Los buenos terroristas
Damián Patón
10/2019
A sus 45 años, Grushenko trata de huir de Rusia. Todo lo que representa este país le produce rechazo. Su padre murió en un prostíbulo. A los nueve años fue encerrado en un reformatorio y desde ese momento su vida ha sido una suma de rechazos y vejaciones de todo tipo. Su mayor sueño es ser una persona normal. Ha estado viviendo en una pensión, pero ha llegado a un punto en que no tiene ni para pagarse un plato de comida. Dimitri, un yonqui que reside en su misma pensión le ofrece un trabajo al margen de la legalidad: tendrá que quemar un orfanato. Grushenko acepta el encargo pero tras el incendio, perseguido por la policía corrupta del país, emprenderá una huida que le llevará a una especie de tierra de nadie, una ciudad fronteriza en la que un hombre misterioso le promete ayuda y una vida mejor. Poco a poco descubrirá que la normalidad que ansiaba está llena de defectos y que el bien a veces se oculta detrás del mal.
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