Rosa Ribas nació en El Prat de Llobregat (Barcelona en 1963) pero desde 1991 vive en Alemania, concretamente en la ciudad de Frankfurt. Novelista reconocida de género negro, en esta trilogía narra las experiencias de un peculiar clan detectivesco. Como contó en la entrevista concedida a Lorenzo Rodríguez y publicada en la revista Librújula número 28, el origen del proyecto literario: “Nace, de hecho, como una saga familiar. Esa era mi primera intención. Hacía tiempo que tenía ganas de abordar el tema de la familia. La parte criminal entra en juego en cuanto tomo conciencia de que una de las constantes de las relaciones familiares son los secretos y de ahí, por una asociación, que en mi caso resulta bastante natural, llegué a la idea de escribir sobre una familia de detectives. Quería jugar con la paradoja de que sean personas especializadas en desvelar secretos ajenos que, a su vez, se ocultan tantas cosas las unas a las otras”.
Con más de 30 obras, Rosa Ribas que empezó a publicar algo tarde, en 2006 apareció su primera novela “El pintor de Flandes”; ha alcanzado gran éxito con sus novelas policiacas. Los dos libros de esta trilogía son novelas negras, pero en ellas se aprecia la influencia de uno de sus libros anteriores Pensión Leonardo, a pesar de no pertenecer al género. “Por completo. Era fusionar dos temas que me interesan especialmente, como son la familia y la parte negra del ser humano, la parte que nos lleva a cometer crímenes. Pero, sí se puede decir que esta trilogía es negra, lo es no tanto por lo que ellos investiguen, sino por el hecho de que trata de las oscuras relaciones familiares. Con Pensión Leonardo comparte no solo que es una historia familiar, sino también la existencia de un espacio, en este caso la casa en la que viven y tienen la agencia, que es más que un mero escenario. La casa familiar, como la pensión en la otra novela, es su centro del universo. Los hijos, aunque se hayan independizado, parecen no poder abandonarla y regresan a ella siempre que les va mal en la vida, como ocurre en el primer volumen de la saga cuando Nora enviuda o Amalia se separa de su pareja. Marc, el hijo, pasa más tiempo allí que en su propia casa. Y, dentro de la casa, el espacio central es la cocina. En las comidas hablan de los casos, se pelean, se reconcilian, se forman frentes y alianzas mientras comen macarrones o arroz a la cubana.”
En el segundo libro de la trilogía Los buenos hijos, Nora se incorpora, tras su misteriosa desaparición, al negocio familiar Hernández Detectives y deberán averiguar los motivos por los que una adolescente se suicida, un caso que cambiará la vida de los Hernández para siempre. Habrá que esperar al tercer volumen para conocer el final de esta familia, porque Rosa Ribas deja vislumbrar muy poco su futuro: «Tengo una idea general de dónde quiero que estén los personajes al final de la tercera novela (de momento pienso en la serie como en una trilogía), sé más o menos cómo van a llegar hasta allí y pronto tanto ellos como yo nos pondremos en marcha. Pero nunca cuento nada sobre los libros que estoy escribiendo. Por dos razones. La primera es que necesito esa tensión interior que provoca tener la idea en mente y solo dejarla salir en el papel. La otra es que, si explico la historia, corro el riesgo de fosilizarla en el relato que hago de ella, lo que le quita la posibilidad de cambiar y sorprenderme. Aunque tenga un plan, suelen suceder muchas cosas inesperadas mientras escribo. Si ya lo sé todo, me aburro y es lo peor que podría pasarme. Mejor dicho, lo peor que podría pasarnos, a mí, a la novela y a los lectores. Como decía, tengo una idea de por dónde van a ir los pasos de los Hernández, pero ya veremos dónde nos encontramos al final.»
De los secretos de los Hernández, Rosa Ribas habló con el periodista Álvaro Colomer, a finales del mes de junio, en el
canal youtube acec. La conversación derivó a los secretos de los Ribas porque, como afirma Rosa, “la familia feliz es una ilusión entre religiosa y publicitaria.”