Martes, 26 de noviembre de  2024



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Entrevista a Débora Castillo, autora de “Poco bebo para lo mucho que tengo que tragar”
acec18/5/2021



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La escritora barcelonesa Débora Castillo debuta en la novela con la comedia “Poco bebo para lo mucho que tengo que tragar”, un título acertadísimo para todos aquellos que hemos tenido que pasar malos tragos en la vida y la botella ha sido nuestra más fiel compañera. Esta jocosa obra dará al lector/a momentos de alegría o, al menos, de humor sanísimo que le reconfortará el alma. Si Miguel de Cervantes desmontó las novelas de caballería con “El Quijote”, Débora Castillo desmonta la novela romántica con "Poco bebo para lo mucho que tengo que tragar".


La protagonista de la novela, Clau, es lo que se podría llamar una mujer florero que quiere seguir siéndolo, pero que el marido la ha dejado plantada. Con esa premisa, se enfrentará a todo el mundo con la sola compañía de Antonia, la empleada de hogar de su ídem. Toda una historia de fina ironía donde se mezclan las corrientes más actuales del feminismo, del clasismo, del despotismo filial y de las malas madres. Débora Castillo consigue en su narración no sólo hacernos reír, también reflexionar sobre esos males actuales que no sabemos bien cómo enfrentarnos a ellos. En la entrevista nos da algunas claves de su novela para hacer más provechosa su lectura.


“Poco bebo para lo mucho que tengo que tragar” es su primera novela. Anteriormente un relato suyo quedó finalista en la Cosecha Eñe de 2016. ¿Cómo surgió la idea de ponerse a escribir?

Bueno, la idea de escribir estuvo ahí siempre. De pequeña recortaba los personajes de los tebeos, les cambiaba el nombre y los enganchaba en una libreta y escribía historias con ellos y ellas de protagonistas. Después estudié ilustración, pero enseguida me di cuenta de que dibujar era algo privado, para mí, para desconectar, que lo que de verdad quería enseñar, en lugar de mis dibujos, eran mis historias. Y entonces fui a una escuela de escritura y ahí empezó todo.


¿Es recomendable hacer algún taller de escritura para enfrentarse con éxito a esta profesión?

A mí me fue bien; tuve buenos profesores como Rodrigo Díaz Cortés, ganador del Premio Vargas Llosa en 2007 y del Premio de Narrativa Ciudad de Valencia en 2018, que me ayudaron a identificar reglas que ya seguía de manera inconsciente y a descubrir algunas nuevas. A escribir se aprende, como a todo, pero hay que tener esa perspicacia para saber ver dónde está la historia y cómo contarla. Yo creo que, sobre todo, lo que hay que hacer para escribir es leer, mucho y variado.


¿Cómo ha sido su experiencia para editar su primer libro? ¿Cuál fue el proceso de publicación?

El proceso ha sido duro y largo. Mucho del mérito lo tiene Meucci Agency, mis agentes literarios, que creyeron en la novela desde el principio, casi más que yo. Sin su apoyo no creo que hubiera conseguido publicar.


¿Cuánto tiempo tardó en escribir el libro?

En escribirlo poco, unos tres meses. Lo que me llevó más tiempo fue montarlo, construir la trama, los personajes. Yo me pongo a escribir cuando sé todo lo que pasa de principio a fin. Soy desorganizada por naturaleza y es la única manera de no irme por las ramas.


El lector que abra su libro. ¿Qué se encontrará una comedia romántica y una novela de humor?

Se encontrará una comedia escrita siguiendo los parámetros de la novela romántica, pero con la intención de desmontarlos, desde el humor y la ironía. Por ejemplo, el hecho de que a las mujeres siempre nos acaba rescatando o validando un hombre con más conocimientos o experiencia.


En España parece que el humor vende poco y está mal visto. ¿Qué opinión le merece este aserto?

Pues estoy muy de acuerdo, el humor, generalmente, vende mal y, si el tema que se toca es el de la reivindicación feminista, mucho menos, a no ser que la historia se presente en forma de viñeta. Es un tema que merece seriedad y respeto, pero hay que perder el miedo a reír de lo incorrecto, porque en el humor, la mayoría de las veces, lejos de banalidad, hay mucha crítica y reflexión.


