Mucha agua ha corrido bajo el puente desde que el escritor asturiano-mexicano Paco Ignacio Taibo II reuniera a una treintena de autores en 1988 para el organizar en Gijón el primer encuentro internacional de novela policiaca en la península. El género aún cargaba con dudoso estigma de literatura menor o popular, pero además de los prejuicios la organización de la fiesta tuvo que enfrentarse desde entonces a cambios de gobiernos, denuncias, incidentes, crisis y recortes presupuestarios, polémicas y hostilidades de todo tipo -hasta las inclemencias impositivas del actual Gobierno que estuvieron a un tris de arramblar con todo en el último año- para convertirse tres décadas después en el festival de novela negra de referencia mundial en lengua castellana.

"Manuel Vázquez Montalbán lo decía en términos de Pierre Bourdieu: el género no existía, el campo cultural de la novela negra en España se lo inventó Paco Ignacio Taibo II y la Semana Negra de Gijón", recuerda Ángel de la Calle, director de la fiesta desde 2012, ultimando los preparativos de la XXX edición de la Semana Negra (SN), en el antiguo astillero naval de Gijón del 7 al 16 de julio. "Hoy para la novela negra hay campo cultural, prestigio, circuito y mucho interés", resume el director recuperando una vieja consigna montonera: "Resistir es vencer", a tono con las ideas de la izquierda revolucionaria que, de alguna manera, han marcado desde siempre la ideología de la gran familia del género policíaco. "La literatura puede con la sombra. Cada Semana Negra que montamos vencemos un poco. Salimos vivos de todas las circunstancias y celebraremos otras 30 ediciones más", vaticina De la Calle. 

En concreto, se refiere a la última batalla contra la penalización impositiva del Gobierno del que el festival sale vivo de milagro en un aniversario crucial. El ayuntamiento de Gijón retrasó los pagos de 2016 y "con la aplicación de la Ley Montoro, los 30.000 euros que debíamos a Hacienda se transformaron en 100.000", resume el director. "Y al no estar al día, no podíamos recibir la subvención para este año, pero logramos salir de una situación delicadísima, ya tenemos un plan de viabilidad y la SN no corre peligro", tranquiliza, sin obviar la durísima coyuntura del último lustro en el que "tres de cada cuatro euros recibidos fueron recortados". Desde esa austeridad -que "el público no notará", promete- se prepara el XXX aniversario "volviendo al espíritu reivindicativo y contestatario de los orígenes", anticipa De la Calle. Los grandes maestros de aquella primera edición: Vázquez Montalbán, Jean-Patrick Manchette o Donald Westlake ya no están entre nosotros, pero sí los jóvenes de entonces: Juan Madrid, Jorge Martínez Reverte y José Luis Muñoz, que hoy son cabeza de cartel y a los que el festival rinde homenaje 30 años después. Junto a ellos, los nuevos como Leandro Pérez, Agustín Martínez o Javier Castillo, "que seguramente serán los grandes nombres dentro de unas décadas", aventura el director. 

La SN entre sus méritos también tiene aprender de sus errores. Si en la pasada edición de 2016 fue criticada por la ausencia de escritoras entre sus premios emblemáticos (Hammett, Walsh, Celsius, Espartaco y Silverio Cañada de primera novela), la edición aniversario viene vacunada contra cualquier atisbo machista desde su cartel, que lo firma por primera vez una mujer: la catalana Carme Solé Vendrell, Premio Nacional de Ilustración, con un trabajo dedicado a la crisis de los refugiados. De las tres exposiciones programadas -una dedicada a los sastres asturianos en peligro de extinción y otra fotográfica sobre la prisión de Villabona UTE (Unidad Terapéutica y Educativa)-, la central es temática y apunta en esa dirección: Visualizando el maltrato: la violencia de género en el cómic, cuyas imágenes se incluirán, como es tradición, en el libro catálogo que regala el festival. Asimismo la presencia femenina, tanto entre los finalistas de los mentados premios como entre los 130 autores invitados, está más que compensada y tiene un gran empaque con nombres como Laura Restrepo (Colombia), Rosa Montero (España), la finalista al Hammett María Inés Krimer (Argentina), Sophie Hénaff (Francia), Cecilia Ekbäk (Suecia), Marta Robles (España) y Tatiana Goransky (Argentina), entre otros. El noruego Geir Tangen, autor de El ejecutor, es otra de las estrellas de un cartel en el que la novela mexicana y argentina destacan su presencia con la participación de Emiliano Monge, Fernando López, Lucio Ludicello, Vladimir Fernández, Néstor Ponce, Jorge F. Hernandez y el mismo padre fundador del encuentro, Paco Ignacio Taibo II, entre otros. 

La poesía también tiene su lugar en el festival, como sucede habitualmente, no sólo a través de las veladas de recitado nocturno comandadas por Carlos Salem, en el que se foguea la nueva generación de poetas, sino que en esta edición aniversario se prepara un homenaje al asturiano Ángel González, recordando los 10 años de su última participación en la SN, pocos meses antes de morir. Homenaje que también se celebrará el sábado 15 de julio en la Plaza del Paraguas de Oviedo, la ciudad natal del poeta. Que la poesía es un arma cargada de futuro bien lo sabe Ángel de la Calle y los organizadores de la SN, no en vano también ha pasado por el festival grandes de la talla del argentino Juan Gelman o el mexicano Juan Bañuelos. Y pese a los recortes, la persecución de Hacienda y a la austeridad, los sospechosos del siempre del género negrocriminal (como los bautizó hace años el librero y ex comisario de BCNegra Paco Camarasa) resisten en su empecinada militancia de género y acaban venciendo. ¿Y qué ha cambiado en tres décadas de historia? Pues todo. "La novela negra ha ocupado finalmente la centralidad literaria que se merece. Ya no hay escritor serio que no la haga o al menos no utilice los recursos del género", concluye De la Calle.