Martes, 26 de noviembre de  2024



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Margaret Harkness: la “solterona independiente” que noveló a la mujer obrera Pese a haber influido en Jack London y George Orwell, la obra de esta escritora apenas se lee fuera de los círculos académicos
acec20/5/2023



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Pocas cartas influyeron tanto en la novela realista de finales del XIX como aquella donde Friedrich Engels la definió como “el retrato de tipos habituales en su entorno cotidiano”. Sin embargo, apenas se sabe que el mensaje era para Margaret Harkness, una escritora comprometida, feminista y cosmopolita, inédita en español.


Fallecida hace cien años, Harkness nació en 1854 en Worcestershire (Inglaterra), en el seno de una familia acomodada. Pese a su educación para ser madre y esposa, en 1877 se fue a Londres huyendo de su familia, que quería verla casada, y se hizo enfermera, labor que compaginó con sus primeras incursiones periodísticas (Women as civil servants, su artículo inicial, apareció en 1881).


En 1882, Harkness dejó la enfermería por el periodismo. Antes, había obtenido el carné de la Biblioteca del Museo Británico, donde impartió varias conferencias sobre la historia de Asiria y Egipto, reunidas en Assyrian Life and History (1883) y Egyptian Life and History According to the Monument (1884). Además, allí conoció a las intelectuales Olive Schreiner, Clementina Black y Eleanor Marx, con quienes mantendría una gran amistad durante el resto de su vida (Harkness amadrinó a la sudafricana Schreiner a su llegada a Londres, y le dedicó su segundo artículo, donde menciona por primera vez su interés por la mujer obrera).


Esa naciente inquietud por la mujer trabajadora coincidió con una dura época para Harkness. En 1885 perdió a su padre y dos hermanos, y se mudó al este de Londres. La explotación laboral, la desigualdad social y la violencia machista que vio allí la incitaron a escribir seis novelas sobre los suburbios ingleses, que firmó –como sus textos periodísticos– como John Law, para no ofender a su familia. Algunos críticos piensan en cambio que el seudónimo masculino la legitimaba, y también hay controversia sobre su origen: para unos, fue un gesto feminista por ser Law el apellido de soltera de su madre; para otros, es una referencia al economista escocés John Law, considerado precursor del socialismo estatal moderno.


Sea como fuere, su primera novela –A City Girl (1887), “una pequeña obra de arte”, según Engels– es un alegato feminista que, no obstante, enfadó al alemán “por mostrar al obrero pasivo y dependiente de las élites para sacudirse la opresión”. En su famosa carta, Engels admitía que esa podía ser la situación de la clase trabajadora a principios del siglo XIX, pero no en 1887, después de “casi cincuenta años de lucha proletaria”. Con todo, reconocía que “en ningún lugar del mundo civilizado había obreros más alienados que en el East End londinense”, e instaba a Harkness a mostrar un proletariado activo en otra novela.


Margaret asimiló la crítica: su segunda novela, Out of work (1888), es una de las pocas que critican el despilfarro de los fastos de la monarquía en los suburbios londinenses. Y como John Lucas indica en el prólogo a la edición de Merlin Radical Fiction, Out of work es, además, la única novela publicada poco después del Bloody Sunday (manifestación obrera en Londres, en 1887) donde los obreros son “seres individualizados, no una turba peligrosa que urge aplastar”.


Out of work tuvo unas buenas ventas, y en 1890 se publicó un perfil de su autora, con su único retrato conocido. Ambas novelas coincidieron asimismo con la militancia socialista de Harkness, quien, a finales de la década de 1880, dejó la Social Democratic Federation (SDF), a la que había pertenecido tres años por la influencia de Engels, Eleanor Marx y otros miembros del “círculo socialista” de Londres, como H. H. Champion y John Burns.


Ese viraje político lo refleja su tercera novela, In Darkest London (1889). En ella, Harkness describe la labor en el East End del Ejército de Salvación, una organización dedicada, según su fundador, a “alcanzar con el mensaje del Evangelio de Jesucristo a quienes consideraban menos conocedores del mismo, a los que estaban atrapados en los sectores más golpeados por la pobreza, el alcoholismo, el crimen, la desocupación, el hacinamiento y toda la inmensa variedad de males sociales que la Inglaterra de la Revolución Industrial había concentrado en ciertos suburbios de Londres”.

Harkness muestra aquí los “tipos habituales” del East End y, también, sus inquietudes sociales. Así contrapone el “pragmatismo” salvacionista a la “inoperancia” del socialismo, e insta a que los primeros alivien el sufrimiento inmediato mientras los segundos construyen un porvenir sin caridad. Por su parte, Harkness gastó su herencia ayudando a los pobres, y perteneció a los comités de huelga de las cerilleras de Bryant & May, en 1888, y de los cargadores del puerto de Londres, en 1889.


El compromiso de Harkness con la “cuestión femenina” no quedó sin embargo plenamente expuesto hasta publicar Toilers in London: Inquiries Concerning Labour Female in the Metropolis (1889), donde describió los principales empleos de las obreras londinenses, así como en su cuarta novela, A Manchester Shirtmaker (1890). Aquí denunció la precariedad de las costureras de “Algodonópolis”, así como de la industria textil. Pese a las acusaciones de antisemitismo de que fue objeto, su protagonista Mary Dillon es un símbolo de la explotación capitalista y la degradación del proletariado, y, la novela, una joya de la literatura de tema obrero.


