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Toni Hill: “Soy de la opinión de que las historias nunca se cierran del todo”
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Toni Hill: “Soy de la opinión de que las historias nunca se cierran del todo”
  28/7/2025



T oni Hill (Barcelona, 1966) ya demostró ser escritor de fondo con su debú literario, El verano de los juguetes rotos, trilogía protagonizada por el inspector Héctor Salgado. Una década después repite la maratón con tres títulos que relatan las letales maquinaciones del Verdugo. Una red de tramas y personajes en torno al duelo a vida o muerte entre un psicópata con ínfulas de justiciero que encuentra placer arrebatando la vida a sus víctimas y una brillante criminóloga de mente analítica. Ambos tuvieron infancias desdichadas que les llevaron a esquinas opuestas del cuadrilátero en el que se enfrentan. En La muerte blanca (Grijalbo, 2025), tercera y última entrega, tras El último verdugo y La hora del lobo, encontramos al asesino fugado de prisión, oculto bajo otra identidad en una ciudad cercana a Belfast, donde trabaja de camarero en un pub y asiste puntualmente a sesiones de terapia con un psiquiatra angloindio. Mientras tanto, en Barcelona, Lena Mayoral mantiene una relación sentimental con el subinspector Daniel Jarque, que investiga la desaparición de una niña de cinco años, hija de una pareja en proceso de separación, y la cúpula de Los Hijos de Judas, reorganizada en torno a un nuevo líder, decide abandonar el perfil bajo y salir de la zona de sombra. Con su habitual destreza para explorar la psicología de los personajes, lejos de todo maniqueísmo, moviéndose en un abanico de grises, Hill ofrece un retrato de cómo el cuerpo social reacciona cuando es infectado por el mal, tanto a pequeña como a gran escala. Un relato ágil que se lee con agrado y permite desconectar de los rigores estivales.

¿Cómo te sientes después de esta maratón?
Muy contento, la verdad. Las trilogías tienen un punto agotador, pero al mismo tiempo te permiten profundizar mucho en los personajes principales. También noto un cierto vacío… Echo de menos a Lena y al Verdugo.

Se llama “muerte blanca” a la causada por la tuberculosis, o la que sufren los bebés sin causa aparente. ¿Qué significado tiene en tu novela?
No tomé el concepto en ninguno de sus sentidos más comunes, que son esos que comentas. Los lectores lo descubrirán, pero tiene más que ver con un concepto de muerte como descanso, como huida definitiva.

El desenlace es el que habías imaginado al empezar la trilogía o has introducido cambios sustanciales?
No, básicamente es el que tenía previsto. Los cambios han sido ajustes de la situación, desde dónde se produce a cuál es el escenario concreto, pero la idea estuvo desde el inicio.

¿Cómo has logrado mantener el raccord a lo largo de mil quinientas páginas?
Con mucha atención al detalle… y, en realidad, también “viviendo” las historias con ellos. Transcurren varios años entre la primera novela (2021) y la última (2024), y tanto Lena como el Verdugo, y el resto de personajes, me han acompañado durante todo el proceso.

La historia parece estar cerrada, pero dejas una puerta entreabierta. ¿Habrá una secuela con Lena como principal protagonista?
Soy de la opinión de que las historias nunca se cierran del todo. En mis novelas favoritas siempre me ha gustado pensar qué harían los personajes a partir de ahí, qué les depararía un hipotético futuro… También me gusta dejar a los lectores satisfechos con el desenlace, pero al mismo tiempo algo preocupados o inquietos. De momento, no hay ninguna intención de escribir una secuela, pero ya he aprendido a no decir “nunca” alegremente.

¿Por qué el Verdugo se esconde en una ciudad irlandesa? ¿No sería más lógico que hubiera huido fuera de Europa?
Pues sí y no… El Verdugo está obsesionado con Lena: aunque sabe que debe mantenerse alejado de ella, por su propia seguridad, necesita tenerla relativamente cerca. Por otro lado, él también ha iniciado un proceso para conocerse a sí mismo, y entiendo que debe realizarlo en un lugar al menos parecido a su sitio de origen.

Tu trilogía es una suerte de manual sobre la conducta del psicópata, pero el Verdugo, culto, educado y simpático, rompe los moldes convencionales. ¿Cómo lo concebiste?