La protagonista de la novela es Clau, una madura en proceso de separación. ¿Cómo definiría a su protagonista?

Claudia es una mujer de algo más de cincuenta años, con una buena situación económica y que dejó de trabajar para casarse y ser madre. Treinta años después, su marido le anuncia que la abandona por una mujer más joven y ella descubre que nada de lo que creía suyo lo es, ni su marido ni su casa ni sus amigas. Y lo peor es que también se da cuenta de que no dispone de ningún recurso para enfrentarse a esta situación. Claudia tiene que empoderarse a los cincuenta sin tener ni idea de cómo hacerlo.


Su única ayuda es Antonia, su empleada de hogar. ¿Son las dos una especie de Quijote y Sancho Panza?

Un poco sí, pero con matices. Claudia también persigue molinos de viento, pero afortunadamente, recobra la cordura, y Antonia es fiel compañera de desdichas, sin embargo, su rol es más el de bajar a Claudia a la Tierra, a la realidad de lo que está viviendo a base de pescozones y de decirle verdades como puños que a veces cuestan de encajar.


La sociedad en la que vive Clau es la alta burguesía. Éxito, fachada, juventud, clases de yoga… ¿Se está banalizando nuestra sociedad con tanto culto a la imagen?

¡¡Ufff!! Desde hace tiempo. La imagen es muy importante en detrimento de otras aptitudes y, en lo que respecta a las mujeres. El culto a la imagen es una manera de exigirnos conservar nuestra juventud, y ese es otro de los mensajes del libro, no ser joven no implica dejar de ser una parte útil de la sociedad.


Clau pierde el amor de su vida en lugar de empezar de cero escoge plantear batalla. ¿Por qué lo hace?

Primero porque su estatus es muy bueno. Y después, porque está asustada y no tiene ni idea de cómo empezar de cero.


Podríamos definirla como mujer florero que lo quiere seguir siendo. ¿Hay egoísmo en su postura o es solo amor?

Claudia sigue queriendo a Plácido con ese amor de años que muchas veces se da por garantizado, pero sobre todo, se siente perdida cuando le arrebatan lo que tenía. ¿Egoísmo? Sí, claro, pero es que el egoísmo no siempre es tan censurable. Ese es otro mito que hace falta derribar cuando se habla de las mujeres, el de que llevamos el amor, la entrega y el sacrificio grabados a fuego en nuestro ADN, porque hay veces que deberíamos de mirar un más por nosotras y un poco menos por maridos, hijos e hijas que creen que estamos ahí de manera incondicional, siempre disponibles para lo que se necesite.


También tiene ciertas características de la típica perdedora. Incomprendida por sus hijos es el hazmerreír de sus amistades y sin embargo quiere seguir luchando. ¿Es la soledad el mayor fantasma de ella?

No es su mayor fantasma, pero es uno de ellos. Su peor pesadilla es descubrir que ella, por su edad, ha dejado de ser “correcta”. Su marido la cambia por una más joven, su hija la trata como a una inútil funcional, no está capacitada para ninguna de las ofertas de trabajo…


Ha escogido para escribir su novela la primera persona. ¿Ha preferido meterse en la piel de Clau en vez de hacerlo desde un narrador más distante?

Escogí la primera persona y narrar en presente para que los lectores y lectoras empatizasen con Claudia y vivieran los acontecimientos al mismo tiempo que ella.


También ha escogido un desarrollo lineal en el tiempo. Casi doce meses de auténtico calvario visto de manera cómica. ¿Es el humor la mejor arma para tratar cuestiones espinosas?

Para mí, sí. Si no la mejor, una de las más potentes. Como he dicho antes, desde el humor y sobre todo, desde la ironía, se pueden decir verdades del tamaño de catedrales; me gusta pensar que hay gente riéndose de las ocurrencias de Antonia o de las desgracias de Claudia mientras por dentro piensa, con un poco de vergüenza, que se está riendo de los peores momentos de una persona.


¿Hay final feliz para la historia o ha preferido dar un mensaje optimista?

Las dos cosas. Hay un final feliz, aunque eso no implique un final de novela romántica y hay un mensaje optimista para todos los que rehúsan creer que “sus tiempos” han pasado. El tiempo de una persona dura mientras vive, le pasan cosas y se lanza a vivirlas.







Foto: de la Autora


   
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