Prosopagnosia
Sonia Hernández
3/2020
Berta, de quince años, dice que las cosas hermosas no están hechas para ella, o que no está destinada a tenerlas, o que las únicas cosas que merece son feas. Es por eso que su actividad principal, cuando no está en la escuela, es jugar el 'juego de la prosopagnosia': pararse frente al espejo y contener la respiración hasta que ya no pueda reconocer su propia cara. Un ibis es el único animal que quiere para una mascota. La madre de Berta tiene unos cuarenta años. Según su propia estimación, tiene al menos veinte kilos de sobrepeso y su esposo la acaba de abandonar. Durante toda su vida, ha sentido una gran sensación de estar muy cerca del final de las cosas. Ella solía ser una crítica cultural para un periódico regional. Ahora siente que es su responsabilidad hacer que sus vidas y las de su hija sean lo más felices posible. Un hombre que dice ser el famoso artista mexicano Vicente Rojo se enreda en sus vidas cuando ve a Berta desmayarse en la escuela y le ofrece el regalo de una pintura. Esto pone en marcha un juego extraño de identidades asumidas e ignoradas, donde los límites de lo que uno quiere y lo que puede lograr se vuelven borrosos. El arte, la cultura, la maternidad y la búsqueda de significado juegan un papel importante en si los personajes de Sònia Hernàndez reconocen lo que ven dentro.
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