el ensayo «Los espejismos de la certeza»
acec22/3/2021



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Siri Hustvedt se adentra en la relación entre cuerpo y mente en «Los espejismos de la certeza», editado por Seix Barral. En conversación con este diario, la escritora apunta su objetivo en esta obra. 


¿El discurso científico ha justificado la supuesta inferioridad de la mujer?

La metáfora de los genes como un «modelo» ha tenido una profunda influencia en la creencia popular y dado lugar a la idea de que los genes determinan inmutables rasgos psicológicos en hombres y mujeres. Por lo general, esos rasgos (las mujeres son cariñosas, emocionales, no pueden hacer Física, etc.) van en detrimento de las mujeres. Sin embargo, el genoma no es un modelo. Es un órgano de la célula y depende del entorno celular. El genoma es importante pero no actúa solo. El campo de la epigenética ha demostrado que la expresión genética depende de muchos factores. Somos procesos dinámicos, no entidades estáticas. La ciencia siempre ha sido moldeada y utilizada con fines ideológicos. En el siglo XVIII, los científicos estaban convencidos de que el trabajo intelectual encogía los órganos reproductores femeninos. Recientemente se han escrito artículos de neurociencia que afirman que las mujeres tienen más comunicación entre el cerebro derecho e izquierdo y los hombres mayores conexiones dentro de cada hemisferio. Incluso si esto fuera cierto, la razón de estos diferentes modos de interconectividad no resulta innata, las vías neuronales son creadas por comportamientos y hábitos repetitivos.


¿Por qué las mujeres científicas no han tenido proyección?

La cultura occidental (y también otras culturas) sigue estando amenazada por la autoridad femenina. La autoridad es poder legítimo, es decir, una mujer tiene derecho al poder. Esto hace que muchas personas se sientan incómodas: muchos hombres heterosexuales de la jerarquía cultural creen que admirar a una mujer es humillante, vergonzoso y poco masculino. Hay muchas que trabajan en las ciencias y sobresalen, pero existe una resistencia a la hora de apoyar, financiar y reconocer sus trabajos. Y esto pasa en todos los campos.


¿Ha escrito este libro para, parafraseando a Hannah Arendt, saltar sobre su propia sombra?

Cité la ingeniosa frase de Hannah Arendt porque quería demostrar lo arduo que es para los seres humanos entender lo que somos, que tenemos que pensar para saber cómo pensamos y eso puede ser un problema. Quería que mi lector conociera las dificultades del problema mente/cuerpo y por qué debería importarnos a todos. Tiene ramificaciones del mundo real en nuestras vidas. El hecho de que la mente haya sido identificada como masculina y el cuerpo como femenino, por ejemplo, durante milenios, continúa atormentándonos, y solo reconfigurando nuestros pensamientos acerca de esta falsa división y entendiendo que todas nuestras categorías son provisionales, seremos capaces de lograrlo. cambiar los hábitos encarnados de nuestro pensamiento. La duda es un motor de pensamiento creativo.


¿Cómo ha vivido este último año de incertidumbre?

Como todo el mundo en el planeta, con gran incertidumbre. La política hizo que las miserias de la pandemia fueran aún peores en Estados Unidos. Epidemiólogos, expertos en salud pública, ecologistas y virólogos predijeron una pandemia, aunque ninguno de ellos pudo saber cuándo llegaría. Los gobiernos deberían actuar sobre la base de la ciencia. Esto no significa que los virus se comprendan completamente o que los científicos siempre tengan la razón. Los virus son omnipresentes dentro y fuera de los cuerpos humanos y queda mucho por entender sobre cómo funcionan, de qué manera algunos son beneficiosos y otros, perjudiciales. La entrega rápida de vacunas es una gran historia de éxito fundada en muchas décadas de importante trabajo científico, pero descubrir una vacuna eficaz es bastante diferente a penetrar en todos los misterios de este u otros virus. Me gustaría destacar a Katalin Karikó, una científica nacida en Hungría, que trabajó, primero en su país y luego en Estados Unidos, durante décadas en el ARN mensajero y la creación de su versión sintética para curar enfermedades.


¿Pudo lograr su objetivo?

A pesar de la incapacidad de obtener financiación, el escaso apoyo de sus colegas científicos y las degradaciones en la universidad tan severas, estuvo tentada de dejar la ciencia por completo, pero perseveró. ¿Por qué la gente no pudo ver el valor de su trabajo? No hay duda de que existen muchas razones, pero es una advertencia para todos nosotros de que podemos estar ciegos a la brillantez. Su trabajo ha sido crucial para dos de las vacunas actuales, Pfizer y Moderna. Sospecho que vendrán muchas más.






   
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