El acto empezó de manera bastante inusual: mientras todo el mundo ocupaba su lugar en el Aula dels Escriptors, hasta no dejar una silla vacía, se proyectaba un giff animado donde aparecía Buster Keaton (mencionado en uno de los poemas) pasando páginas del libro A l’hotel, a deshora (Curbet Ediciones). Seguidamente, y después de que Miquel de Palol presentara el acto, poniendo especial acento en el progresivo reconocimiento de la autora en Francia, a raíz de la traducción de su penúltimo libro, Cèlia Sànchez-Mústich dio la bienvenida a los asistentes y leyó un poema a modo de introducción. 

Vicenç Villatoro puso en marcha una entusiasta presentación, estableciendo un irónico y brillante diálogo entre el prólogo del libro (firmado por Vicenç Altaió) y su propia concepción de la poesía, para concluir que A l’hotel, a deshora, no es un juego pero la poeta juega, no es artificio puro pero sí construcción artificial sobre un fundamento de carne humana, y que Cèlia Sànchez-Mústich, coge lo mejor de las dos concepciones de la poesía: la vida y el artificio.

La lectura de algunos poemas se alternaba en las voces de la autora y de la actriz Marta Millà, que aportó un registro interpretativo cálido y personal. También se proyectaron dos vídeos basados en dos de los poemas, y el músico Florenci Salesas acompañó musicalmente algunos de los textos, creando bastante expectación y momentos anecdóticos con el instrumento llamado theremin, patentado en los años veinte, que se toca “sin tocarlo”. 

Vicenç Villatoro comparó la naturaleza de este instrumento con la de los poemas del libro presentado, que “tocan la realidad, sin tocarla”, encendiendo la luz de una imagen para iluminar esta realidad desde fuera. 

Después del último poema, titulado “Brindis”, la autora invitó la audiencia, especialmente cálida, a materializar el brindis con una copa de cava.