El exilio marcó la segunda sesión de las XI Jornadas Poéticas de la Asociación Colegial de Escritores de Catalunya (ACEC), celebradas el lunes 17 y el martes 18 de diciembre en el Aula Josep Maria de Sagarra del Ateneu. La conferencia de David Castillo y la mesa redonda de Rosa Delor y Enrique Granell, centrada en las figuras de Salvador Espriu y Juan Eduardo Cirlot, permitieron exponer dos visiones contrapuestas del exilio: el exterior y el interior.
El periodista y escritor David Castillo inició la sesión con un recorrido por la poesía y la literatura del exilio, que puso de manifiesto que las voces de estos autores han constituido uno de los mejores retratos de lo que supuso la huida forzada después de la Guerra Civil al extranjero. Castillo señaló que la percepción y los conocimientos actuales del exilio, en especial sobre los sentimientos de los exiliados, vienen marcados sobre todo por la literatura: “los escritores son quienes nos explican las historias del exilio de una manera más íntima, mientras que los historiadores exponen una visión más narrativa y objetiva. Lo mismo pasa con la guerra de Vietnam: sabemos más de las sensaciones de los soldados y los vietnamitas por las películas de Ford Coppola u Oliver Stone que por los libros de historia”.
Castillo realizó un itinerario por la Barcelona que acababa de ocupar el ejército franquista, Argelès, Toulouse y México, exponiendo muchas anécdotas, algunas personales y recurrió a voces como las de Carles Riba, Lluís Nicolau d’Olwer, Antonio Machado o Manolo Vázquez Montalbán.
La mesa redonda entre Rosa Delor y Enrique Granell, moderada por Blanca Ripoll, llevaba el título “Los que se van, los que se quedan: Cernuda y Cirlot, Bartra y Espriu” y constituyó un escenario ideal para contrastar las dos muestras del exilio: la interior (personificada en Salvador Espriu) y la vital (centrada en Juan Eduardo Cirlot), dos adalides de la modernidad con raíces en las tradiciones más profundas.
Delor, experta en la obra de Espriu, efectuó un viaje por las vivencias personales e intelectuales del poeta de Arenys, a quién la Guerra Civil le cogió al día siguiente de finalizar la universidad (“en un día me cambió el mundo”). Delor definió la obra de Espriu como “un todo, que él mismo elaboró de una manera ordenada hasta tenerla al completo”. “He tardado teinta años en entender como trabajó su poesía a través de la cábala; y es que un poeta trabaja la cábala de manera diferente a como lo hace el historiador”, añadió.
Granell, por su parte, describió el viaje personal –y, por extensión intelectual– de Cirlot a causa de la Guerra Civil. Cirlot fue uno de los primeros artistas de la modernidad, cultivó y estudió la poesía, la música, la crítica de arte o la mitología. El acceso a la biblioteca de Buñuel en Zaragoza de principios de los años 40, por casualidad, constituyó un hecho esencial en su vida, como explicó Granell. La relación posterior con Joan Ramon Masoliver y la publicación de Entregas de poesía abrió las puertas a la aparición de sus versos, “pero renunció a que le publicaran editoriales comerciales. Era como Foix, se autoeditaba y lo repartía entre sus amigos”, apuntó Granell.
La lectura de poemas final estuvo a cargo de Maria Cinta Montagut, Ambrosio Gallego y Dolors Millat, presentados por Ada Castells.
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