Comenzamos esta sección sobre mujeres desconocidas con una eminencia. Muchos reconocerán el nombre de Beatriz Galindo (1465-1535), ya que ha pasado a la historia por ser la consejera de reinas, pero no tanto porque un característico barrio de Madrid lleva su apodo. Nació en Salamanca, en el foco de los estudios de la época. Fue una estudiante aventajada, lo que en su época, debido a su condición femenina, solía traducirse en el ingreso como monja en un convento, cosa que, como veremos, en su caso no sucedió. Nuestra humanista era docta en griego -le encantaba Aristóteles y hasta se dice que escribió una obra sobre los escritos del filósofo- y su conocimiento sobre el latín era profuso desde una temprana edad, de ahí su apelativo: la Latina.
Su fama la precedió hasta alcanzar los oídos de la realeza, y su destino cambió al ser llamada para actuar como preceptora en la corte por la reina Isabel I de Castilla. Su destreza y sus amplios conocimientos en la cultura clásica le valieron un puesto privilegiado en el séquito, formando parte de la corte humanista como una de las puellae doctae (mujeres doctas). Este es el nombre que recibió un grupo de mujeres sabias con una amplia formación, favorecidas por el mecenazgo de reinas, infantas y damas y que formaron parte de varias cortes de los reinos peninsulares. Los estudios de la lengua y la cultura clásica eran muy apreciados por algunas mujeres pertenecientes a las élites. Seguramente porque esos saberes (que disfrutaban debido a su condición privilegiada) les dotaban de una voz política con mayor peso, o quizás porque esos conocimientos les valdrían el privilegio de que sus voces fueran escuchadas en la política, algo que no solía suceder con su género.
Este acontecimiento es, sin lugar a duda, un precedente único que hunde sus raíces en la Antigüedad. Podemos rastrear este fenómeno desde la Antigua Grecia, pasando por el Imperio romano hasta la Ilustración, en el que los filósofos han sido en no pocas ocasiones los consejeros de los gobernantes. Apreciados y considerados como miembros importantes de sus respectivas comunidades, abundan a lo largo de la historia. Existen multitud de ejemplos como Sócrates —maestro del militar ateniense Alcibíades—, el círculo de neoplatónicos de Juliano el Apóstata, los sabios en torno a Alfonso X el Sabio o el intercambio de cartas entre Hildegard von Bingen y el emperador Federico Barbarroja. Ellos eran sus maestros y a la vez sus guías. Sus argumentos tenían un gran peso porque tenían auctoritas en la materia.
La querella de las mujeres
Sin embargo, dicha posición había estado invariablemente (salvo escasísimas excepciones) reservada a los hombres. De ahí que entre los siglos XIV y XVII las mujeres defendieran el acceso a los nacientes estudios universitarios y el derecho a la participación en el ámbito político. Este debate ha pasado a la historia con el nombre de querelle des femmes o querella de las mujeres, y en Castilla lo encabezaron mujeres ilustres como Teresa de Cartagena (confidente de Isabel la Católica) e Isabel de Villena (religiosa y escritora). Y en ese contexto es en el que destaca Beatriz de Galindo. Mujer sabia, su talento la llevó a ser maestra de las cuatro hijas de Isabel I (Juana I de Castilla, Catalina de Aragón y Castilla, Isabel de Aragón y María de Aragón), pero también de la latinista Luisa de Medrano, de Francisca de Nebrija (hija del archiconocido Antonio de Nebrija), de Isabel de Vergana y de un largo etcétera de mujeres humanistas.
Sin embargo, su camino hacia la santidad reapareció a la muerte de su esposo, el secretario de los Reyes Católicos. Fundó dos conventos y un hospital, el de la Concepción de la Madre de Dios, pero más conocido como el Hospital de La Latina, en el barrio que actualmente lleva el apodo de esta mujer. En la actualidad el edificio del hospital no se conserva, debido al ensanche de la calle Toledo en 1904, y su portada se trasladó a la Escuela de Arquitectura. No cabe duda de que los investigadores en los últimos años han analizado con ojo crítico la figura de esta maestra cuya biografía se ha idealizado hasta mitificarse. Fuera criada de corte o maestra, su vida nos demuestra que, en el pasado, las mujeres no solo desempeñaron los pocos papeles que, de manera moderna, hemos imaginado para las mujeres en épocas pasadas, sino que tuvieron ocupaciones e inquietudes mucho más variadas de lo que solemos pensar. Beatriz Galindo sigue siendo un ejemplo inspiracional que promueve el talento femenino.