Abuchaibe escribe y recita, sobre todo recita. Sus performances son un acto poético que trasciende el argumento. La voz es forma. Derriba el verso y lo convierte en un gran ambiente poético que inunda al “escuchante” y todo lo que tiene alrededor. Su palabra luminosa parece un destello solitario en medio de una noche donde apenas quedan luces. Una noche larga, muy larga de desventura, donde la creación poética es parca, o se confunde entre la niebla de la sensiblería y la informalidad más chusca. Su poesía expresa el afán de traspasar la niebla para llegar de nuevo al jardín luminoso. Abuchaibe recupera la oralidad, el sentido del ritmo, la lógica formal del hexámetro, la precisión de la forma. Es, en definitiva, un ansia de pureza. El ritmo y el acento de su poesía es moderno y es, al mismo tiempo, atemporal. Rosa indaga en la oralidad, deja en pie solamente un halo de la forma, aunque para ello tenga que deconstruir el argumento y derribar el dato.
A lo largo de su camino poético ha ido presentando la poesía en reuniones literarias y recitales que se han llevado a cabo en centros cívicos y bares de Barcelona. Ha publicado el libro de poemas titulado Rojo. Ha participado en exposiciones de obra plástica mezclando la poesía con la pintura. El nuevo camino abierto es la magia de la improvisación poética.