Jueves, 21 de noviembre de  2024



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Pasolini al completo: todos los prismas de los piratas
acec16/1/2023



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Recuerdo una conversación de hace muchos años con Manuel Vilas en un hotel de Barcelona en la que salió el tema de los autores imposibles de agotar, por ejemplo, Josep Pla. ¿Tiene sentido leer los 45 volúmenes de sus obras completas? Sin duda, pero el sacrificio es enorme y por eso mismo pocos se sacrifican, hasta especializarse.


Algo que sí ha hecho el periodista y comisario de arte Alessandro Ryker, quien apoyado por Altamarea ha intentado realizar el milagro de condensar 12 volúmenes de obras completas en uno solo para ofrecer al público español este Manual corsario, del que es lícito preguntarse si quiere ser un cuaderno de bitácora para moverse con ciertas garantías por la exuberancia creativa de Pier Paolo Pasolini o si, por el contrario, tiene una visión totalizadora en ese cuadrar épocas y encajarlas hasta una especie de broche como guinda a tantos textos imprescindibles.


Aunando vida y pensamiento


Quizá la respuesta radique en ambas opciones. El italiano fue un poliedro de hiperactividad desbordante. Glosar a los grandes es asumir el riesgo de empequeñecerse ante la magnitud de la tarea. Como ejemplo, acude a mi mente el resumen de los diarios de André Gide en Alba -previo a la edición definitiva en Debolsillo-, sensacional por aunar la esencia, como en las páginas que nos ocupan, aún más interesantes si planteamos sus intenciones desde una serie de tesis cruciales.


La primera opción, la de resumen, nos mostraría una inquebrantable voluntad de combinar notas más personales para así dar a la biografía del pensamiento otra vital , pues ambos aspectos suelen fundirse en uno solo para aprehender mejor tantos virajes del protagonista a lo largo de los decenios en los que se estructuran las partes de esta compilación. Cada una de ellas empieza con una carta, síntesis de enfermedades y problemas de aquel momento , desde la desesperación por huir de Casarsa en 1949 hasta la aspiración, truncada por el misterioso final , de rodar una película con Eduardo de Filippo.


La segunda versaría en torno a cómo la producción de Pasolini creció durante esas décadas por la ampliación de formatos en su vastísima. El joven traumatizado por la Segunda Guerra Mundial es, ante todo, un poeta mutado a novelista y colaborador en guiones con su arribo a Roma al alba de los años 50, donde apuntalará su futuro al hallarse en el lugar adecuado para despegarse del conformismo de los versos. Este factor reluce con estrépito en los 60 con su debut en el cine, según sus propias palabras, un recurso para sacudir los límites nacionales y alcanzar lo universal del siglo a través de la imagen, complementada durante el segundo lustro de esos años con sus incursiones en las tablas. Esta ampliación de su campo de batalla es un vaso comunicante con la evolución de sus percepciones sobre la contemporaneidad, desatadas en los 70.


Del guante blanco al rifle del francotirador

Un gran acierto de los interlineados invisibles de esta miscelánea es la edificación de otra forma biográfica, aquella consistente en juntar múltiples migas dispersas para retratar la visión que tenía Pasolini de sí mismo, determinada sin vacilaciones por el contexto sociopolítico de su país durante el desarrollo de su intensa actividad cultural. Esta mirada interior se nutre de una ambición por trascender la normalidad para así poder incidir en su tejido desde el elogio al compromiso ciudadano. La constancia de esta prerrogativa chocará poco a poco con la interpretación crítica de su obra, bañada de polémicas y escándalos por infinitos exegetas, fatales al comentar cualquier cosa menos el contenido, algo que él consideró como signo inevitable de su tiempo.


De este modo cada uno de los vocablos del presente manual deviene un espejo con cristales de una disparidad unificada en el individuo escritor y la colectividad a la que se dirige, condicionándose la recepción desde la misma conciencia de Pasolini, abnegada y con sobreexcitación al comprobar cómo lo brindado no caía en saco rato. Incluso, adentrándose en su último quinquenio en una espiral muy corrosiva, como si en vez de adoptar una sutileza de guante de seda hubiese privilegiado el traje de francotirador, hasta sus ultimísimas y tristemente célebres consecuencias.


Al abordaje de lo convencional

No parece casual que este compendio tome en su título el adjetivo de corsario, inspirado sin duda en los vitriólicos Escritos corsarios de la última etapa del intelectual. Textos en los que Pasolini volteaba el significado original de este término para arremeter contra los auténticos 'piratas' de su época, políticos e instituciones que alentaban el consumismo, la homogeneización cultural y la mercantilización total de lo humano que él tanto criticó.






   
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