A continuación, el argentino Marcos Ricardo Barnatán trazó una visión casi de epopeya a partir del rey David, a quién consideró “uno de los poetas más antiguos de mi tradición”, comentando que el rey denominaba Dios como Medianoche, palabra que Barnatán utilizó como título de la antología que se hizo sobre su poesía. El poeta de Buenos Aires, que hizo un recordatorio a su amigo José Luis Giménez Frontín afirmó que era imposible hablar sobre poesía judía porque era como hablar del océano: “No sólo por su inmensidad sino también por la manera de identificarla. Podemos hablar de poesía hebrea, de poetas como el rey David, que escribieron en esta lengua, pero no de poesía judía. Cuando al célebre erudito francés de la Biblia Andreu Chouraqui le pidieron que escribiera una historia del pueblo judío, él contestó que era imposible porque tendría que haber escrito la historia del mundo”. A pesar de esta precisión inicial, Barnatán mencionó esencialmente algunos nombres de su imaginario, dentro de la tradición, como por ejemplo Paul Celan -''ni se llamaba Celan ni era alemán”-, Max Jacob, Leonard Cohen, Bob Dylan, Fernando Pessoa, Heine, Nelly Sachs o del caso singular del poeta lituano Oscar Vladislav de Lubicz Milosz, no confundir con el premio Nobel, que escribió toda su obra francés. En tono confesional, el poeta argentino evocó cuando se trasladó a España el 1965 e inició su investigación de pertenencia al pueblo sefardita: “Entonces adopté dos grandes poetas de esta tradición que nunca he abandonado: Yehuda a Levy y Salomón Ibn Gabirol”. La intervención acabó con una aproximación al poeta 'beatnik' Allen Ginsberg y con el poeta de ficción David Jerusalén, proveniente de uno de los relatos de 'El Aleph' de Jorge Luis Borges. Barnatán no sólo acentuó la importancia del personajes sino que se permitió escribir unos poemas firmados por Jerusalén, en homenaje en Borges.
También resultó fascinante la intervención del poeta de la Safor Josep Piera, que reivindicó su tradición judía y árabe, indisociable de su condición literaria, pero también como valenciano. Piera recordó su viaje iniciático a Granada y el descubrimiento de los grandes poetas andalusís, destruidos por la intransigencia y condenados al exilio de su patria. Ellos fueron la base de tres libros imprescindibles dentro de la trayectoria de los poeta valenciano: Els poetes aràbigo-valencians. Ibn Khafaja, Jardí ebri, traducida directamente del árabe por Josep Piera con la colaboración de Josep R. Gregori y Poemes de l'orient d'al-Andalus, los dos fuertemente vinculados a su misma poética. Piera, es autor también de dos curiosos libros de viajes, 'Seduccions a Marràqueix y A Jerusalem, certeres combinaciones de literatura del yo con la imaginación en marcha.
La sesión se cerró con tres muestras de la poesía peninsular de la actualidad: la cántabra María Elena Martínez Abascal, el gallego afincat en la Aragón Antón Castro, que hizo una lectura comentada de su excelente Versión original' y de la poeta catalano-argentina Flàvia Company, que nos ofreció una lectura dramatizada de sus poemas.