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'Entrevistas', de Djuna Barnes: un arte literario
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'Entrevistas', de Djuna Barnes: un arte literario
  9/7/2024



L a Micro Ediciones publica una selección de las conversaciones que la escritora mantuvo con personajes de la talla de Coco Chanel, James Joyce y Kiki de Montparnasse a lo largo de casi dos décadas


"Por eso yo digo, ¿qué hay de la noche, la noche terrible? La noche es la alacena en la que tu enamorada guarda su corazón, ella es el ave nocturna que picotea su espíritu y el tuyo, dejando caer entre ella y tú la horrible enajenación de sus entrañas. El goteo de tus lágrimas es su pulso implacable", le cuenta Mathew O’Connor a Nora Flood, quien, en plena noche, ha ido a buscarlo. "Doctor, vengo a que me hable de la noche", le dice la mujer. O’Connor, personaje clave de la novela El bosque de la noche, es el confidente de Nora. A él acude, desesperada por no conseguir el amor exclusivo de Robin, en busca de respuestas. Y en busca de respuestas parece ir también la autora de la novela, Djuna Barnes (Cornwall-on-Hudson, Nueva York, 1892-Nueva York, 1982), en las entrevistas que realizó a lo largo de casi 20 años. La editorial La Micro publica ahora una selección de ellas con traducción de Olivia de Miguel.

"Cuando leo las entrevistas de Djuna Barnes me imagino a esta Nora que camina sola hacia el encuentro con las historias de los otros, y regresa a su casa –y a la escritura– cargada con imágenes complejas, capaces de atrapar la potencia y las sombras", escribe Sara Torres en el prólogo de este volumen. Gran conocedora de la obra de Barnes –es, de hecho, autora de la conferencia Djuna Barnes, entre el bello fetiche y la melancolía–, Torres sostiene precisamente que se puede establecer una relación de semejanza entre Barnes y el personaje de Nora, en cuanto en ambas hay una pulsión por conocer, por preguntar, por asomarse a lo desconocido.

"De Joyce, el hombre, sin embargo, se había oído hablar muy poco", subraya Barnes en la entrevista que le hace al autor del Ulises y a través de la cual la autora quiere llegar al individuo, a la persona que se esconde detrás del escritor. En esta conversación, no solo se percibe esa búsqueda de aquello que no se conoce, sino también la admiración desde la cual se efectúa esta búsqueda, una admiración en la que se entremezclan la curiosidad y la necesidad de conocer: "Yo había leído Dublineses durante la guerra mientras desayunaba por la mañana. Había formado parte de uno o dos comités teatrales durante el tiempo suficiente como para sugerirle la producción de Exilios, su única obra de teatro. Había devorado El retrato, apoyada en un codo y luego en el otro, pero hasta que no leí su última obra no detecté al cantante", señala Barnes. Del texto al hombre y del hombre al texto, este es el doble movimiento que realiza a la hora de construir el retrato de Joyce.

Cada entrevista es una especie de retrato, de ahí que la escritora se detenga en los pequeños detalles, en los gestos y en la vestimenta: "Lleva su exquisito turbante gris, ceñido, con alfileres de perlas en diagonal, dos perlas en las orejas y otras muchas en los dedos", escribe a propósito de Mary Garden. De Coco Chanel destaca su sensatez y naturalidad –"es sensata con ese grado de sensatez que nosotros los norteamericanos consideramos una especie de pecaminosa desenvoltura"– y de Kiki de Montparnasse hace hincapié en "sus ojos perspicaces y chispeantes" que "miran a todos los hombres, sin prejuicios, con total ignorancia del consuelo que ofrece la distinción entre el bien y el mal". 

Frente a sus entrevistados, Barnes es mucho más que una entrevistadora: es la novelista que está construyendo unos personajes para que no sean meros nombres sin rostro. Se sirve de la imagen para iluminar los rasgos de una personalidad que no siempre aflora, escondida tras una máscara que Barnes intenta rasgar de la misma manera que lo hace con sus personajes. De ahí el interés de estas entrevistas: nos permiten acceder a la novelista que, a través del periodismo, observa la realidad y, como dice Torres, se acerca a las historias de los otros para luego transformarlas en literatura.

"De Joyce, el hombre, sin embargo, se había oído hablar muy poco", subraya Barnes en la entrevista que le hace al autor del Ulises y a través de la cual la autora quiere llegar al individuo, a la persona que se esconde detrás del escritor. En esta conversación, no solo se percibe esa búsqueda de aquello que no se conoce, sino también la admiración desde la cual se efectúa esta búsqueda, una admiración en la que se entremezclan la curiosidad y la necesidad de conocer: "Yo había leído Dublineses durante la guerra mientras desayunaba por la mañana. Había formado parte de uno o dos comités teatrales durante el tiempo suficiente como para sugerirle la producción de Exilios, su única obra de teatro. Había devorado El retrato, apoyada en un codo y luego en el otro, pero hasta que no leí su última obra no detecté al cantante", señala Barnes. Del texto al hombre y del hombre al texto, este es el doble movimiento que realiza a la hora de construir el retrato de Joyce.

Cada entrevista es una especie de retrato, de ahí que la escritora se detenga en los pequeños detalles, en los gestos y en la vestimenta: "Lleva su exquisito turbante gris, ceñido, con alfileres de perlas en diagonal, dos perlas en las orejas y otras muchas en los dedos", escribe a propósito de Mary Garden. De Coco Chanel destaca su sensatez y naturalidad –"es sensata con ese grado de sensatez que nosotros los norteamericanos consideramos una especie de pecaminosa desenvoltura"– y de Kiki de Montparnasse hace hincapié en "sus ojos perspicaces y chispeantes" que "miran a todos los hombres, sin prejuicios, con total ignorancia del consuelo que ofrece la distinción entre el bien y el mal". 

Frente a sus entrevistados, Barnes es mucho más que una entrevistadora: es la novelista que está construyendo unos personajes para que no sean meros nombres sin rostro. Se sirve de la imagen para iluminar los rasgos de una personalidad que no siempre aflora, escondida tras una máscara que Barnes intenta rasgar de la misma manera que lo hace con sus personajes. De ahí el interés de estas entrevistas: nos permiten acceder a la novelista que, a través del periodismo, observa la realidad y, como dice Torres, se acerca a las historias de los otros para luego transformarlas en literatura.



Anna Maria Iglesia - abril




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