Martes, 26 de noviembre de  2024



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La Reina del diábolo en la Casa de la Torre
acec28/11/2023



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Firmamento recupera ‘El columpio’, de Cristina Fernández Cubas, flamante Premio Nacional de las Letras; una ocasión para entrar en su particular mundo



En mis reseñas, al trazar el perfil de los autores, rara vez menciono los premios. Las razones son varias.

Con frecuencia los miembros del jurado son funcionarios, académicos, gestores culturales o escritores locales prácticamente desconocidos. O prestigiosos miembros de un jurado premian a novelas descaradamente comerciales y de discutible calidad. Por no hablar de escritores consagrados a los que se les han negado los merecidos reconocimientos. Muy distinta es la impecable trayectoria del Premio Nacional de las Letras Españolas, concedido este año a Cristina Fernández Cubas, galardón que coincide con la recuperación por Firmamento de la novela corta El columpio , publicado inicialmente por Tusquets en 1995.


Fernández Cubas nació en 1945 en Arenys de Mar. Como periodista residió en El Cairo, Lima, Buenos Aires y Berlín, de ahí que en su escritura estén tan presentes lo local y lo cosmopolita. Maestra del relato breve, en el 2008 reúne, en edición de Fernando Valls, los publicados entre 1980 y 2006, con el título de Todos los cuentos (2008), y en el 2015 aparece La habitación de Nona . Es autora de las novelas El año de Gracia (1985), El columpio y, con el pseudónimo de Fernanda Kubbs, La puerta entreabierta (2013). Su libro de memorias Cosas que ya no existen , publicado en el 2001, fue recuperado por su fiel editorial Tusquets en el 2011 .


El columpio es una joya de la narrativa breve, perfecta línea a línea, en su desarrollo y en la creciente tensión. “ Un día, mucho antes de que yo naciera, mi madre soñó conmigo”, una “ terrible pesadilla que sólo el tiempo, ayudado por la desmemoria, transformaría en un hermoso, impreciso recuerdo”, lo que explica lo mucho que tiene la novela de onírico y delirante así como de novela de terror, que nos remite en tantos aspectos a la película Psicosis de Alfred Hitchcock. Todo ello narrado con una extraña, apacible placidez.


Eloísa, tras la muerte de su madre, del mismo nombre, escribe a sus tíos anunciándoles su llegada a la Casa de la Torre, en un valle perdido al otro lado de los Pirineos. El conductor del autocar se detiene en una fonda donde entrega la saca de la correspondencia a una anciana ciega. Allí le dan una carta y al instante reconoce su letra. La Casa de la Torre es un lugar misterioso lleno de secretos en la que viven los hermanos de su madre, Lucas y Tomás, y su primo Bebo. Lo primero que le llama la atención es el cuadro con su madre con un diábolo. En el jardín hay un columpio y un diábolo. ¿Por qué su madre juega con él?, se pregunta. Y su rúbrica imita la cuerda del juguete. Se sube al columpio, Tomás la empuja y, al caer, se hiere. Lucas escribe un libro de cocina, Fiebre del valle , y misteriosamente lo hace de memoria, por temor a los adivinos. Eloísa, en un cajón secreto descubre un fajo de cartas de su madre a sus hermanos, todas ellas abiertas y luego cerradas cuidadosamente. ¿Por qué no las contestaban?


Sus tíos organizan una pequeña excursión, una sorpresa. Llegan a la estación y, en lo que es una expulsión, le entregan un sobre con los billetes. Pero no puede viajar sin documentos y regresan a la casa del valle. Más tarde la abandona, se acerca a la ventana del comedor y presencia la cena con la madre ausente como si estuviese presente y oye una voz impostada de niña que le hace entenderlo todo. Y aquí, como Cervantes en el episodio de don Quijote y el vizcaíno, interrumpo la lectura y la dejo en manos del lector que, como yo, sucumbirá ante la magistral recreación de la atmósfera y la absorbente tensión.




   
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