Hoy que la filosofía huye de las aulas como si fuera un gato escaldado y que los planes de educación van calentando el agua para escaldar al minino, nos alegra la aparición de una historia de la filosofía, aunque sea una historia torcida. Es torcida, llena de humor y muy seria.
En dos volúmenes, Luis Soravilla va desgranando con humor toda la historia de la filosofía, desde la escuela de Mileto y los clásicos griegos hasta Ramon Llull, en el primer volumen y, desde Guillermo de Ockham, que puso la escolástica patas arriba, hasta los actuales generadores automáticos de textos filosóficos, en el segundo volumen.
El humor nos ayuda a penetrar sin complejos en las reflexiones de los grandes pensadores, un humor que hace que nos riamos a carcajadas cuando leemos el libro a solas, pero que habrá que reprimir si no estamos solos, no ocurriera que nos tomaran por locos o, por lo menos, que pensaran que somos sospechosos, ya que eso de que alguien se ría a carcajadas con un libro en las manos crea recelo y desconfianza.
La muerte en las aulas de la filosofía puede hacernos creer que el pensamiento teórico peligra y, para no caer en el pozo del pensamiento único y dirigido, no se nos ocurre otro remedio que mantenernos firmes practicando la duda racional y sistemática y, aún así, crear un espacio mental de pensamiento crítico con humor y sin miedo. Lo digo con humor, como lo hace Soravilla en estos dos volúmenes, porque el humor es reflexión y es un distanciamiento de la gravedad filosófica que, con demasiada frecuencia, nos provoca un rechazo de los textos ontológicos, metafísicos o lógicos.
Leyendo la Historia torcida de la filosofía comprobamos que el humor, en sí mismo, ya hace reflexionar. El pensamiento teórico se vuelve más vivo, mientras la risa nos traslada de los clásicos griegos a la Ilustración y a los empiristas. El humor nos preserva de la desazón que producen los dogmatismos y nos resulta más fácil relativizarlo todo.
Nos cuestionamos el ajetreo de las ideologías y dudamos. Nos reímos del pesimismo de Schopenhauer y con humor admiramos la estrella danzante que Nietzsche puso en el firmamento. Y no sentimos ningún remordimiento ante las escuelas de Cambridge o de Frankfurt. Pensamos sin limitaciones, es decir, filosofamos. El sentido crítico gana en perspicacia y la risa nos estimula la mente y nos cuestionamos sin desasosiego la modernidad y la posmodernidad e, incluso, el humor nos abre una esperanza, una esperanza electrónica, que nos hace confiar en las máquinas del pensamiento, esas que se autoprogramarán y tomarán decisiones políticas que avergonzarán a más de uno de los que apenas han leído a Cicerón.
Los dos volúmenes de Soravilla son dos estocadas de esgrima a favor de la esperanza de la reflexión teórica y del libre pensamiento. Hay que añadir que Luis Soravilla practica el deporte de la esgrima.
Francesc Cornadó
Artículo publicado en el diario Avui
Historia torcida de la filosofía (dos volúmenes)
Autor: Luis Soravilla
Ed. Principal de los Libros