Martes, 26 de noviembre de  2024



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El detective Pepe Carvalho, un rojo en el género negro que cumple 50 años
acec2/2/2022



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Pepe Carvalho sigue observando el devenir de la ciudad con esa mirada suya penetrante que tiene una mezcla de desencanto y códigos inquebrantables de viejo resistente que va a defender hasta el final, incluso aunque no valga la pena. Carvalho nació de ese caldero donde se guisaban tantas cosas a la vez que era el cráneo privilegiado de Manuel Vázquez Montalbán. Él se definía a sí mismo como «periodista, novelista, poeta, ensayista, antólogo, prologuista, humorista, crítico, gastrónomo, culé y prolífico en general». Prolífico, más bien estajanovista habría que decir, porque no podía parar quieto, con esa capacidad de trabajo que parecía infinita hasta que su corazón se paró de golpe en 2003.


Se crio en la Plaza del Pedró de Barcelona, en el popular barrio que ahora se llama El Raval y antes era el Chino, un rincón de la ciudad que al caer la noche podía resultar poco recomendable para forasteros desprevenidos. Fue hijo único de una modista y de un militante del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) al que no conoció hasta los cinco años porque estaba de vacaciones pagadas en la cárcel. Las calles fueron su primera escuela y el activismo, su primer amor. Desde muy joven militó en el Frente de Liberación Popular (FELIPE) y después en el PSUC en el inicio de los años 1960 e incluso llegó a ser miembro de su Comité Central. Algo que tendría que ver con su novela Asesinato en el Comité Central.


En 1962 un consejo de guerra lo condenó a tres años de prisión por asistir a una huelga en apoyo de los mineros de Asturias y durante su estancia de año y medio en un penal de Lérida, él, que siempre tenía prisa para todo, encontró a la fuerza la pausa para escribir un tratado sobre la información, dos libros de poesía y el esbozo de una futura novela. El tiempo le cundía el triple que a cualquiera.


Al salir compaginó trabajos en editoriales con colaboraciones periodísticas, especialmente relevante fue su entrada en la revista Triunfo y su serie de artículos que hicieron historia del periodismo: «Crónica sentimental de España«. Empezó como poeta y nunca dejó de serlo. En 1967 publicó su primer poemario, Una educación sentimental. En 1972 llegó su primera novela: Yo maté a Kennedy. Era policiaca, un género que no estaba de moda en España, que la crítica conservadora consideraba de cuarta fila y que la intelectualidad de izquierda despreciaba por superficial. Pero Vázquez Montalbán, siempre tenaz, acabaría convenciendo a todos de que se equivocan. En esta primera novela aparece un personaje que ya es mito literario: el detective privado Pepe Carvalho.


Carvalho está construido con el mismo metal indestructible de los grandes detectives clásicos norteamericanos: por más golpes que se lleve nunca deja a medias un caso, nunca se deja impresionar por el dinero ni por el poder. Si acaso, se puede dejar impresionar hasta las lágrimas por una fabada asturiana o un bacalao al pil pil en su punto exacto de cocción. Porque otra de las cuestiones en que ha sido pionero Vázquez Montalbán es en dotar a su personaje de un excelente gusto gastronómico. En las novelas de Carvalho hay recetas de cocina enteras, que él mismo había testado previamente en la olla y en el plato.


A lo largo de una veintena de novelas iremos conociendo a Carvalho y su mundo, entre el bullicio de Las Ramblas junto a Biscuter y Charo, y su retiro solitario en una torre en Vallvidrera. Carvalho es observador, sarcástico e insobornable y a lo largo de los casos a los que se enfrenta iremos viendo los entresijos de la sociedad española de la época con empresarios que tienen conexiones con el poder, políticos conservadores con vicios ocultos o mafiosos de altos vuelos que al final siempre escapan porque la ley está hecha a su medida.


La idea de convertir a Carvalho en detective surge de un reto: en esa España de los 70 en que la élite de la alta cultura despreciaba con desdén la cultura popular, él se propuso demostrar que la novela de detectives, considerado entonces un género culturalmente ínfimo podía ser mucho más rico, vivo y profundo que mucha de la literatura arrogante, acartonada y academicista del tardofranquismo. Pepe Carvalho es un detective atípico: de origen gallego pero barcelonés hasta la médula, con oficina a pie de Las Ramblas y olfato de barrio chino, pero con casa en Vallvidrera para poder ver la ciudad también en la distancia. Coherente y contradictorio: antiguo militante comunista pero también agente de la CIA. Desencantado y sarcástico, pero nunca cínico con los que sufren. Lector que hace arder los libros en la chimenea, gastrónomo y mujeriego, con novia prostituta pero enamorado de su libertad. Y, por encima de todo, las novelas de Pepe Carvalho nos muestran un fresco de la Barcelona y la España de su época: la transición, el felipismo, la Barcelona pre y post olímpica…


No hay duda de que Carvalho tiene mucho, casi todo, del propio Vázquez Montalbán. El detective también militó en su juventud en el Partido Comunista de España y pasó por la cárcel por su activismo anti franquista. Y, como le pasaría al propio Montalbán, acabaría desencantado. Aunque, que se sepa, no llegó al extremo de Carvalho de trabajar como agente de la CIA.


Este detective Pepe Carvalho que Vázquez Montalbán inició como un experimento se convirtió en una exitosa serie de 23 libros y adaptaciones en el cine y la televisión, que concluyó con la publicación póstuma de Milenio Carvalho en 2004, tras su inesperado fallecimiento en el aeropuerto de Bangkok a los 64 años por un fallo cardiaco. Su pasión por la gastronomía era tal que en su testamento indicó que a su muerte se le incinerara y que sus cenizas fueran esparcidas en la pequeña Cala Montjoi de la Costa Brava, sede del restaurante El Bulli.


Manuel Vázquez Montalbán nos dejó, pero Pepe Carvalho sigue con nosotros. Hace tres años el escritor Carlos Zanón aceptó el reto de devolverlo a las librerías y lo hizo con una deliciosa novela titulada Carvalho, problemas de identidad. El Festival BCNegra, que se inicia mañana día 3 de febrero dedicará una especial atención a rememorar ese medio siglo de Carvalho que tanto ha influido en el auge de la novela negra en España. Un festival que otorga cada año uno de los premios de novela negra más prestigiosos de Europa en nombre de Pepe Carvalho y que este año el jurado -en el que participa Daniel Vázquez Sallés, hijo de Manuel Vázquez Montalbán- ha entregado al novelista norteamericano Don Winslow.





 




   
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