Contingencias inesperadas
Francisco Gonzalo Prinetti
3/2020
Lo cotidiano, lo esperado, la rutina, el café, el ascensor o la escalera, el metro o la bici, los “Buenos días”. ¿No se rompe a veces la monótona cadena del café, el ascensor o la escalera, el metro la bici y los “Buenos días”? El autor en Contingencias inesperadas nos demuestra que nada está seguro. Surge, de manera inesperada, sin pedir permiso, la sorpresa, lo inesperado que nos cambia el rumbo como las agujas de las vías del tren. ¿Sabemos lo que nos espera mañana? Conocemos el plan, el programa y, de golpe, si avisar, surgen Contingencias inesperadas.
Que se lo digan a Kilian o al urbano Baudilio Buenadicha. Menudo susto se llevó el pobre Regino aquella noche. Don Felipe, con todo el peso de su autoridad se tragó la vergüenza porque en aquella época negra no se estilaba pedir perdón. Aquello fue sencillamente una contingencia inesperada. ¿Se lo esperaba el estudiante Héctor cuando Cristina cortó por lo sano? ¿Quién se esperaba el cambio de agujas del tren de Farners Coll? Parece ser que lo imprevisto, lo extraordinario es parte de lo normal. Se trata de Contingencias inesperadas .
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