Álvaro Colomer publica un libro con los secretos en su oficio de autores como Vila-Matas, Gimferrer, Cercas o Pérez-Reverte
Hará unos treinta años, cuando empezaba en el oficio del periodismo cultural, Álvaro Colomer llamaba por teléfono a Francisco Umbral para indagar sobre los objetos que lo acompañaban es su escritorio. «¿Cree usted que puedo permitirme el lujo de perder el tiempo con este tipo de chorradas?», le soltó el autor de «Mortal y rosa» al novato. Pese a aquel imprevisto, la curiosidad por indagar en escritorios ajenos ha seguido persiguiendo a Colomer. Buena prueba de ello es el volumen que acaba de llegar esta semana a las librerías bajo el título de «Aprende a escribir». En este libro, publicado por Debate, se adentra en las manías, fobias y supersticiones de algunos de los más destacados autores contemporáneos en lengua hispana, en una línea que va de Pere Gimferrer a Paula Bonet pasando por Irene Vallejo, Arturo Pérez-Reverte, Luna Miguel, Javier Cercas, Enrique Vila-Matas o Mariana Enríquez, entre muchísimos otros de una extensísima lista.
Colomer, en conversación con este diario, explicó que «Aprende a escribir» parte de una serie que empezó a publicarse en la revista literaria digital «Zenda». «Soy de la escuela de la revista “Qué Leer” donde hice mucho encargo de voyeurismo. La anécdota de Umbral es real, por lo que es probable que tenga la vena voyeur porque lo que haces de joven te acaba marcando. Este es un libro lleno de anécdotas que le gustará mucho a la gente, pero también es para entender que todo escritor se teatraliza mucho. No es el mismo que cuando están en la calle. En su estudio, en su mesa de trabajo hacen cosas raras que luego quedan curiosas. Por ejemplo, si Fernando Aramburu te dice que habla a un cactus es porque le necesita leer a alguien lo que acaba de escribir. Si Manuel Rivas me dice que hace de Charlot en el pasillo cuando se dirige a su mesa es porque quiere cambiar su forma de ser», subrayó Álvaro Colomer.
«Aprende a escribir» nos llega en un momento en el que algunos hacen trampas al solitario con el empleo de la Inteligencia Artificial, probablemente uno de los grandes peligros a los que se enfrenta ahora el proceso creativo. A este respecto, el autor señaló que «este libro parte de entrevistas realizadas entre 2020 y 2023, cuando aún no estaba tan presente la Inteligencia Artificial. Sin embargo, hay una reivindicación del método. Estoy de acuerdo con la imagen del escritor de antes, pero ya no existe. Ya no se reconoce a un escritor cuando lo ves por la calle, tal vez solamente a Enrique Vila-Matas porque lleva abrigo», dijo.
Precisamente Vila-Matas, en su última novela «Montevideo» habla de la extinción de lo que se podría calificar como «escritor de antes», es decir, esos autores que podías encontrarse redactando en una cuaderno algunos pasajes para una obra futura, una imagen con la que se identificaría a Julio Cortázar o Albert Camus. Colomer considera que «Camus y Cortázar ya ha desaparecido. Ahora Luis García Montero o Luis Landero pueden ir a un bar y no serán asaltados por la calle por nadie. Lo que quiero decir es que los escritores molestados en la calle son los televisivos mientras que los que son literarios no son importunados y pueden pasear sin problema alguno».
El mundo del escritor es, parafraseando a Virginia Woolf, la habitación propia en la que pueden dar rienda suelta de lo que es su oficio. «Es el único sitio en el que los escritores se comportan sin caer en el postureo. Allí pueden hacer lo que quieran, como que Aramburu hable con un cactus. Gonçalo M. Tavares, el único portugués que aparece en este libro, me dijo que le pagaba veinte euros a sus hijos mientras trabaja para que no lo molesten», declaró Colomer.
También aparecen en las páginas de «Aprende a escribir» algunas manías, como las de las correcciones a mano y el uso de la estilográfica por parte de Gustavo Martín Garzo, Luis Landero o Vicente Molina Foix. Pilar Adón, por su parte, tiene la conciencia de no dañar el medio ambiente, por lo que imprime por las dos caras cuanto ha escrito mientras que Elvira Navarro, también con este objetivo ecológico, prefiere corregir directamente en la tablet.
Y, a todo esto, ¿el mismo Álvaro Colomer tiene alguna manía en esto de enfrentarse al reto de la hoja en blanco? «Escribo como alguien de siglo XXI. En un principio no quería internet en el ordenador mientras trabajaba, por lo que acabé instalándome un programa que me capa las redes sociales para no distraerme», aseguró. Igualmente, mientras ha trabajado en algunas novelas, ha llegado a ducharse con gafas de sol, algo que lo aleja, por ejemplo, de Carlos Zanón que escribe con pijama para tener una sensación de abandono.
Foto: Marta Calvo