La ternura del árbol marchito
Alicia Rojas
10/2019
Dolores Ortega desembarca en el puerto de Barcelona el 15 de mayo de 1918. Acaba de casarse con Leandro Rodríguez y está embarazada de su primer hijo. Ambos realizan la travesía a bordo del vapor Francoli de la compañía Transmediterránea, que parte de Almería con destino Marsella y hace escala en la ciudad condal. Es el mismo año en que la revuelta de mujeres, hartas de la carestía de la vida y sin la ayuda de los hombres, logra paralizar la ciudad durante dos semanas y destituir al Gobernador Civil
Este es el relato de una familia de emigrantes andaluces que plantan sus raíces en tierra catalana sin aspirar a grandes hazañas, pero viéndose envueltos en pequeños actos heroicos. La historia, un tapiz variopinto de personajes cotidianos, abarca desde esa fecha hasta el fin de la dictadura y comprende los difíciles años de la proclamación de la República, el levantamiento de los militares y la asfixiante posguerra.
Dolores, ya octogenaria, representa la dureza del árbol que ha resistido vientos y tempestades y ha renunciado a sus sueños para sacar adelante a los suyos. Bajo su cobijo fructifican las ramas y se sostienen alegrías y llantos para acabar venciendo todos los obstáculos a excepción de las irreparables pérdidas. Asentada en la vejez, de pronto se enternece al descubrir en su nieta María, la entrometida adolescente que sueña con ser escritora, la inagotable curiosidad que la fuerza a reencontrarse con aquello que creía olvidado.
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