Jueves, 21 de noviembre de  2024



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Rosa Ribas: "Busco la mirada del naturalista, somos como animalitos"
acec25/4/2022



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Tras muchos años en Alemania, la escritora ha vuelto a Barcelona ("mi primer Sant Jordi como barcelonesa") y nos regala una novela muy distinta, titulada “Lejos” (Tusquets). Esta vez ya no se centra en un barrio ni aparecen los Hernández, esa familia de detectives que nos conquistó, pero sigue habiendo secretos. 


Ha cambiado el barrio de los Hernández por una urbanización.

Lo necesitaba, es que los Hernández son muy intensos. Me urgía un descanso, cambiar de registro. Pero ya estoy trabajando en ellos para el 2023


¿Qué le permitía ese nuevo espacio: Residencial Fernando Pacheco?

Me salió muy castizo el nombre, ¿no? Quería simbolizar esa intención de “cosa faraónica”, de sueños suspendidos en el aire…La historia me rondaba desde que, en 2013, en un viaje a Toledo vi una edificación muy similar. Esas urbanizaciones enormes, megalómanas.


Y sin embargo donde uno puede sentirse muy solo

Totalmente. De ahí el título: lejos, te sientes lejos de todo. O te integras en la comunidad, o te sientes parte del grupo, o quedas excluido. Llegan a ser espacios claustrofóbicos, hogares de seres solitarios en un lugar inmenso.


La historia, a priori, podría ser de terror pero acaba siendo de suspense

Al principio pensé en ese elemento terrorífico, la noche, etc… pero reflexioné : ¿por qué no le das la vuelta? ¿por qué no hacer una historia de amor?


Hace pocos días, en una urbanización de Lloret, un millonario ruso mató a su esposa y su hija y se ahorcó en el jardín…

Las noticias de sucesos nos persiguen, a los escritores. Yo suelo seguirlas. Te ayudan, especialmente, a desinhibirte en el momento de pensar “esto no puede ocurrir”. ¿Que no? ¡Todo lo pensable ya ha pasado! La crónica negra aporta un acerbo de historias.


¿Los ricos también lloran?

Por supuesto, aunque en mi urbanización no son ni ricos, son de medio pelo. Describo ese tipo de urbanizaciones que prometían un ascenso social, una piscinita o esa cosa delirante de un campo de golf en pleno Aragón o en La Mancha. Un anhelo, una trampa.


Su personaje es una mujer recién separada, volcada en su trabajo, que siente cierto desamparo ¿Cómo la definiría?

Al principio del libro es una mujer quebrada. Todo lo que creía que iba a ser su vida se ha hundido. No puede, ni siquiera, tener iniciativa porque es una mujer “atada a un chalet”. A la rutina como supervivencia. Si “él”, el hombre que se cruza, no hubiera aparecido ella no habría podido salir de su laberinto.


No hace ni un año que usted decidió volver a Barcelona después de treinta años en Alemania. ¿Cómo ha sido el reencuentro?

Me costó más de lo que pensaba. Yo llevaba treinta años fuera, en el lugar que yo elegí. Por suerte, me ilusionaba venir porque aquí tengo familia y una buena red de amigas. Pero, claro, dejas muchos afectos ahí… y luego, ¡lo peor fue el ruido!


¿Mucho ruido?

La primera semana fue terrible. Sufrí muchísimo, tanto ruido, hasta el punto de pensar en volver… Mi marido, que es alemán, lo llevó mejor, pero a mi me parecía el infierno. Luego lo fui normalizando.


¿Qué le falta o qué le sobra, respecto al modo de vivir de los alemanes?

Noto que aquí han mejorado mucho en cuanto a la puntualidad. Yo, que fui educada en ella, veo que ya se ajustan más. Sigue sorprendiéndome, en cambio, la falta de respeto, en general, hacia los demás.


¿El humor, siempre?

Siempre, no concibo historia sin ironía. Mi protagonista no es ni cruel ni malvada.


Uno de los personajes de la novela, Matías, ayuda a “bien morir” a Teresa, su mujer. ¿Cuál es su opinión sobre la eutanasia?

Creo que es un derecho necesario sobre el control de nuestra vida. He visto morir tan mal a tanta gente, con tanto sufrimiento, que pienso que nadie merece ese final tan duro.


El nudo no se desata hasta el final y no explicaremos qué ocurre con el jardinero pero… sus personajes son tan coloquiales que casi nos parecen normales sus acciones más atroces. ¿Somos todos c

Absolutamente todos, pero nuestras vivencias, nuestra educación, nuestros acuerdos y pactos sociales, nos lo impiden.


La pandemia o la guerra con Ucrania han modificado algo en nuestro interior. ¿Y en su mirada literaria?

Escribí “Lejos” en plena pandemia. Sé que nunca la hubiera escrito tal como está sin esa circunstancia. Reflexiones sobre el espacio, seres que se concentran en el interior de sus casas, de sus cubículos, porque su exterior es hostil.


A veces su personaje parece una científica, narrando.

Eso me gusta mucho: que observe con lupa al resto de sus congéneres. Busco la mirada del naturalista: somos como animalitos.


¿Se siente más libre, como creadora, que hace unos años?

Mucho más. Ya ve. El ser humano puede ser terrible o maravilloso y, en el momento menos pensado, como en la novela, aparece uno que sólo pasaba por allí, una especie de chivato, y protagoniza la acción más radical…






   
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