No tengo claro si rompe los moldes, sinceramente. Algunos psicópatas son personas de gran éxito social, con un magnetismo personal indiscutible. Trabajé mucho la figura del Verdugo, intenté hacer algo que él sería incapaz de hacer, es decir, empatizar con alguien que necesita matar para sentirse realmente vivo. Me mantuve a su lado, psicológicamente hablando, aunque sus actos me repugnaran.
Sus sesiones de terapia con el amable doctor Kumar son sin duda un desafío. Cómo mostrarse y a la vez mantener el disfraz. No sería nada fácil idear esos diálogos.

Tienes toda la razón, no fue nada fácil, pero me encantan esta clase de retos en los que todo el diálogo parte de un doble sentido. El psicópata sabe que lo es, pero quiere saber por qué, y transforma sus recuerdos y experiencias vitales en algo que puede contar para obtener respuestas. Es un tipo muy inteligente, maquiavélico sin duda, y sin embargo creo que podemos simpatizar con su necesidad de que alguien, un profesional de la salud mental, le ofrezca una explicación a sus sentimientos y emociones. También, claro, le encanta ser el protagonista, y eso lo consigue durante una hora semanal pagando a alguien para que le escuche.

¿La capacidad del Verdugo para adaptarse a distintas identidades no podría revelar un trastorno de personalidad múltiple, aparte de su psicopatía?
No, son cosas distintas. Él sabe perfectamente que no es Jonathan. Su elección de una identidad falsa es muy consciente y muy elaborada. Se divierte, además, engañando a la gente. Una personalidad múltiple implica una disociación; en cambio, el Verdugo es siempre esencialmente el mismo.

A través de la desaparición de la niña de cinco años abordas un tema delicado, el desapego de algunos padres hacia sus hijos, que podría considerarse políticamente incorrecto cuando hoy los niños son sagrados, los reyes de la casa.
Sí, y ha sido un tema complicado de abordar también. Es cierto que en el siglo XXI hemos convertido a los hijos en reyes del hogar, a diferencia de otras épocas, donde básicamente era el padre el que ocupaba ese trono. Es muy difícil plantear ahora una situación en la que un niño o niña no es querido por sus padres, pero sin duda, lamentablemente, es algo que sucede. Por otro lado, creo que la novela negra o el thriller son géneros muy adecuados para explorar muchos temas sin que estos se conviertan en una tesis: puedes tratar desde grandes tramas criminales a crímenes pequeños, intrafamiliares, mucho más íntimos.

El personaje de la limpiadora mexicana Bibiana me ha recordado a Teresa Lanza. ¿Permite la novela negra una dosis de crítica social?

Sin duda. La permite y, en cierto sentido, es algo que define el género. Yo no creo que sea una obligación por parte del autor, pero a mí me surge de manera espontánea.

Uno de los capítulos se desarrolla en BCNegra. ¿Una especie de broma o apuesta?
La verdad es que no, fue algo natural, por el tiempo interno de la novela, y me divirtió mucho recrear un escenario que muchos aficionados al género negro conocen. Es más un homenaje a Hitchcock, con todos los personajes principales congregados en un espacio cerrado, con consecuencias imprevisibles…

Se podría hacer una gran serie a partir de tu ficción. ¿A qué actriz y actor imaginas encarnando a Lena y al Verdugo?
Muchas gracias. Tengo la costumbre de no ponerles caras conocidas a mis personajes: yo sé cómo son, pero no tomo rostros de actores o actrices para imaginarlos, porque eso me aleja de ellos. Pero, puestos a fabular, Michael Fassbender sería un Verdugo espléndido.
¿Puede ser el amor lo que nos convierte en monstruos??
Esa es la gran pregunta. Está claro que el amor es una de las emociones más complejas, más arrolladoras, más desestabilizantes. Hay gente capaz de sacrificarse por amor o por lo que ellos entienden como tal, y, a la vez, lo que seguro que nos convierte en seres desgraciados (para no usar la palabra “monstruo”) es la falta de amor. Nadie puede sobrevivir sin que le quieran, en un sentido amplio del verbo. Yo lanzo la pregunta, corresponde al lector decidir la respuesta.

Qué es para ti un monstruo?
En un sentido amplio, el monstruo siempre es el inadaptado, el rechazado por la sociedad en la que vive. Eso lo lleva a sufrir y, en algunos casos, a vengarse de esa sociedad haciendo el mal. Pero últimamente lo hemos oído aplicado a asesinos cuya conducta criminal nos resulta abyecta e inexplicable. El Verdugo sabe que es un asesino, y lo asume, pero le molesta ser tachado de monstruo, un término, además, muy poco científico, la verdad…


Bel Carrasco - Zenda




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