Divendres, 22 de novembre de 2024



Castellano  


Vigència i anys de la contracultura
acec30/6/2019



(Foto:)
 

Dia 2 de juliol a les 19,00 hores
Vigència i anys de la contracultura
Amb: Pepe Ribas, Canti Casanovas, Nazario  i Ana María Briongos
Modera i presenta David Castillo

Aula Maria-Mercè Marçal - 5a. planta de l'Ateneu Barcelonès
c/. Canuda, 6 - Barcelona

 


Parlar de la contracultura a Barcelona entre el final del franquisme i els Jocs Olímpics és enfrontar-se a un gran forat negre. La idea que el país bullia és certa, especialment Barcelona, però en general no tenim present amb quina efervescència: dotzenes de còmics i revistes autopublicades, l'estricta censura; músics que creaven sons impossibles i lletres escandaloses que tallaven de soca-rel amb la tradició...

 

 

La ACEC organiza este martes dos de julio, una jornada dedicada al legado y a la vigencia de los movimientos contraculturales en la Barcelona de los primeros años de los setenta.
Librújula - redacción

 
El pasado 16 de junio, Barcelona se despertaba con la noticia de que el archivo de Javier Mariscal estaba a punto de tomar rumbo a Santander, pues el diseñador, creador del inolvidable emblema de las Olimpiadas del ’92, Cobi, está en conversaciones con el Archivo Lafuente, como él mismo declaraba en La Vanguardia. Si las conversaciones con José María Lafuente fructifican, el archivo de Mariscal sería uno más de los ya demasiados archivos que la ciudad condal pierde por culpa de la ineptitud política y el desinterés cultural. En efecto, más allá del debate todavía inconcluso sobre el destino final del archivo de Anagrama, a lo largo de estos últimos dos meses, la ciudad condal ha visto como archivos fundamentales para comprender los movimientos culturales que aquí se produjeron a partir de los años sesenta se están marchando, ante una indiferencia política que asusta y preocupa.

Si, como decíamos, hace unos días Mariscal confirmaba estar en diálogo con José María Lafuente, en el mes de mayo Pepe Ribas, fundador de AjoBlanco, confirmaba que el archivo, con todos los originales, de la primera etapa de la revista, es decir, de 1974 a 1977, había sido adquirido por el Archivo Lafuente. Nadie en Barcelona, ningún archivo ni museo ni tampoco ningún coleccionista privado, se había interesado por el archivo de Ajoblanco, revista fundacional del movimiento contracultural y anarquista de los años setenta. Y el caso de Ajoblanco no es el único: ese mismo mes, conocíamos que también parte de los archivos de Nazario, Miguel Farriol o Pepichek viajaban a Santander, donde ya había aterrizado parte del archivo de Ceesepe, el ilustrador madrileño que, antes de convertirse en un nombre clave de la Movida Madrileña y colaborar con revistas como Madriz o La Luna de Madrid y ser el autor del cartel de Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, se dio a conocer en el mundo del comic y del underground barcelonés, coincidiendo con Nazario o Mariscal.

A día de hoy, todo barcelonés que quiera conocer la historia contracultural de la ciudad condal, que quiera indagar en los movimientos republicanos y libertarios de los setenta y estudiar la estética rompedora, transgresora y que, por entonces, escandalizó a más de uno, cuestionando los valores estéticos de la burguesía y, consecuentemente, los valores morales de la sociedad biempensante, deberá tomar un avión a Santander, que, en nada, podrá definirse como la ciudad que rescato del olvido y de las cajas archivadoras la contracultura de aquellos años clave de Transición.

 

Ninguna ciudad puede perder su historia y, aunque las instituciones políticas muestren el más mínimo interés por el legado archivístico y los nombres clave que han definido la ciudad a lo largo de más de una década, la labor de quienes se dedican a la cultura y, sobre todo, de quienes creen que la cultura es una de las bases esenciales de toda sociedad que pretenda llamarse democrática es luchar contra el olvido institucional y su indiferencia. De ahí que, a día de hoy, sea tan necesaria como merecedora de aplauso la iniciativa de la ACEC (Asociación Colegial de Escritores de Cataluña), que este martes dos de julio dedica una jornada a la contracultura barcelonesa. “Hablar de la contracultura en Barcelona entre el final del franquismo y los Juegos Olímpicos es enfrentarse a un gran agujero negro”, comenta David Castillo, presidente de la ACEC y organizador de esta jornada, en la que participarán Ana María Briongos, Pepe Ribas, Canti Casanovas y Nazario.

Colaboradora de Nazario en La Barcelona de los años 70 vista por Nazario y sus amigos y una de las protagonistas del documental Construint llibertat, un edifici contracultural a la Barcelona dels 70, Briongos fue testigo de la Revolución Islámica en Irán; ella, junto a Canti Casanovas, miembro de los Ssnifferss, grupo que tocó en el ya histórico y multitudinario mitin de la CNT en Montjuïc y en las Jornadas Libertarias, en las que también estaba Pepe Ribas, celebradas en el Park Güell, y junto a los otros participantes tratarán de analizar la vigencia de la contracultura barcelonesa.

 

“La idea de que el país hervía es cierta, especialmente Barcelona, pero en general no tenemos presente con qué efervescencia: docenas de cómics y revistas autopublicadas, la estricta censura; músicos que creaban sonidos imposibles y letras escandalosas que cortaban de raíz con la tradición... Este sector consiguió una revolución impensable y que transcendió mucho más que la reforma política”, comenta Castillo a un día de comenzar unas jornadas que, ojalá, nos hagan pensar en la importancia de conservar la historia y el legado cultural de una ciudad. Ojalá estas jornadas hagan pensar a aquellos que, desde las instituciones, miran hacia el otro lado y hace posible una depauperación cultural de la ciudad, algo que Barcelona, como ninguna ciudad, se puede permitir.

 



   
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