El pasado viernes 7 de julio, a las 18 horas en el Aula dels Escritors de l'AteneuBarcelonès-, la tertulia del Laberinto de Ariadna contó con un colaborador excepcional, el reconocido escritor, poeta, crítico literario y periodista, David Castillo. En esta ocasión el presentador fue José Costero, miembro de nuestro colectivo.
La concesión del último Premio Nobel de Literatura al cantautor Bob Dylan –en octubre del año pasado-, fue el eje central de este encuentro, bajo el título Bob Dylan, “reuníos todos alrededor”. Fue una tertulia muy estimulante, una despedida de lujo para las reuniones del Laberinto de Ariadna hasta el mes de septiembre.
Nuestro invitado, David Castillo, desde 1989 director del suplemento cultural del diario El Punt Avui y biógrafo de Bob Dylan (Bob Dylan, Ed. 62. Barcelona, 2016, versión ampliada de la primera edición, publicada al 1992), nos dio una visión de conjunto sobre la trayectoria personal y profesional del músico, en un tono distendido pleno de anécdotas sobre el creador y sus circunstancias.
Con un discurso nada academicista, David creó un ambiente ameno y participativo. Nos explicó cómo el fenómeno Dylan se empezó a forjar al rescoldo de los cantautores y músicos de los años sesenta en Nueva York, e incidió en la importancia de los movimientos de izquierdas en su obra, entonces muy activos en la ciudad norteamericana. ECastllo insistió, también, en el trasfondo literario que hay a las letras de Dylan. A pesar de que muy pronto abandonara sus estudios en la Universidad de Minneapolis, Bob Dylan siempre ha sido un lector ávido, un auténtico autodidacta. Rimbaud o la generación beat, Kerouak, pasando por Burroughs o Ginsberg, y otros muchos poetas, novelistas y pensadores se pueden rastrear a sus canciones.
En este maremágnum de ideas el joven Bob Dylan exploró entre los diferentes estilos musicales, el folk, el rock, el country, incluso el reggae, entrando en contacto con músicos y personalidades de la contracultura norteamericana. El resultado fue que desde su primer disco al 1962 hasta los últimos trabajos, enla década del 2000,una larga lista de canciones y éxitos han ido creando el mito. Galardones tan importantes como el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (2007), el premio honorífico Pullitzer (2008) o la Medalla Presidencial de la Libertad, concedida por Barack Obama (2012), nos dan una idea de su importancia y eco social.
Sin embargo, los argumentos en contra del otorgamiento del Nobel de literatura son furibundos y los interrogantes siguen sin respuesta. ¿Son comparables los méritos literarios de Bob Dylan con insignes escritores y poetas, reconocidos internacionalmente? ¿No se difuminan con este premio las fronteras que delimitan el concepto de obra literaria? ¿No es una manera de trivializar la literatura, haciéndola, por encima de criterios de calidad, mediática, asequible a todos los públicos? Y todavía se podrían plantear muchas más cuestiones, pero no es el propósito de esta crónica.
Lo que es bien seguro es que el pasado viernes David Castillo, con su elocuencia y conocimientos, dejó patente cómo, controversias a un lado, el cantautor y poeta Bob Dylan se ha convertido en un icono cultural y musical del siglo XX. Tanto que en 2016, con el premio Nobel de Literatura, ha hecho tambalear los fundamentos de la escena literaria mundial.