Domingo, 22 de diciembre de  2024



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El mar, la poesía y la pintura
21/12/2012



(Foto:Anna Xalabarder)
 

El poeta Santiago Montobbio presentó, el pasado 13 de diciembre, su libro La poesía es un fondo de agua marina en el Espai Lluís Ribas de Sant Cugat del Vallès. La conferencia fue la ocasión ideal para que el escritor relatara, con mucha complicidad, su encuentro con el pintor y, más precisamente, el encuentro entre su poesía y la pintura de Lluís Ribas. A lo largo de su discurso, el poeta reconstituyó, a grandes rasgos, la historia cíclica del diálogo entre las dos disciplinas, nacido de una afinidad artística inmediata. A través de un himno a la amistad desprovisto de ilusiones, Montobbio destacó lo fecundo de la unión sinérgica entre poesía y pintura. Un fruto evidente de esta convivencia fue el libro de arte Els colors del blanc, en el que las palabras del poeta acompañan los cuadros del pintor, aunque el autor reveló la potencia latente de este tipo de encuentro mediante su propia experiencia. 

De hecho, el poeta salió de veinte años de silencio justo después de un contacto con la pintura de Lluís Ribas. De la “convivencia intensa” salió un “sutil hilo” entre los dos artes que se tradujo, según el mismo Montobbio, en un eco temático y estético llevado por conceptos sensibles: el mar, la luz, el aire. Sin embargo, la lectura de los poemas, salpicados en la reflexión, plasmó un sincretismo aún más profundo, más intrínseco. El universo de la  pintura que catalizó el impulso creativo se derramó en el arte del poeta, creando una pintura verbal, llena de materialidad, de dinamismo, de hipotiposis que pueden justificar el uso de la prosa en este libro. La relación pluridisciplinaria generó cierto hibridismo artístico. 

A partir del tema del intercambio entre pintura y poesía, Santiago Montobbio efectuó un deslizamiento progresivo hacia una reflexión más general sobre el arte, el artista y la creación. Creó, entonces, un vínculo entre la creación, el amor, la libertad y el mar porque “del mar viene el arte, del mar nace”. En este intento de definición, el artista apareció como un ser elegido, maldito, sometido a esta exigencia absoluta de creación. Pero lo más sorprendente fue la descripción del arte como potencia autónoma que se impone al artista tal un destino y que, en un mismo tiempo, le otorga su libertad.

La presentación siguió entre los pensamientos del poeta, consideraciones metaliterarias, la descripción de  la  pintura de Lluís Ribas, de los puntos en común entre los artistas o de su nuevo libro, Los soles por las noches esparcidos, que va a salir a principios del año. Pero, poco a poco, Santiago Montobbio desarrolló un monólogo interior en voz alta, una introspección sobre su propia creación siguiendo los remolinos del pensamiento. De esta manera, explicó que, al presentar las “notas de viaje” del pintor, habló indirectamente de su propia poesía fulgurante, de su “inspiración torrencial”. A pesar de ello, el poeta quiso acabar su intervención con una “puerta abierta”, con una invitación al lector, asumiendo la huida de su propia poesía que, a imagen del artista, puede ser siempre nueva.



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