El pasado viernes, 25 de julio, se celebró la Tertúlia del Laberinto de Ariadna, con David Yeste, autor del libro de poemas La maniobra de Heimlich, la presentación corrió a cargo de Enrique Clarós y Óscar Solana.
David Yeste (Tarrasa, 1969), músico y escritor, galardonado con varios premios literarios, afirma que es poeta porque no ha podido ser cantante.
Admirador de Bukowski, siente la poesía como algo orgánico, digestivo, esa es la necesidad que le mueve, la energía que acaba siendo inspiración.
Elías Gorostiaga comenta acerca de La maniobra de Heimlich: “ Esta maniobra poética que encierra el título, no solo es un título, le salva la vida antes de terminar convertido, como los demás, en desierto … David espoleado por la editora saca todo lo que le impide respirar bien y todo es poesía, incluso las canciones, algo que puedes decir a una chica antes o después de un naufragio, una estricta promesa para que nadie se salve.”
David habló de la lluvia, le gusta que le llueva, con el poema "En el mismo lugar": “Anoche llovió sobre mí / Y desde mí … / Y lloví sobre el papel donde escribía esto / … Y mirando al sur, el aguacero ahogó cualquier eco. / Y la lluvia y yo, llovimos”.
Contagiados por la fuerza poética que envuelve La maniobra de Heimlich, (Playa de Ákaba, 2014), hubo preguntas, se leyeron poemas, y así terminó el primer semestre de tertulias.
A lo Fahrenheit
Imaginemos, por un momento,
la existencia de una intersección
entre tu sueño y el mío.
Imaginemos que no lo sabemos.
Supongamos, por un instante,
que la luz que emitimos
vibra en la misma frecuencia
en algunas ocasiones.
Fabulemos la circunstancia,
ficticia, casual, necesaria,
de vernos el uno al otro
desde los ojos opuestos
Y entonces …
Solo entonces …
Seamos constructivos:
hagamos nudos con los sobres del azúcar del café.
Seamos resolutivos:
prendamos una hoguera con los libros, a lo Fahrenheit.
Seamos imaginativos:
robemos la llave de aquella habitación de hotel.
Seamos desaprensivos:
quebremos todas las leyes. Excepto las de la piel.