La crisis golpea a autores y traductores
11/5/2010
Por Antonio Tello
La crisis económica, originada por el estallido de la burbuja
inmobiliaria, la incontinencia crediticia de los grandes bancos y la
especulación con el precio del petróleo tras la invasión de Iraq, ha
colapsado la industria editorial española y latinoamericana. La
situación afecta gravemente a todo el sector, cuyo retraimiento ha
generado un alto porcentaje de desempleo en todas las parcelas de la
actividad y muy especialmente en las que corresponden a los autores,
redactores y traductores profesionales.
Las editoriales en general, para hacer frente a sus dificultades
económico-financieras, han recortado drásticamente su producción anual
de libros, tanto en el número de títulos como en las cantidades de sus
tiradas. La medida parece lógica y razonable ante el retraimiento del
consumo. Sin embargo, esta medida se complementa con otras de carácter
abusivo y nada profesional que ahondan el desamparo laboral de los
autores y traductores, ya ostensiblemente castigados por la falta de
encargos.
Grupos editoriales importantes mantienen su actividad bajo mínimos
editando obras, por cuyos refritos de otras obras originales pagan
sumas ínfimas a sus menguados equipos o a packagers poco escrupulosos
subcontratados para este fin. Esta práctica, a la vez que supone
imponer abusivamente una política de precios a la baja, conculca
mediante el plagio los derechos de sus autores o traductores originales.
El deterioro de las prácticas editoriales ha llegado a límites extremos
afectando de un modo dramático las economías domésticas de los autores
y traductores. Entre las prácticas abusivas más comunes a las que unos
y otros se enfrentan son la ausencia contratos o, en caso de haberlos,
la imposición de cláusulas draconianas y lesivas para los derechos y
retribuciones; recortes unilaterales de las tarifas de redacción o
traducción o de los porcentajes de cantidades a cuenta de derechos de
autor; prórrogas a noventa y hasta ciento veinte días de los pagos a
partir de la fecha de entrega de los textos y traducciones sin el
reconocimiento de los intereses generados por esa mora; exigencias de
cesión total de los derechos de autor, incluso de obras anteriores a la
que es objeto del contrato actual; silenciamiento de la cesión de obras
a terceros; impagos de los derechos generados por las traducciones de
obras a otros idiomas; omisión del nombre del autor o del traductor en
las obras; registro de la obra a nombre de un abstracto «equipo
editorial» en el ISBN, lo que supone, además de los daños morales,
apropiarse indebidamente de los derechos generados por copias
reprográficas liquidados por CEDRO; ocultamiento de las tiradas, etc.
Como si la crisis económica que afecta a todos los sectores productivos
no fuese suficiente, las malas prácticas de no pocos editores han
puesto a miles de autores y traductores, a los cuales habría que añadir
diseñadores, ilustradores, correctores y demás trabajadores
editoriales, en una situación más grave aún de la que de por sí crean
las circunstancias generales de crisis económica. En este sentido, no
hay que olvidar que tanto autores como traductores son trabajadores
autónomos, condición que en la realidad oculta una relación laboral de
dependencia que hace que el trabajador soporte todas las cargas
sociales, aún en los períodos en que no trabaja, y los gastos y costos
de producción que se supone deberían ir a cargo de las empresas
editoriales contratantes. Es tal el desamparo que viven los autores y
traductores que todo parece indicar que sólo una reacción colectiva y
conjunta puede aliviar su situación.
(Publicado en blog de Antonio Tello, Cuaderno de notas de A.T.)
|
|
|
|
|