Domingo, 22 de diciembre de  2024



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La última huida de Claudio López de Lamadrid. El editor, fallecido el mes pasado, recordado en un homenaje literario en Barcelona
acec27/2/2019



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Compañeros de trabajo de la editorial, colegas de otras editoriales, agentes, periodistas y escritores abarrotaron anoche el salón grande de la librería Laie de Barcelona para compartir recuerdos sobre el ya histórico director de la división editorial de Penguin Random House, Claudio López Lamadrid, fallecido el pasado mes de enero de manera inesperada a causa de un infarto cerebral.


En el acto, organizado por la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña, su presidente, David Castillo, ha señalado la paradoja de que una asociación de escritores convoque un homenaje a un editor: “es como si los obreros realizaran un homenaje al patrón”, pero ha apuntado que en este caso era absolutamente pertinente “porque Claudio ha sido un gran editor que ha hecho avanzar la cultura hacia adelante”.

En la mesa rectangular, conducida por la periodista Anna Maria Iglesia, estaban dos de los autores de la escudería de Claudio López –Rodrigo Fresán y Laura Fernández-, junto a una de sus colaboradoras más estrechas a lo largo de estos años, Mónica Carmona, actualmente agente literaria.


Claudio López convocaba los lunes una reunión con todo su equipo, pero a los pocos minutos de que hubiera comenzado, se levantaba a consultar su correo electrónico. Regresaba y al poco se levantaba para ir a buscar un café. Volvía y se ausentaba de nuevo. Lo explicaba anoche con una sonrisa melancólica Mónica Carmona, que trabajó codo con codo con el editor durante 15 años. “Su carácter impaciente no le permitía estar mucho tiempo en el mismo asunto. Por eso mucha gente lo consideraba huidizo y algunos autores se quedaban algo desconcertados”. Pero ella llegó a entender muy bien el bamboleo permanente del editor entre la pasión y el tedio, que le hacía ir y venir. “Yo sabía que él se podía ir en cualquier momento y así estaba bien”. Carmona, con ingenio y mucho afecto, ha rememorado a un Claudio López Lamadrid como protector, impaciente, huidizo, inteligente, generoso, visionario, cotilla, elegante, curioso, supersticioso, bondadoso… y ha desvelado momentos poco conocidos, como su viaje a Blanes para donar sangre para Roberto Bolaño en la etapa final de la enfermedad del escritor chileno porque su grupo sanguíneo era coincidente. O la manía que tuvo una época por recolectar todo tornillo que encontrase en la calle porque durante un tiempo pensó que daban buena suerte. O cómo incluso en los momentos de bronca, acababa en su enfado llamándola sin darse cuenta por el nombre de su hija Jimena y acababan riendo.


El escritor argentino residente en Barcelona, Rodrigo Fresán, ha considerado que en la vida de un escritor, después de su pareja y sus hijos, la tercera persona crucial es su editor. Rememorado momentos entrañables, ha relatado un viaje de promoción a Buenos Aires en que aprovechó para hacer una visita a su madre: cuando Claudio López fue a recogerlo y bajaron a la calle, enseguida insistió en que volvieran arriba… ¡nada era más importante que el que pasara el máximo tiempo posible con su madre! A Fresan le asombraba la pasión de Claudio López por la literatura argentina y era un enamoramiento recíproco. “El mundillo literario de Buenos Aires es duro y las cosas que vienen de España se miran con recelo. Pero incluso los más feroces y anti-ibéricos lo adoraban. Me asombró la cantidad de emails que recibí de Argentina lamentando su pérdida. Era un desconcierto absoluto”. Fresán ha reconocido que “mis libros habrían sido otros sin Claudio” y agradeció que “nunca usó el as en la manga del editor que son las cifras de ventas para cuestionar nada”.


Laura Fernández rememoró cómo Claudio López la paró en las Ramblas de Barcelona un día de Sant Jordi y le preguntó por una novela que estaba escribiendo, pero que se le había hecho un ovillo. Cómo dos años más tarde volvió a insistir por Twitter en leerla. La escritora reconoció que si acabó esa compleja novela, Connerland, fue “por la motivación de saber que Claudio López la estaba esperando”.


Anna Maria Iglesia despidió el acto sin despedirlo en un último homenaje al editor que siempre se marchaba pero siempre estaba cuando tenía que estar.


Toni Iturbe
Librújula
27-2-2018


   
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