“En el año 92, en la feria del libro de Frankfurt, los responsables de Sony y Microsoft nos dijeron a los editores que nuestro mundo se acababa”, con esta frase Daniel Fernández, editor de Edhasa y presidente de CEDRO, iniciaba unos diálogos organizados por la ACEC sobre la lectura en digital y en pantalla, y continuaba diciendo “aquí estamos, y el que ha desaparecido ha sido el e-reader sustituido por otro tipo de pantallas”.
Al debate de estos años sobre si papel o digital se ha sumado un nuevo elemento acompañado de controversia. Bernat Ruiz Domènech, autor del ensayo sobre las transformaciones del mundo del libro “Desencadenats”; afirmaba que lo que ha ocurrido es que “en estos últimos años hemos creído que estábamos ante una dicotomía entre papel y digital y, actualmente, la elección de ventanas para leer se ha ampliado a: papel, digital y audiolibro”. La incorporación del audiolibro al mercado del libro ha venido con polémica no tanto por si hará peligrar los otros soportes como ¿escuchar se considera leer?
En este punto, la editora de Roca Editorial, Blanca Rosa Roca, fue taxativa: “Creo que el audiolibro puede captar a nuevos lectores, personas a las que les gusta leer y no tienen tiempo y el audiolibro les permite realizar otras actividades a la vez que escuchan. Nuestra editorial está apostando por este formato, a pesar de que la inversión que se ha de hacer es grande, ya que grabar un audiolibro cuesta unos 6.000€, aun así, en mercados como el de México el audiolibro tiene una presencia importante”. Ruiz Domènech recordó que “en la edad media mientras los monjes comían, uno leía. Eso trasladado a nuestra época sería un audiolibro, ¿es leer? Pues no sabría decirlo”. Txexu Barandiaran, asesor del portal de comercio electrónico de las librerías independientes Libelista, afirmó que “el que escucha un audiolibro no está leyendo” aunque después afirmó que sí se ha demostrado que “las experiencias de escucha en la infancia acaban haciendo lectores”.
El audiolibro es una manera de leer o escuchar, según la opinión de cada uno, que ha entrado con fuerza en el mercado del libro. Se dirige a un público que disfruta de poco tiempo y donde las editoriales han visto un nicho para ampliar la masa de lectores. A diferencia de otros mercados que aumentan, como el de segunda mano, el incremento se produce por un crecimiento de lectores y no por el trasvase de los que adquirían libros de novedad y se han pasado a las librerías de ocasión. “Algo de lo que no se suele hablar es que el mercado de segunda mano está en crecimiento. En parte por lectores intensivos que leen en papel y no quieren gastar tanto dinero en libros y también leen en digital por el mismo motivo. Más que un incremento de lectores lo que creo que hay es un trasvase”, afirma Txexu Barandiaran.
El aumento de lectores es una de las principales preocupaciones en la que todos han coincidido. Daniel Fernández planteó que “el gran tema no es el soporte, es la lectura. Hace cinco años se hablaba de videojuegos, hace tres de redes sociales y ahora de series. Hay un consumo rápido de todo. Los lectores están desapareciendo. Se está perdiendo la capacidad de concentración y el nuevo libro no ha acabado de nacer. Ahora podríamos editar libros con sonido y video, pero todavía tenemos la idea del libro tradicional”. En esta misma línea Txexu Barandiaran declaró que “en estos momentos los libreros no deberíamos preocuparnos por los soportes, pero sí de los lectores. Además de trabajar por y para los lectores en los espacios y actividades de alrededor, hemos de conseguir que los lectores ocupen el espacio público”.
Susana Picos
Líbrújula