El gobierno francés ha firmado un acuerdo con las asociaciones de editores y de escritores para elaborar un contrato de edición digital especialmente pensado para la industria del libro. El convenio, que se ha fraguado bajo la influencia de la ministra de Cultura, Aurélie Filippetti, pretende enterrar de una vez por todas el conflicto que ha enfrentado a autores y editores durante los últimos años.
 
El escollo principal de la negociación era la cláusula de reversibilidad, que devolvía los derechos de un libro digital a su autor si el editor no lo explotaba adecuadamente. Finalmente, los autores han cedido a los editores que retengan los derechos de sus obras, a cambio de obtener una serie de garantías. La más importante: que los editores deberán informar regularmente del nivel de ventas de las obras si no quieren ver retirado su derecho de edición. Además, los escritores serán libres para negociar los derechos más favorables con su editor –o a través de agente– y los derechos de la obra impresa también se extenderán a los contratos de edición digital.
 
Las pugnas entre autores y editores no son nuevas en Francia. El barómetro que elabora anualmente la SCAM (Société Civile des Auteurs Multimedia) ha reflejado la creciente insatisfacción de los escritores galos respecto a la distribución de sus derechos digitales, que disminuyó hasta el 61% en 2012, 10 puntos porcentuales menos que en el año anterior.