Domingo, 22 de diciembre de  2024



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En la mort d'Enrique Badosa / Adiós a Enrique Badosa, poeta, periodista y editor
acec3/6/2021



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Va ser Enric Badosa un home ele­gant i modern, un d’aquells poe­tes quasi dan­dis, però també tre­ba­lla­dor empe­dreït. Cos­ta­ria des­clas­si­fi­car-lo de la Gene­ració dels 50, tot i que la mort de Bri­nes i de Caba­llero Bonald va fer repe­tir als cons­truc­tors d’obi­tu­a­ris que aquells dos n’eren els últims repre­sen­tants. Nas­cut a Bar­ce­lona el 1927, Badosa va publi­car el seu pri­mer lli­bre de poe­mes el 1956, Más allá del viento, per repe­tir tres anys més tard amb Tiempo de espe­rar, tiempo de espe­ranza. La seva era poe­sia con­tem­pla­tiva, hora­ci­ana i huma­nista. En ell es con­ju­ga­ven dife­rents aspec­tes, tant com a divul­ga­dor –un dels màxims defen­sors de J.V. Foix quan ningú li feia cas, i també de Sal­va­dor Espriu–; d’edi­tor a Plaza & Janés, on va tirar enda­vant pro­jec­tes de referència com ara les selec­ci­ons de poe­sia, que van por­tar al nos­tre país les grans fir­mes inter­na­ci­o­nals i, sobre­tot, de poeta amb tot un món medi­ter­rani al dar­rere, pro­fun­da­ment sen­sual, on va man­te­nir la fide­li­tat a Grècia, fent nom­bro­ses ree­di­ci­ons dels seus lli­bres temàtics sobre el país i les seves illes. Badosa era una per­sona vita­lista, que sem­pre apa­rei­xia amb un som­riure, sovint un punt sor­ne­guer però sense malícia.


No ens podem obli­dar de tre­balls fona­men­tals com ara La lírica medi­e­val cata­lana, anto­lo­gia i tra­ducció cas­te­llana del 1966 dels grans noms de la nos­tra lite­ra­tura: Llull, Jaume March, Pere March, Andreu Febrer, Jordi de Sant Jordi, Ausiàs March i Roís de Core­lla. També de les car­tes de la monja por­tu­guesa Mari­ana Alco­fo­rado, que va ree­di­tar fa poc Zorro Rojo amb impac­tants il·lus­tra­ci­ons de Milo Manara. Ens cos­tarà obli­dar la bon­ho­mia d’un poeta i edi­tor únic.


David Castillo

El Punt/Avui


Adiós a Enrique Badosa, poeta, periodista y editor



A los 94 años ha fallecido en Barcelona Enrique Badosa, poeta, traductor, periodista cultural y editor. Tras José Caballero Bonald y Francisco Brines, es otra de las figuras señeras de la generación de los 50 que nos deja en poco tiempo.


Badosa fue autor de una amplia obra poética, recopilada en el volumen Trivium. Poesía 1956-2010, de más de mil páginas, que publicó editorial Funambulista. En el epílogo el crítico Joaquín Marco se refería como emblemático de su espíritu literario al más conocido de sus libros, Mapa de Grecia, donde “el tratamiento de la geografía y los mitos clásicos, la belleza de los paisajes, la ‘luz griega’ que los ilumina o el mármol que perpetúa un tiempo detenido, desprenden serenidad, orden y alegría”.


La “poesía viajera” de Badosa, que se repite en otros textos como Historias en Venecia,  convivió, sobre todo en sus inicios, con la religiosa. Próximo al grupo de Carlos Barral y Jaime Gil de Biedma, le separaba de ellos su catolicismo y un sentido de la vida más conservador. 


El fallecido escritor cultivó también la poesía satírica, con sus Epigramas confidenciales y su Parnaso funerario, donde ofrecía los epitafios “de un pésimo lector”, “de un poeta plagiario”, “de un mandamás”, “de un pésimo recitador”….


Nacido en Barcelona en 1927, estudió Filosofía y Letras en la Universidad Central y pronto se incorporó a la redacción de El Noticiero Universal, donde trabajó hasta la desaparición del rotativo en 1986, junto a su amigo del alma y compañero de inquietudes literarias Julio Manegat. 


Lo compaginó con su labor en la editorial Plaza y Janés. Allí impulsó dos colecciones de referencia, Selecciones de Poesía Española y Selecciones de Poesía Universal, en las que publicó a la plana mayor de las figuras líricas contemporáneas.


Basosa tradujo al castellano a los grandes clásicos medievales de la poesía en catalán y a contemporáneos como Salvador Espriu, labor por la que obtuvo en el 2006 la Creu de Sant Jordi de la Generalitat.


Entre sus reconocimientos figuran también el premio Francisco de Quevedo en 1986, el Premio Ciudad de Barcelona en 1990, el Premio Fastenrath en 1992 y en 2010 el Premio José Luis Giménez-Frontín que otorga la Asociación Colegial de Escritores de Catalunya, entidad a la que estuvo muy vinculado.


Educadísimo y cordial, era un dandy de aspecto impecable, siempre con corbata o foulard, y, en invierno, vistoso abrigo de piel de camello. Componía una figura inconfundible en los paseos desde su domicilio en la calle Marco Aurelio, 14 –que dio título a uno de sus poemarios- a la plaza Molina, en cuya charcutería se aprovisionaba. Intelectualmente se mantuvo activo hasta fechas muy recientes. Perdemos a un humanista de los de antes, y un clásico en la poesía y en la vida.



Sergio Vila-Sanjuán




La despedida tendrá lugar el día 2 de junio a las 10 de la mañana

En el Tanatorio Sancho de Ávila. Carrer dels Almogàvers, 93 de Barcelona



   
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