El poemario Escaleras al mar, de Trinidad Casas, es tan honesto como certero. Honesto porque, en su nombrar, alumbra un sendero que lleva a alguna parte, que viene de alguna parte; certero en la perfecta geometría de segmentos emocionales apuntando líneas de vida. Es por eso que nos detenemos, serpenteando con los dedos el índice de arriba abajo, ante esos maravillosos y augúricos títulos, que son huellas recientes de quien ha ido haciendo camino sobre la tierra mojada: Alumbrar, Elíptica, Vagabundear, Descalza, Rayuela, Faro, Una y mil, Laberinto… Su poesía es intención firme, con la seguridad que posee el que se sabe vulnerable. Intención, decimos, de poner cimientos a la memoria, de apuntalar la casa y ratificar paisajes, a la par externos y propios. “Palabras que son mares”, escribe la poeta. Palabras que son padre y madre. Nos dan la mano y nos guían para conformar nuestro yo en el mundo. Anna Isabel Camacho