En 1890, Harkness inició su etapa cosmopolita, con casi tres décadas en el extranjero. Ese año viajó a Alemania y Austria para estudiar las condiciones laborales de ambos países. Sin embargo, regresó a Londres antes de tiempo, por su mala salud, y asombrada por la pobreza de los obreros germanos: (“En Berlín encontraron a un hombre muerto de inanición en un parque. El caso estremeció al país. ¿Dónde estaba la policía?, se preguntaba la prensa”). Austria le sorprendió en cambio por su “buen trato” a los ancianos: “Todo estudiante de Trabajo Social debería visitar Viena. Allí son duros con los vagos. Sin embargo, para los mayores hay hermosos lugares de descanso donde disfrutan sin limitaciones, con independencia”.


Al año siguiente, Harkness viajó a Australia y Nueva Zelanda para reponerse, y escribir sobre la situación obrera en esos países: “Cuando llegué a Nueva Zelanda, el mar y las estrellas me habían enseñado cosas que deberíamos aprender quienes nos interesamos por las reformas sociales. Yo no puedo enseñar a otros lo que he aprendido. El ser humano debe echarse al mar y aprender de la naturaleza […] Las reivindicaciones laborales en Nueva Zelanda y Australia son las mismas que en Europa. Aquí, los salarios son altos y las jornadas cortas, pero, aun así, quieren ganar más y trabajar menos”. Harkness extendía esas reclamaciones a todo el planeta: “Más salario y menos trabajo es el grito universal de los trabajadores”.


Harkness volvió a finales de 1891 a Inglaterra, donde estuvo colaborando con varios diarios hasta 1894, cuando se fue de nuevo a Australia, para diez años. Al llegar, se instaló en la granja cooperativa Pitt Town, al sureste del país, para escribir su reportaje A week on a labour settlement, sobre una nueva forma de organizarse los trabajadores (para entonces, el rechazo de Harkness a la política revolucionaria y a los sindicatos como instrumentos para el cambio social la había derivado hacia un socialismo ético, centrado en la transformación a menor escala).


Al año siguiente, Harkness se mudó al extremo opuesto del país, para informar sobre un brote de fiebre tifoidea en el poblado minero de Coolgardie. Allí también escribió la novela Called to the bar (1897), sobre la emigración de Inglaterra a Australia por la fiebre del oro. Luego, su rastro se difumina durante varios años, aunque probablemente residió en Perth, donde colaboró con el periódico West Australian hasta 1904, cuando retornó a Inglaterra. En Londres publicó de hecho George Eastmont: Wanderer (1905), su quinta novela de suburbio (hoy inencontrable), y rechazó la propuesta de matrimonio de su excompañero socialista H. H. Champion, lo que prueba su voluntad de seguir soltera (y libre).


No en vano, en febrero de 1905 Harkness volvió a emigrar, esta vez a Madrás (India), donde continuó colaborando con West Australian. Los años que vivió en Asia son, quizá, los más misteriosos de su biografía: por sus cartas fechadas entre 1906 y 1912, apenas sabemos que vivió en Madrás, Calcuta y Sri Lanka. Al parecer, en 1909 publicó en Calcuta el libro Glimpses of Hidden India, reeditado en 1912 como Indian Snapshots. En esa ciudad también aparecieron, en 1913 y 1914, The Horoscope y Modern Hyderabad. Los tres –o cuatro, según se mire– hoy son inhallables.


En 1914, Harkness regresó a Londres, donde cuidó a su madre hasta que esta falleció, en 1916. Luego, partió hacia Francia. Allí vivió unos años de sus artículos, y en 1921 publicó en Inglaterra A Curate’s Promise, su novela sobre el Ejército de Salvación en la Primera Guerra Mundial (y última sobre los suburbios ingleses). Después, se mudó a Italia, y murió el 10 de diciembre de 1923 en Florencia, donde yace en una ‘tumba de segunda clase’. Su certificado de defunción sólo rezaba: “Solterona independiente”.


La obra de Harkness –trece libros y decenas de artículos– gozó de cierta fama en Inglaterra en la década de 1990, por un renovado interés por la historia del East End. Sin embargo, ahora apenas se lee fuera de los círculos académicos pese a haber influido en Jack London y George Orwell, quienes narraron sus experiencias en los suburbios londinenses en La gente del abismo (1903) y Sin blanca en París y Londres (1933).


Para Sally Ledger, los libros de Harkness son interesantes por “mezclar periodismo de investigación y ficción”. Por su parte, Eileen Sypher –autora de la biografía de Harkness en el Dictionary of Literary Biography– afirma que sus novelas “nos permiten conocer la Inglaterra de finales del siglo XIX de una forma distinta a com
o la muestran los autores más conocidos, y no solo son de las pocas obras que reflejan la influencia socialista en la clase obrera, sino que, además, retratan a las mujeres en el movimiento social y en la vida cotidiana de los suburbios”.





   
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