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Arne Worren: su brillante traducción de 'El Quijote' de referencia en noruego, por Mario Lucarda
31/1/2012

Obituario


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Arne Worren murió en Oslo el 16 de diciembre de 2011. Arne Worren deja la traducción de referencia al noruego de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha (I Vl., 1605 y II VI., 1616) escrito por Miguel de Cervantes (1547-1616). Esta obra, que ya había sido traducida al noruego en 1916, fue nuevamente traducida a esta lengua por este sobresaliente hispanista. La traducción de Arne Worren apareció por primera vez en el año 2002. Y, para del cuarto centenario de la publicación de la primera parte de esta obra universal, en 2005, apareció con una introducción de Ben Okri. Por esta traducción, en 2003 recibió el prestigioso premio noruego Bastian y también el premio de la Academia Noruega.

Arne Worren nació en 1924 en Ålesund. Inició su carrera en el mundo de las artes y las letras como empresario de una compañía teatral regional en Rogoland durante cinco años. Hacia finales de los 50 fue contratado por el mismo colegio donde había hecho sus estudios superiores en Volda, Volda offentledge landsgymnas (Volda public junior collage). Experiencias diversas que le permitieron tener una visión amplia de los comportamientos e intereses humanos.

Defendió su tesis sobre Góngora en 1974. Posteriormente ingresó en la Univerisdad de Oslo en el Departamento de Lenguas Europeas de esta Universidad, donde fue Jefe de Departamento durante algún tiempo. Su actividad docente en la citada Universidad duró hasta el año 1994, año en que obtuvo su jubilación.

En la Universidad de Oslo fue miembro del club llamado “Grupo del Barroco”. Y, como podemos ver, varios artículos y prólogos confirman su interés en el tema del Barroco tanto respecto a la literatura del Siglo de Oro como respecto al Barroco europeo. Así, encontramos en sus trabajos el prólogo a la edición noruega de La vida es sueño de Calderón de la Barca (2000), la introducción a la edición noruega de El caballero de Olmedo de Lope de Vega (2001), el artículo "Muerte y fecundidad en la Fábula de Polifemo y Galatea de Góngora", publicado en Orbis Litterarum Volumen 32, Número 1 (1977), y el artículo "El Barroco y el Neo-Barroco", cuyo texto he localizado pero no su fecha de publicación. Además del libro sobre Góngora, Luís de Góngora diktning: Ironi og ensomhet (1974), que debe posiblemente corresponder a su tesis. Su pasión de hispanista por el Siglo de Oro le llevó a realizar un registro de las antiguas bibliotecas nobles noruegas en busca de ediciones de los más destacados autores de este período. Un esfuerzo de investigación en el que pudo comprobar la extensión que adquirió el castellano como idioma franco en la Europa del XVII.

Arne Worren fue también miembro de la Asociación Noruega de los Traductores de Literatura. Por sus publicaciones, podemos observar la diversidad de las etapas culturales de la literatura española que conocía y que llegó a traducir al noruego: El informe del peregrino de Ignacio de Loyola (1993), Rinconete y Cortadillo de Miguel de Cervantes (1991), Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes –donde se publica la traducción de cuatro textos únicamente cuyos títulos no he podido localizar– (2003), la novela Mañana en la batalla piensa en mí de Javier Marías (1998), la novela Donde las mujeres son de Álvaro Pombo (1998), La Regenta de Leopoldo Alas Clarín traducida entre 1995 y 1997, así como una antología del relato breve hispano desde el siglo XIV a nuestros días en Spania forteller: spanske noveller (1999). También como editor recoge  una selección de textos críticos de varios autores sobre literatura hispanoamericana en Oligarquías canto del cisne: artículos sobre novelas latinoamericanas (1988).

El rico y diverso bagaje de intereses de Arne Worren comprendía la pasión por la arquitectura barroca, los viajes, y la música, junto al placer de degustar un buen vino en una selecta comida. A todo ello unía unas dotes inigualables como conversador. Era un mágico narrador de una elegida variedad de temas en los que destacaba tanto su erudición como su fina observación de la naturaleza humana. Entre ellos los relatos, como conocedor de primera mano, de las costumbres y las tradiciones noruegas. Nunca prolijo y siempre acertado hacia los intereses de aquellos que tuvieron el privilegio de su compañía. Su proceder correspondía al epítome de un hombre civilizado amante de la cultura y del trato humano. Compartir con él unas horas siempre fue un enriquecimiento perdurable. Este esbozo de sus rasgos personales atestigua el valor humanista y el calado filológico que impregnan la elaboración y la finura expresiva de su gran logro, la traducción de la obra universal El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.

Por otra parte el talante observador y curioso de Arne Worren le llevó a desarrollar su pasión por los viajes. Entre los cuales destacan aquellos que completaban su propósito de perfilar constantemente su conocimiento de la cultura barroca, de sus obras, de sus aspiraciones y de sus proyectos humanistas.  Como conocedor de casi todas las lenguas europeas era para Arne Worren un placer recorrer las ciudades del continente en busca de arquitectura barroca,  explorando más allá de los comunes valores establecidos. El diminuto patio del palacio de Nicodemus Tessin en Estocolmo; o el palacio de Castle Howard y el palacio de Seaton-Delaval de Jhon Vanbrugh en Inglaterra; los espectaculares palacios o iglesias de Guarino Guarini en Turín; o los palacios, bibliotecas e iglesias del rococó del sur de Alemania, eran elementos que enriquecían paso a paso su ahondar en la percepción acerca el significado de la cultura barroca europea.

La presencia anual de Arne Worren en Barcelona, donde frecuentaba la tertulia de Alberto Blecua, y su dilatado conocimiento de la geografía de la península, de sus ciudades, de sus iglesias y palacios, y también de su cocina y restaurantes constituían una prolongación existencial de su vida. Y lo hacían vivir día a día la lengua y la cultura, dentro de las diferencias de costumbres, gastronomías y lenguas del territorio donde surgieron los textos referenciales del Siglo de Oro. Su fineza intelectual y sensitiva le permitió comprenderlos hondamente y darlos a conocer en su lengua materna.

Mario Lucarda


   
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