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Sergio Vila-Sanjuán homenajea y reivindica el periodismo cultural en su discurso de ingreso en la Reial Acadèmia de les Bones Lletres
Sònia Hernández15/3/2015



Julià Guillmón, Sergio Vila-Sanjuán, JAntonio Masoliver Ródenas i Robert Saladrigas. (Foto:SH)
 
El periodista y escritor Sergio Vila-Sanjuán (Barcelona, 1957), socio de la ACEC, reivindica la vitalidad y la trascendencia de las aportaciones del periodismo cultural al saber humanístico. En este supuesto se basa el discurso Una crónica del periodismo cultural, con el que formalizó su ingreso en la Reial Acadèmia de les Bones Lletres durante el acto solemne celebrado el jueves 12 de marzo. “Honrado y emocionado”, según explicó, Vila-Sanjuán, interpreta su elección como una respuesta a la voluntad de la mítica institución de reforzar la presencia del periodismo cultural, un sector en otro tiempo representado en figuras como Joan Mañé i Flaquer, Josep Yxart, Miquel dels Sants Oliver, Manuel Rodríguez i Codolà o Alfred Opisso: “Creo que más que a mi persona, lo que ha hecho la Acadèmia es un reconocimiento a la dedicación a un género que ha crecido muchísimo desde la Transición y la Democracia hasta el inicio de la crisis económica”. 

Desde que trabajó en diarios como El Correo Catalán y El Noticiero Universal,  a finales de los setenta y durante los ochenta, hasta su dedicación más reciente como responsable del celebrado y premiado suplemento Cultura/s  de La Vanguardia, Vila-Sanjuán se ha convertido en un actor dinámico y de referencia en el periodismo cultural. A su ejercicio profesional como periodista entusiasta y ávido por acceder directamente a la fuente y captar “lo verdaderamente nuevo” –muy influenciado por el modelo norteamericano  bien interiorizado durante los años pasados en Boston gracias a una beca Fullbright, tan decisivos en su trayectoria–, se suman, por un lado, su ingente labor de reflexión y, por otro, sus esfuerzos por contribuir a una definición teórica y un análisis histórico del periodismo cultural como género.

Una síntesis de todos estos trabajos se fija en el discurso ''Una crónica del periodismo cultural'', que supone mucho más que un texto de presentación o de justificación de su entrada en la Reial Acadèmia de Bones Lletres de Barcelona. Vila-Sanjuán ha confeccionado un recorrido que pretende cubrir en alguna medida el vacío bibliográfico que él mismo ha encontrado en el momento de seguir el rastro del periodismo cultural –que diferencia del literario o narrativo, a pesar de las numerosas confluencias. Ha conseguido un texto con vocación de referencia, que reclama ser un punto de partida que se atreve a trazar una genealogía desde las entrevistas de Giorgio Vasari a los pintores de su época hasta Alberto Manguel o Mauricio Wiesenthal, pasando por James Boswell, Borges, Gabriel García Márquez, el New Yorker o Juan Goytisolo. No se ofrece una exhaustiva recopilación de datos propia del erudito, sino la asimilación de información apasionada y vibrante del profesional y estudioso, enfebrecido por su profesión y por el servicio que ésta realiza a la cultura, por el destello de cada nuevo descubrimiento obtenido al acercarse si no a la verdad, sí a lo originario y verdadero.   

Afirma Sergio Vila-Sanjuán que está dispuesto a involucrarse en la lucha que la Acadèmia, con sus tres siglos de humanismo, lleva a cabo para enfrentarse a los retos de la globalización y las nuevas tecnologías: “me gustaría ayudar a buscar nuevos contenidos y formas de definir el papel de las academias humanistas en nuestro tiempo”. Tal vez por su formación como historiador, está convencido del “peso que el pasado tiene siempre sobre el presente”, por lo que siempre ha procurado que ambas dimensiones temporales convivan y se enriquezcan mutuamente. Algunas muestras de ello ha dado también en sus novelas (Una heredera de Barcelona y Estaba en el aire, ésta última ganadora del Premio Nadal 2013).

La historia y la tradición cultural de la ciudad de Barcelona son elementos importantes tanto en su obra periodística como en la literaria, de la misma manera que también lo es en su faceta de animador o gestor cultural. En 2005 fue comisario del Año del Libro, una celebración de la que surgieron varias iniciativas que hoy no sólo siguen funcionando sino que se han convertido en nuevas tradiciones indispensables de la ciudad condal, como la Barcelona Negra.  

En reconocimiento a todos sus méritos, en 2013 fue nombrado miembro de la Acadèmia –ocupa el sitial que dejó vacante Fabián Estapé– a propuesta de los académicos Carme Riera, José Enrique Ruiz-Domènec  y Pilar Vélez. El encargado de valorar la candidatura y de realizar la preceptiva censura fue Pere Gimferrer, quien en su laudatio destacó entre las virtudes del candidato “su actividad de periodista y animador cultural, siempre con buena prosa, con rigor y con afán tan conciliador como indagador, que no ha negligido ni la crítica de arte (sobre todo figurativo, pero cuando se le presentado la oportunidad, también en la vanguardia histórica)”, para resolver que “Tiene mi voto y mi visto bueno; los nombres de quienes lo proponen son un aval más de este escritor que ha destacado en la crónica cultural”. 

Carme Riera fue la encargada de responder al discurso de ingreso, de glosar la trayectoria del nuevo académico y, en nombre de la corporación, darle la bienvenida.  En el acto también participaron el ex alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, el secretario de estado de Cultura, José Maria Lasalle, y el Conseller de Cultura de la Generalitat, Ferran Mascarell




   
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