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Álvaro Colomer imagina una distopía en la que un virus mata a todos los mayores de 22 años en 'Ahora llega el silencio', Premio Jaén de Narrativa Juvenil
acec13/12/2019



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 En la última novela de Álvaro Colomer, Ahora llega el silencio (Montena), no hay adultos. Todos murieron repentinamente hace seis meses, dejando Barcelona sembrada de cadáveres. Un extraño virus mortal acaba con todo aquel que se acerca a la frontera de los 22 años, como si el planeta hubiera decidido lanzar una pandemia con el fin de borrar de un plumazo a los responsables del efecto invernadero y la contaminación de ríos y océanos. En mitad del caos, los mayores se hacen con el poder y esclavizan a los niños de forma brutal. Como si El señor de las moscas se desarrollara en una Barcelona llena de cadáveres y edificios abandonados donde la comida y el agua empiezan a escasear.

 

"Tengo muy claro que si se diera una situación así en la realidad, enseguida afloraría la maldad. Todos los seres humanos necesitan esclavos. Y la dinámica de los mayores puteando a los más pequeños es una constante en la historia de la infancia: cuando eres pequeño, la fuerza es lo único que tienes", explica Colomer. "No tengo hijos, pero introducir normas en el cerebro de un chaval, educarlo, es de las cosas más complicadas que se me ocurren", añade.

 

La protagonista de Ahora llega el silencio se llama Astrea, tiene 16 años y lucha por proteger a un bebé en compañía de otros dos chicos, Néstor y León. Los tres forman una extraña familia improvisada y atraviesan una ciudad sin ley tomada por los salvajes. Juntos llegarán hasta el barrio del Raval, un territorio donde las amazonas se han hecho fuertes e impiden la entrada a los hombres. Es ahí cuando empiezan los problemas.

 

"En la novela se mezclan muchos temas. Barcelona está cambiando mucho y no sabemos cómo será dentro de diez años, así que destruirla e imaginarla de otra manera me parecía interesante. El ecologismo también está presente de algún modo: nadie sabe de dónde viene lo que mata a los adultos. Me impactó mucho un artículo que leí sobre los virus y bacterias previos al ser humanos que podrían liberarse si los casquetes polares se descongelan", confiesa Colomer. La idea de las nuevas familias, encarnada aquí por un trío no demasiado bien avenido que se une para proteger un bebé huérfano, también late en una novela que tuvo una protagonista femenina desde el principio. "Me salió así de forma natural: el protagonista tenía que ser una chica fuerte, con las ideas clarísimas".

 

La novela surgió durante la beca literaria Montserrat Roig que concede el Ayuntamiento de Barcelona. Durante dos meses, los becados tienen a su disposición un despacho para escribir en distintos sitios de la ciudad como el Museo Picasso o la Biblioteca de Cataluña. A Colomer le tocó el Castillo de Montjuic, con vistas privilegiadas sobre el mar y la ciudad. "Yo creo que estando allí me dio la vena Espartero, el general que decía que cada 50 años había que bombardear Barcelona", bromea. "También coincidió con el 50 aniversario de El mecanoscrit del segon origen de Manuel de Pedrolo, que es otro bombardeo literario, y me dije: voy a escribir una novela apocalíptica. Voy a disfrutar".

 

No es la primera novela juvenil de Colomer, autor junto a Antonio Lozano de la trilogía Terror en la red (Edebé). ¿Es muy distinto escribir novela para adolescentes? "Sí. Apenas hay crítica y sabes que nadie va a analizar con lupa tu prosa, y eso es tremendamente liberador. Además, el criterio de tus lectores es el mejor del planeta: el libro mola o no mola. Cuando escribes novela juvenil el lenguaje desaparece, se vuelve invisible porque lo único que importa son las imágenes, la acción, la síntesis. Para mí, el corazón de todos los escritores está en su novela juvenil".

 

El nivel de crudeza de algunas escenas de Ahora llega el silencio sorprende: ¿hay que suavizar el tono cuando el lector es menor? "Ellos son mucho más conscientes de la realidad que los adultos. No les importa tanto la muerte porque la ven muy lejos, no tienen nada que perder. El señor de las moscas es de una dureza brutal, no veo por qué hay que edulcorar la realidad. Al joven tienes que descubrirle la realidad, al adulto hay que matizársela".

 

A Colomer le marcaron dos novelas de Jack London cuando empezaba a leer en serio: Colmillo blanco y La llamada de la selva. "Una va sobre cómo un lobo se adapta a la civilización y va domesticándose. La otra es todo lo contrario: cómo un perro se enfrenta a la vida salvaje y se reencuentra con sus instintos más oscuros. Creo que ni siquiera London tenía muy claro qué parte de nosotros, la bondad o la maldad, triunfa en situaciones excepcionales y que por eso escribió ambas novelas. Los niños, en general, tienden a ser más malos que buenos", reflexiona el autor de Aunque caminen por el valle de la muerte. Y concluye: "No todos los hombres son salvajes, pero todos los salvajes son hombres".

 

Leticia Blanco
El MUndo



   
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