La Asociación Internacional de Editores (IPA, por sus siglas en inglés) y la Federación Europea de Editores (FEP) reclaman la exención del IVA para los libros, sin distinguir el formato impreso o digital en que estos vayan a consumirse. Desde este colectivo consideran que sólo así sería posible garantizar el acceso universal a la cultura y contribuir en el avance de la alfabetización digital.
Esta es la demanda que formulan después de analizar los resultados del estudio «VAT/GST on Books & E-books», realizado por la IPA y la Federación de Editores Europeos en 79 países de todo el mundo. Para defender su petición, el director ejecutivo de IPA, José Borghino, argumenta que el libro «es un producto especial que debe tratarse como tal», apuntado igualmente a su importancia estratégica, «especialmente en el ámbito educativo». Según él, tal relevancia ya se demuestra al aplicar un IVA reducido a los libros impresos.
Sin embargo, entre los datos que arroja el informe, uno especialmente llamativo: el 22 por ciento de los países encuestados aplica la tasa nacional estándar de IVA para el libro impreso, un porcentaje que se eleva hasta el 69 por ciento en el caso de los libros electrónicos.
Borghino lamenta que esta distinción esté frenando el desarrollo del mercado de libros electrónicos en general y especialmente de los mercados de lengua no inglesa y lenguas minoritarias. «En el nuevo entorno digital, donde los consumidores esperan precios más bajos y los autores piden más regalías, la aplicación de mayores tasas de IVA en los libros electrónicos aumenta su precio relativo, restringe su mercado y va en contra de numerosas iniciativas para promover la alfabetización digital».
Esta descompensación, resaltan desde IPA, es especialmente sensible en personas con discapacidad, pues a menudo no tienen más remedio que comprar la versión digital de un libro, que es más accesible a las personas con discapacidad visual.
El mercado europeo
En cuanto a los resultados en el mercado europeo, destacan las políticas impositivas de Dinamarca y Hungría. El primero por ser el que aplica la tasa más alta al libro impreso: los daneses tributan un 25 por ciento cada vez que compran un libro, siendo además el único en la Unión que le no aplica el IVA reducido. El caso húngaro llama la atención por situarse como el país que más grava a los libros electrónicos, con una tasa del 27 por ciento.
Desde la Federación de Editores Europeos, Enrico Turrin, recuerda que en Europa 26 de los 28 estados miembros aplican tasas reducidas de IVA a los libros impresos, «en reconocimiento a los beneficios culturales, sociales y económicos de la lectura y la circulación de libros».
Considera que lo lógico sería que el próximo paso fuera aplicar también esa reducción a los libros electrónicos. En este sentido, reclama al Parlamento Europeo que legisle en esta dirección para evitar sentencias como la del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que el pasado mes de marzo afirmó que el marco jurídico actual sobre los tipos reducidos excluye los libros electrónicos cuando se accede a través de descarga o streaming, que ya habían aplicado Francia y Luxemburgo.