La crítica a la hostilidad a los estudios culturales cierran las Jornadas sobre la Excelencia
Excelencia literaria, a debate5/2/2009
Montserrat Conill, Rafael Argullol, Valentí Gómez Oliver y Lluís M. Todó (Foto:Carme Esteve)
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Las Jornadas sobre la Excelencia literaria, organizadas por la ACEC, con el patrocinio de CEDRO, entre el 2 y el 4 de febrero, se clausuraron con un brillante coloquio con la participación de Rafael Argullol y Lluís M. Todó, moderados por Valentí Gómez Oliver, y en el que se puso de manifiesto la responsabilidad directa de la universidad española y del conjunto del sistema educativo en la creación de una población licenciada pero ignorante, tanto desde la óptica humanista como la científica.
Argullol y Todó expusieron sus teorías sobre la construcción del canon literario y sus exposiciones coincidieron en la crítica a la fragmentación de las autoridades educativas –“diversificadas en diferentes administraciones”, como apuntó Todó– y en “la entrada en la universidad de generaciones de estudiantes domesticados por cánones sectarios y dogmáticos, y de muy bajo nivel humanístico y científico”, según subrayó Argullol.
“Durante muchos siglos, el canon literario se ha identificado con la relación de obras que se leían en las instituciones de enseñanza”, afirmó Todó. “La brutal crisis de los estudios culturales, apuntó, “ha afectado gravemente a la construcción actual del canon”. El autor de El cant dels adéus puso como ejemplo la imposibilidad que los estudiantes actuales puedan leer los clásicos en latín o en griego, como sucedía cuarenta años atrás.
Siguiendo esta misma línea, Rafael Argullol ilustró el preocupante nivel bajo de los universitarios con alarmantes ejemplos, como la falta de referentes de conocimientos sobre los Evangelios en estudiantes del Renacimiento y del Barroco artístico. “Si tuviésemos estudiantes próximos a Cervantes, Shakespeare o Montaigne dispondríamos de otra base… pero hoy en día en las universidades se prioriza el concepto audiovisual y se prefiere hablar de performances o montajes”, añadió.Los dos ponentes, ambos profesores universitarios, discreparon del canon literario elaborado por el crítico norteamericano Harold Bloom (1995), que lo definieron como “sectario”. Lluís M. Todó resaltó que “si esta obra de Bloom no hubiera tenido tanto éxito, especialmente en España, el título de la sesión de hoy probablemente sería otro”. “Cuando se lee esta obra, parece, en contra de lo que el denomina, que el resentido es él”, añadió. En una exposición coincidente, Argullol matizó que el canon de Bloom “es de una influencia excesivamente anglosajona y sitúa a autores de los que todavía no se puede analizar su obra con la dimensión que les corresponde”.
La restricción del canon en el tiempo permitió a Argullol referirse al establecimiento de cánones de corpus literarios o estéticos actuales: “únicamente se puede hablar del canon a posteriori, me parece criticable hacerlo a priori”. “ Es el problema que tienen las militancias”, añadió y expuso como ejemplos “el canon estrechísimo que crearon las vanguardias o la restrictiva y sectaria tradición estética barcelonesa de las artes visuales, que crea un museo de arte contemporáneo en el que sólo puede haber obra contemporánea”. Argullol subrayó que “cuando estas vivo has de tener experiencias y experimentar: no se puede sacralizar la obra de alguien que está vivo” y en esta línea criticó “la contaminación ideológica o de territorio: el canon ha de ser universal”.
Siguiendo la misma reflexión Todó mostró su perplejidad en relacionar calidad con éxito de ventas, desde la óptica editorial: “la industrialización de la cultura que prioriza el éxito editorial por encima de la calidad resulta un obstáculo”. Todó remarcó que “el canon ha sido tradicionalmente el sustituto del gusto, de la valoración individual” y apeló al conocimiento para superar esta frontera.
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