Francia y Alemania han firmado una declaración conjunta en defensa de los derechos de autor. Así lo han escenificado en un acto, que tuvo lugar el 31 de marzo, la Ministra de Cultura francesa, Fleur Pellerin, y el Ministro de Justicia alemán, Heiko Maas. Los dos países están dispuestos a defender ante las autoridades y socios europeos una posición común en esta materia.
Esta declaración se produce apenas poco después del informe realizado por la eurodiputada del Partido Pirata, Julia Reda, a petición del Parlamento Europeo, y que provocó cierta controversia en torno al derecho de autor y cómo este debe de aplicarse.
Así, tanto Francia como Alemania se comprometen a llevar a cabo relaciones «fructíferas» y un diálogo regular sobre todo lo relacionado con el derecho de autor. Los dos ministros enfatizan particularmente que los derechos de autor deben ser promovidos como la base de la actividad creativa y debe desempeñar un papel clave en el fomento de la diversidad cultural, la creatividad y la innovación.
Por ello, en la declaración se detallan ocho principios que se llevarán a debate a Europa. El primero, la remuneración de los creadores, seguido de la necesidad de tener en cuenta los modelos de negocio de las industrias culturales y creativas, cuya importancia es fundamental para la economía europea o el acceso a las obras mediante el aprovechamiento de los recursos digitales, entre otros asuntos.
Italia, el último en unirse
Tras la declaración conjunta de París y Berlín, Italia también ha decidido unirse y apostar por una defensa conjunta en pro de los derechos de autor en Europa. De esta forma, el pasado 17 de abril, Fleur Pellerin, y su homólogo italiano, Dario Franceschini, acordaron una estrategia para defender en el debate europeo actual la «visión ambiciosa» que tienen para la cultura y los derechos de autor ante los desafíos del mundo digital.
Además, ambos ministros sostuvieron «el papel fundamental» de esos derechos de autor «en el apoyo a la diversidad cultura, a la creación artística y a la libertad de expresión». A juicio de ambos, «la cultura tiene un papel determinante en la afirmación de una verdadera identidad europea de valores que puede contribuir a la defensa de los principios de libertad, de respeto mutuo y de no discriminación, así como a la transmisión de esos mismos valores a las nuevas generaciones».