Dentro de los actos paralelos de la Setmana de Poesia de Barcelona, en el claustro Sant Miquel de la Facultat de Teologia de Barcelona, se celebró el primer aniversario de la colección de poesía In-Verso, con Alfonso Levy en la presentación del acto y con la participación de los poetas publicados en la colección. La poeta Amàlia Sanchís, editora de la colección, comentó que se han publicado nueve poemarios a lo largo de catorce meses, algunos de ellos de autores socios de ACEC: Felipe Sérvulo, La niña de la colina; José Florencio Martínez, Teseo no saldrá del laberinto; Marta Cecilia Cedeño, Versos en claroscuro; Josep Anton Soldevila, Des del desert; Antonio Tello, O las estaciones; Mònica Maragall, El jardín ausente; Xavier Sabater, Versos, Adversos; y Alfonso Levy, Al calor de los errores; más la edición de un poemario artesanal de Eva Muñoz, Cuaderno de intimidades. La editora comentó el diseño gráfico de la colección a cargo de Elisabet Rius y dijo estar dispuesta a seguir adelante con la publicación de poesía de todo género: poesía visual, poesía en verso, prosa poética o poemas en prosa.
Alfonso Levy, en su presentación, nos ofreció “una travesía poética por cada uno de los libros”, y citó versos de Antonio Machado, Rilke, Hölderlin, Robert Walser, Pedro Salinas, Lluís Izquierdo, las Divinas palabras de Valle-Inclán y, finalmente, una frase de Montaigne: “No hay dolor, no hay pesar que no pueda ser compensado mediante una hora de lectura”. Después, Rosó Güell leyó en latín un poema de Catulo, cuya “musicalidad del latín participaba en el acto de celebración de la poesía”, comentó Alfonso Levy, del mismo modo que el ruido persistente de un helicóptero de la Guàrdia Urbana, que sobrevolaba el claustro durante la rúa del Barça, debía ser integrado, añadió Levy con ironía, en la música celeste de las esferas.
A continuación, cada poeta leyó un poema de su libro. Amàlia Sanchís leyó el de Marta Cecilia y Pere Maragall el poema en prosa de Mònica Maragall. Como anécdota, reseñar que Felipe Sérvulo, antes de leer su poema, invocó a Karl Marx para amortiguar el ruido que hacían en aquel momento los aficionados del Barça y el helicóptero. Y José Florenció Martínez, por su parte, nos quiso obsequiar, además, con un poema breve erótico dedicado al Arcipreste de Hita, que parecía más bien una profanación del claustro, mientras arriba, en el cielo, seguía tronando el motor del helicóptero y los vítores al Barça.
Finalmente, los asistentes al acto brindaron por la fiesta poética con los poetas y la editora, entre ellos Anna Rossell, Pere Maragall, Carmen Plaza, Carmen Borja, Isabel Mercadé, Gustavo Vega, Goya Gutiérrez, Júlia Bel, Guillem Vallejo, Carles Molins y Francesc Cornadó.
A. T.