La gran agente literaria Carmen Balcells ha muerto en Barcelona a los 85 años. Balcells, nacida en 1930 en la localidad ilerdense de Santa Fe de Dalt, gozaba de enorme prestigio internacional desde hace décadas, y deja como legado su empresa, la agencia literaria que lleva su nombre, con sede en Barcelona.
Conocida como La Mamá Grande por un relato de Gabriel García Márquez, Balcells fue mucho más que una agente literaria para sus autores. No era solo la persona que negociaba los contratos con las editoriales, las traducciones o premios literarios, sino que era una confidente y una consejera. En algunos casos, llegó a adelantarles dinero para que pudiesen escribir tranquilos.
Carmen Balcells fundó su agencia literaria en 1956, en pleno franquismo, pero justo en el momento en que una nueva generación de escritores iba a salir a escena a ambos lados del Atlántico. Desde Manuel Vázquez Montalbán hasta García Márquez —uno de los numerosos premios Nobel que forman parte de su catálogo— Balcells supo aunar el enorme talento literario con enormes éxitos de ventas, una combinación que la convirtió en una de las figuras más poderosas del mundo literario, incluso después de haberse retirado.
La lista de autores cuyos derechos manejó es, sencillamente, apabullante: Pablo Neruda, Vicente Aleixandre, Camilo José Cela, Rafael Alberti, Gonzalo Torrente Ballester, Miguel Delibes, Vázquez Montalbán, Ana María Matute, Jaime Gil de Biedma, Juan Goytisolo, Juan Marsé, Jaime Gil de Biedma, Eduardo Mendoza, Javier Cercas, Carme Riera, Albert Sánchez Piñol, Miquel de Palol, Josep Ma. Castellet y Rosa Montero. Y latinoamericanos, como Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Alfredo Bryce Echenique e Isabel Allende. Por su agencia han pasado varias generaciones de escritores y sin su labor es difícil entender la literatura del siglo XX. Balcells pasa además a la historia como gran impulsora del boom de la literatura latinoamericana.
En 2014, dio una enorme sorpresa al anunciar una fusión con el otro gran agente literario del mundo, Andrew Wylie. Hasta The New York Times le dedicó un largo artículo en el que Balcells decía: "Quiero las cosas claras y bien planchadas". Aquel acuerdo, que un año después aún no se ha concretado, no solo garantizaba el futuro de la agencia, sino que reunía el mayor catálogo literario que se pueda concebir (a la lista anteriormente citada, se sumaban autores como Italo Calvino, Jorge Luis Borges, Guillermo Cabrera Infante, Vladímir Nabokov o Milan Kundera).
Como todos los buenos agentes, tanto Balcells como Wylie se mostraron muy reservados para explicar la letra pequeña de su pacto, que aún está en el aire, pero básicamente consistía en la creación de una superagencia, con autores de primera fila en todas las lenguas posibles, capaz de hacer frente a un mercado editorial lleno de gigantes como la editorial Random House Mondadori y el distribuidor Amazon.