Hace unas semanas Margarita Rivière me llamó para pedirme que participara en la presentación de su libro Clave K, junto a Xavier Vidal-Folch, en la librería + Bernat. Hablaba con voz ronca y susurrante, y en ese mismo momento tuve la impresión de que ella no vendría al acto. Desde hace tiempo un enfisema pulmonar le complicaba, cada vez más, la vida. Finalmente el miércoles pasado estuvo presente en +Bernat mediante una intervención grabada en vídeo aquella misma mañana, el último esfuerzo, porque ya se encontraba muy mal, para apoyar su primera novela, en la que creía y que ahora constituye su testamento periodístico y literario. Aunque con las energías mermadas, el entusiasmo y la vehemencia de Margarita se han mantenido hasta el último momento.
Margarita Rivière ha sido una auténtica institución en la prensa española y en la vida barcelonesa. Ha trabajado como firma estrella en los principales medios del país, fue delegada en Barcelona de la agencia Efe (bajo su tutela se puso en marcha en 1992, año olímpico, el servicio de noticias en catalán), publicó una amplia bibliografía y encarnó como pocas y pocos la figura del periodista progresista de los años de la Transición.
Hija de un importante publicitario, su ascendencia de la alta burguesía le brindó un conocimiento de las interioridades de la sociedad catalana que nunca fue complaciente, sino muy crítico. Interesada en sus inicios como periodista por el tema de la moda, a pesar de que personalmente era la antítesis de una persona presumida, acabó dedicándole varios libros (Diccionario de la moda, La moda ¿comunicación o incomunicación?, Lo cursi y el poder de la moda), que hicieron de ella una autoridad en la materia.
Pasó por el combativo Diario de Barcelona de Tristán la Rosa y por El Periódico, informando y opinando, con voz comprometida, sobre las transformaciones de la época; recogió sus perfiles de políticos de entonces en su volumen de 1984 La generación de la transición. En la segunda mitad de los años noventa pasó a La Vanguardia, donde realizó la entrevista diaria de contraportada, antecedente de la actual “contra”. Un trabajo que recopiló hace poco en Diálogo con la política, la cultura y el poder. En los últimos años colaboraba regularmente sobre todo en El País.
Se la consideraba próxima a posiciones socialistas, algo que a ella no le gustaba oí porque se veía a sí misma sobre todo como una profesional independiente. En los últimos tiempos apoyó con su firma y su presencia algunas iniciativas de los Federalistes d´Esquerra.
Y es que la reflexión sobre los medios, su incidencia social y su relación con el poder político constituyó una constante de su trabajo. En La fama. Iconos de la religión mediática reflexionaba sobre cómo la presión política sobre la prensa de los años del franquismo había dado paso a la presión de los intereses económicos y los gabinetes de comunicación. En El problema, de 1999, analizaba la inestable relación entre Madrid y Barcelona en los distintos niveles de influencia.
Su compromiso permanente con el feminismo quedó patente ya desde los años setenta en libros como el que hizo junto a Santiago Dexeus, Anticonceptivos y control de natalidad, muy difundido y muy influyente, y en otros posteriores, como El mundo según las mujeres o El placer de ser mujer, título irónico ya que mientras lo buscaba “solo recibía chascos, rebuznos, sopapos, graznidos y exorcismos”. “El mejor feminismo hoy es una esforzada sabiduría del porvenir, una sabiduría plural, multidiscilpinar, abierta y curiosa”, señalaba.
Aunque la conocía desde los años ochenta, tuve la oportunidad de tratarla regularmente en los años de despegue de la revista Qué Leer, cuyo modelo había elaborado y que dirigía su marido, el escritor Jorge de Cominges. Con ellos y con Jesús Ulled, Elisenda Nadal y Toni Iturbe nos reunimos mensualmente durante varios años en intensos consejos de redacción amenizados por el humor y buenas dosis de cotilleo.
Margarita, la energía personificada, llamaba la atención sobre los pensadores políticos y sociales más innovadores que iban apareciendo en el panorama. Un tiempo después de esta experiencia, ya con sesenta años cumplidos, tuvo el humor de cursar el doctorado en sociología. Leyó la tesis bajo la dirección de Salvador Giner.
Margarita, ya lo he dicho, era crítica con la sociedad en la que vivía. Hace quince años decidió escribir una novela política cuyos temas guardan notables paralelismos con situaciones de los años ochenta, en el momento de consolidación del pujolismo. Un pequeño ajuste de cuentas con un tiempo y una atmósfera que le disgustaba, pero también un thriller sobre el poder con valor extraterritorial. Ningún editor se atrevió entonces a publicarla. En los últimos meses la situación ha dado un conocido giro y editorial Icaria se ha animado a hacerlo. Clave K es el House of cards de la política catalana y una obra que, sin esquivar la parodia y la caricatura, invita a la reflexión sobre los intríngulis de la vida política.
Querías ver esta novela en las librerías, Margarita, y con tu característico tesón no has cejado hasta conseguirlo. Echaré mucho de menos tu positividad, tan estimulante; tus juicios agudos e informados y tus carcajadas contagiosas. Mi cariño y mis condolencias para Jorge y para vuestros hijos Clara y Hugo.
El velatorio se abrirá hoy 30 de marzo en el Tanatori de les Corts a las 11 horas