Martes, 26 de noviembre de  2024



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La era de la información: buenos tiempos para la lírica. XIII Jornadas Poéticas de la ACEC
M.Néspolo11/12/2014



(Foto:atreides)
 

Dos viejos contrincantes enfrentados desde siempre, la poesía y el periodismo, parecen firmar un provechoso armisticio de ida y vuelta en los últimos tiempos. Eso atestigua una figura bicéfala cada vez más extendida: el poeta periodista. ¿O será a la inversa?

Nada más alejado a la tópica postal del poeta contemplativo que el ajetreado ritmo de una redacción. La lírica y los géneros de la información parecen situarse en las antípodas. No en vano ya Roman Jakobson oponía la función referencial del lenguaje a la poética.

Sin embargo, poesía y periodismo tienen más puntos de contacto de lo que se cree. Ambas disciplinas trabajan sobre límites estrictos y la economía es su elemento. Suelen funcionar de manera equivalente como óptimas escuelas de escritura y la figura bicéfala del poeta periodista no es ninguna rareza: desde Whitman, Baudelaire y Darío a Juan Gelman y Vázquez Montalbán. 
Y la paradoja es que son buenos tiempos para la lírica la era de la información a lomos de fibra óptica. De eso tratarán las XIII Jornadas Poéticas de la ACEC (Asociación Colegial de Escritores de Cataluña) los próximos días 16 y 17 de diciembre en el Ateneu Barcelonès, que abrirá la conferencia inaugural de Tomàs Alcoverro.

Quien vive a diario la tensión entre metáfora y noticia es Jordi Nopca (Barcelona, 1983), coordinador del suplemento Ara Llegim, flamante ganador además del Premi Documenta por los relatos de Puja a casa. “Mi poesía aspira a ponerme en ridículo y lo consigue. Es la exposición de algo que he necesitado ocultar durante mucho tiempo. Mis poemas son pequeñas noticias exclusivas en relación a mí”, dice el poeta de La ciutat de la justicia (2014), quien además compara al periodismo cultural con el trabajo en una granja en los versos de Culture is our business. Si los lectores de prensa son voraces pollos que hay que alimentar: “Alimento, un per un, els pollastres / faig la feina amb el cervell foradat / ningú no s’interessa pel que em passa / la cultura fa pudor d’internat”.

Y lo que no conviene perder de vista es que “una de las cosas que determinan a toda la poesía moderna es el rechazo del ámbito periodístico, claro y preciso de la información”, apunta Edgardo Dobry (Rosario, 1962). Pero el poeta del reciente Contratiempo (Adriana Hidalgo) reconoce que “la mayor parte de los poetas importantes ha sido también críticos”. De hecho, él mismo ha recogido no hace mucho sus artículos en Orfeo en el quiosco de diarios. “La crítica, además de formarte, te obliga a tomar posición con tu escritura frente a otras poéticas”, dice el autor cuya “sensibilidad por el lenguaje” lo llevó de la poesía al periodismo, en ese orden. Pero la oposición no está nada clara ni siquiera en su último poemario, cuyo cuarto verso reza: “eso anuncia el diario de mañana”. “Tiene algo de periodístico”, admite Dobry, “pero con la voluntad de cantar esa actualidad de otra manera”.

Al contrario, Jesús Aguado (Madrid, 1961) concibe a una y otro como hermanos siameses. “Los dos están enamorados de lo instantáneo e intentan trascenderlo”, dice el autor de La insomne. Antología esencial (2013). “Yo trato de cruzar ambas disciplinas haciendo poemas que disfrazo de columnas”, aclara quien firma la suya desde hace 15 años en La opinión de Málaga. “Cuando escribo en los medios intento no difuminar el poeta que llevo dentro”.

En la misma línea se sitúa Teresa Costa-Gramunt (Barcelona, 1951), la poeta de la reciente Blau de nit a Praga (Cossetania) que colabora con varios medios en papel y digitales como Núvol. “Tendemos a verlos como opuestos, pero el periodismo de opinión y el cultural a veces son espacios de enorme creación literaria, imposible de condensar en un verso”. Incluso en su caso, puede que la periodista estimule a la poeta. “A veces, de la reseña de un libro surge un poema inevitable”, confiesa quien persigue lo mismo por ambas vías: “el conocimiento y la búsqueda de un poco de verdad que está en cada uno y en ninguna parte”.

“La poesía sería lo opuesto del periodismo en la medida que no remite a la realidad sino a una realidad en sí mismo que apela a otra dimensión de verdad”, explica el crítico de jazz Jonio González (Buenos Aires, 1954), citando a McLeish, pero concede que también “dieron testimonio de la realidad” el Lorca de Poeta en Nueva York o el reportaje lírico de Blaise Cendrars. “En mi caso, el periodismo musical me ha obligado a reflexionar sobre lo escuchado y a practicar una suerte de sinestesia al ponerlo por escrito”, dice el poeta de Ganar el desierto (2009). “No sé si esto ha influido en mi poesía, pero sí sé que a menudo los dos discursos se cruzan y difuminan”.

Cosa a la que también aspira Carlos Zanón (Barcelona, 1966), poeta de Rock’n’Roll (66rpm). “Intento asimilar esa dimensión poética a la escritura, para que cuando haga un reportaje, a pesar de la perdida de subjetividad, siga siendo yo quien escriba”, explica. Una contaminación  que sale ganando el lector, porque “cuando Vázquez Montalbán titulaba una artículo te dabas cuenta que era un poeta”, recuerda. 



   
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